El dolor de la lucidez
jueves, 25 de julio de 2013
Hipnotizados con el horror de las imágenes y una tragedia que desborda, pero avergonzada con ese juicio público que se está gestando en las cabezas no por casualidad, más bien por la habilidad de esos políticos que se apresuran a señalar "el factor humano" como causa del accidente y elaborar esa cortina de humo que tanto les convendrá en los próximos días. Periodismo sensacionalista y amoral el del El Mundo y otros medios (mencionar el afán de vender periódicos de La Voz: su fotogalería es insultante para la dignidad de los que de verdad importan, víctimas y familiares) al publicar el perfil de facebook de un hombre que ya, pase lo que pase, demuestren lo que demuestren futuras conclusiones (concluyentes y no fruto de la carnaza), ya tiene su vida destrozada para siempre. Por eso me repugna ese ensañamiento ignorante, ese linchamiento, tanto como me repugnan los gestos estudiados, los silencios drámaticos prescritos por sus asesores, las condolencias hilarantes (por no decir otra cosa) de Moncloa, de partidos y de reyes y reinas y demás "personalidades". Sólo recordar que ingenieros y expertos hablan de muchos factores que se han podido conjugar. Dejemos que hablen ellos. Y nada más. Sólo que el dolor merece Respeto. Como mínimo, respeto.
lunes, 29 de abril de 2013
tareas pendientes
Y cuando llegue la primavera
Si la primavera llega por fin
venerar la casa sacudir el polvo
desahuciar el
desorden acorralar el olvido
desterrar alfombras olvidar
el miedo
Cuando llegue la primavera
Si la primavera llega
por fin
convocar el amor vencer la angustia
recuperar el placer atrincherar el dolor
cultivar la luz venerar el recuerdo
Cuando la primavera llegue
Si la primavera llega
Por fin
martes, 19 de marzo de 2013
Pingüinos
El día que te fuiste a Leo se le cayó un diente.
Era una de esas cosas que te contaría enseguida, incluyendo
foto de hueco en la encía. Una de esas noticias que te encantaban y te alegraban el día. Me pedirías que te
contara todos los detalles, la emoción de esperar al ratoncito Pérez y hasta
querrías que te describiese su cara de sorpresa al levantar la almohada.
Y mira qué tontería bicho…con todo lo que habíamos pasado y
lo que más me atormentó durante unas horas fue no poder contarte que a Leo se
le había caído un diente.
Y hablarte de los niños, de los tres. Porque era lo que más
te preocupaba, siempre los niños…a fin de cuentas yo misma no puedo evitar incluirme
entre tus niños, con más de treinta y
cinco tacos que ya tiene delito…
Te lo dije unos días antes de irte, que eras la mejor madre
que yo había tenido. La que me peinaba, me vestía, me ayudaba con los deberes, hablaba con mis
profes. La que escogió conmigo mi vestido de
novia y me ayudó a ponérmelo, en todos los sentidos. Tú me apretaste la
mano y no dijiste nada.
Apenas unas horas después de que te trajeran empezaron a
llegar flores y más flores…un flujo inabarcable de ramos y de gente. Ya
sé que tú no querías flores, pero fue la única de tus instrucciones que no
pudimos cumplir. Llegaban demasiadas y además siempre te gustaron los lirios.
Por lo demás seguimos a rajatabla el funeral laico, ni misas ni símbolos y
ahora estás donde querías, en ese lugar tan querido y tan nuestro. Es una
manera más de que el verano del 97 esté siempre vivo para todas. Te acuerdas
que salimos de Carballo soportando una lluvia torrencial e impía. Pero tú
dijiste que no abortábamos plan y fuimos las cuatro cantando como locas y
haciendo el bobo todo el camino. E increíblemente al llegar allí el cielo se
limpió y se puso azul y hermoso. Pudimos acampar y no sólo eso, disfrutamos de
siete días de calor y buen tiempo y
justo se puso a llover otra vez la mañana que nos íbamos y ya nos dio igual.
El finde que viene vamos a verte otra vez y así nos pegamos una comida en uno de los sitios habituales, aunque no sea verano y aunque
nada sea igual si no estás tú.
Estarías tan orgullosa de Pita…a pesar de ser quien
arrastraba el mayor dolor, el mayor
desamparo, estuvo tan entera bicho…soportando estoicamente horas y horas de
besos y abrazos. Y todo con una sonrisa
y el trato más cortés. Yo también lo intenté, y creo que más o menos lo
conseguí, porque era lo que tú harías y querrías, ese coraje que siempre nos
transmitiste. Y vaya si predicaste con el ejemplo, porque fuiste una campeona.
No dejaste de luchar ni un minuto, a pesar de que el azar
nos había señalado hace mucho y a pesar de que nos enteramos tarde de que
jugábamos con las cartas marcadas.
Pero Pita fue admirable, todo el mundo me lo decía, que era
increíble esa entereza en una chica de apenas 20 años. Pero es normal. Es hija
tuya.
Hubo de todo, compañeros tuyos que se ponían a llorar al
verme, porque decían que cierto gesto o pose les recordaba a ti. Creo que te
gustaría saber que por fin conocí a Mila y le pude dar las gracias por todo el
apoyo y la fuerza moral que te había regalado este último año atroz. Hablamos
más de una hora frente al cristal dónde estabas, porque mamá había salido a
comer y me prohibió levantarme de allí mientras no volviese, para que no te
quedaras sola…ya sabes…cosas de mamá. Mila me pareció un encanto, tal como me
la habías descrito. No dejaba de repetirme la admiración que sentía por ti, por
lo valiente e inteligente que eras. Nos reímos un rato recordando tus ironías,
ese sentido del humor tan negro y tus
juicios tan afilados.
Hubo algo que me rompió y fue que todo, absolutamente todo
el mundo de tu entorno que yo sólo conocía de oídas me decía “yo conozco mucho
a tu hijo” “Ah Leo…cuánto he oído hablar
yo de Leo”
Y hablando de Leo…me pasa un poco como a él , que dice que no
se cree nada de que estás en el cielo…y
que no mami…que yo la voy a buscar por toda la casa…en la cama… en la sala…en
la habitación de Alba y en el baño…y la
voy a encontrar porque ya verás cómo está en el trabajo o tomando un café….pues
yo un poco lo mismo.
No me puedo creer que
ya no estás y sigo esperando mi primer
wasap de la mañana y todavía no he querido sentarme a llorar y
no quiero pensar y procuro acabar los días agotada de trabajo y
actividad, para no darme cuenta, para
poder seguir pensando que estás en el trabajo o tomando un café.
A lo mejor escribo esto para creérmelo de una vez.
Pita me regaló al día siguiente el colgante talismán, ese
que llevabas siempre puesto. El lunes compré una doble correa para no perderlo
nunca y no quitármelo nunca. Leo y Ane
le dan vueltas y vueltas cuando están en mis rodillas o cerca de mí, pero no
dicen nada.
No me llevé nada más, salvo las alpargatas de cuero que
usabas siempre en casa y que compramos juntas una noche en una tienda del
Albaicín te acuerdas…aquel viaje fue genial. Tu saliste en trance de La
Alhambra, asombrada por la belleza, por los sonidos y los olores…cada noche
íbamos al Albaicín y nos quedábamos en las teterías hasta las mil, charlando y
tomado té. Y hace unos meses apenas me mandaste aquel wasap Pete
quiero volver a La Alhambra! Y yo te
puse vamos!
Fue duro recoger tus cosas. Como una metáfora del
desmoronamiento que sufrimos todos, se me cayó el alma a los pies cuándo cuatro días después entré en tu casa
de nuevo y el suelo de todo el piso de abajo
se había levantado por una fuga de agua. Y tu casa, siempre tan agradable, tan
ordenada, tan tú, también se había revelado ante tu ausencia y decidió
reventar. Y tus muebles, tan hermosos, todos hechos de madera y diseñados por ti hasta el último detalle … “Euge, éstos son muebles que puede heredar
mi hija”... me decías cada vez que Francisco acababa uno….estaban
desconcertados y perdidos vagando por territorios que desconocían, aunque
estuviesen a menos de un metro de su sitio original. Pero procuramos hacerlo
bien, con calma y cierta paz, a pesar de que la desolación lo invadía todo y
que no podía dejar de mirar una ampliación de un primer plano tuyo con 24 años
que Pita había colocado en la estantería. Y estabas tan guapa…tanto como
siempre, porque incluso los últimos días en el hospital pensaban que tu hija
era tu hermana, de lo hermosa que estabas, con la piel suave y el pelo negro
brillantísimo todavía. Parecías una chica. Y por eso siempre te enfadabas
cuando te llamaban señora e incluso aquella vez te fuiste de Zara sin comprar
nada porque la niñata que estaba
cobrando le dijo a su compañera “le voy a
cobrar a la señora” y tú “pues no, déjalo, que ya no me llevo nada” y
la tía con cara de póquer y Pita aguantando la risa detrás de ti. Y cuándo veíamos
las esquelas y ponían “La Señora:.” Pita me decía que vaya cabreo te ibas a
pillar.
Conseguimos cerrar la puerta a las doce en punto y mandar a
todo el mundo a descansar, como tú querías, a pesar de que no esperábamos
tantísima gente, pero se consiguió. Y nada más coger la autopista el cielo se
rompió de pronto en una tormenta
formidable, con relámpagos que iluminaban todo el espacio y truenos
bestiales y le dije a David “esta es mi hermana que está diciendo por
fin todo dios para casa ya” . Y es que estabas preocupada porque ibas a
trastocar las rutinas de la gente y no querías que estuviésemos en el tanatorio
mil horas, que era muy cansado. Y esa lucidez es lo que más me duele, porque al
final organizaste hasta tu propia partida, siempre pensando en los demás más
que en ti misma, siempre igual. Y es que tanto darle vueltas al dolor de
lucidez y no entendí bien el concepto hasta que me dolió tanto la tuya. Me da
miedo su miedo, intentaba explicarle a David. Hasta que te tuve que ver
despedirte de tu propia casa, sabiendo que no ibas a volver, y pedías estar
cinco minutos en la sala e ibas en el coche mirando el cielo y los árboles y me
preguntaste con una serenidad pasmosa “¿por
qué no nos dejarán morir en casa?” y
yo te contesté que sólo te iban a regular la
medicación y el fin de semana estabas de vuelta, sabiendo que te mentía,
pero tú me sonreíste y negaste con la cabeza. A fin de cuentas eres mi hermana
mayor, la columna vertebral de esa familia tan convulsa. Así que ahora nos partieron
en dos la columna y andamos perdidos y desconcertados sin saber qué hacer,
porque no estás para organizarnos.
El 25 de octubre del 2011 el cielo se nos derrumbó. Es nuestra naturaleza, así que nos colocamos la
cota de malla y el escudo y nos dispusimos a bajar al Abismo y librar una lucha
sin cuartel, a pesar de que nos enfrentábamos a más de diez mil orcos. Pero ninguna luz cegadora e inesperada apareció al amanecer del último día para
salvarnos. Para salvarte.
Pita se pregunta cómo es posible que te pidiese que dejases
de luchar pero yo creo y quiero decirle que era lo
mejor y lo único que podíamos pedir para
que terminase aquello que no era digno de ti, de la mujer fuerte y formidable
que fuiste siempre. Y que no fue una
debilidad pedírtelo, porque yo misma, a pesar de mi descreimiento, le pedí a papá la tarde antes
que viniese a buscarte, que por favor viniese ya…y necesito creer que estás
ahí, en algún lugar, el que sea, pero estás.
La cabeza está llena de imágenes todo el rato y a lo mejor
es estúpido que la que más me atormente sea la de tu plumífero marrón colgado en
una percha al abrir la portezuela del armario del Canalejo, cuando recogimos todo porque ya te
llevaban. Ya ves que tontería, pero no se me va de la cabeza. Y estoy enfadada. Enfadada por el absurdo de
que te fueras tú. Me compensa que hayas sido feliz, y que tuvieras Bali,
Mauricio, Cuba, Londres….Pita…sobre todo. Pero me puede la rabia y la
impotencia de los años que te robaron,
los nietos, los viajes….las compras, los cafés, los vinos, los amigos. Daría lo
que fuese por una tarde más de cafés y tiendas.
Desde el 25 de octubre de 2011 acarreamos un fardo de miedo,
angustia, dolor y rabia. Y ahora nos damos cuenta de que es un bagaje imposible
de llevar e imposible de dejar, un sinsentido, una situación perversa. Están el
omnipresente por qué y por qué a nosotros, por qué a ti. Y no hay
respuesta.
Desde el mismo día en que te fuiste, algo cambió imperceptible pero firme dentro de mí con respecto a Pita.
Y es que me siento igual que cuando me acompañabas a ver a Leo a neonatos, ¿te
acuerdas? No quiero ni puedo sustituirte,
pero nunca la voy a abandonar . No me dejaste una tarea difícil, es una niña
inteligente, encantadora, buena …tú la convertiste en un ser maravilloso. Sólo
prometer que intentaré estar a la altura y que no me puede la responsabilidad,
que asumo un papel inesperado con toda la ilusión que me dejan las
circunstancias en que lo hago.
Y por último aquello. Unos días después Carlota me empezó a
hablar de ese documental sobre animales que había visto en la dos. Yo no sabía
que los pingüinos se organizan en familias tradicionales, con papá, mamá y crías. Ni tampoco sabía que son monógamos y
permanecen juntos hasta el final. Pues eso, me habló de una familia de pingüinos
que en una época especialmente crítica de frío y hambre, tuvo que dejar partir
a la hembra en busca de alimentos, dejando a la cría al cuidado del padre. Unos
días después, al ver que no volvía, el padre se fue a buscarla. La cría de pingüina
se quedó vagando sola días y días, muerta de hambre y de frío. Ninguna mamá de otra familia compartía
su comida con ella porque reservaba los alimentos para sus propios hijos.
Tampoco ninguna la acogía en su bolsa para que no muriese de frío. Cuando ya
estaba muy malita, una cría de otra familia se negó a comer durante días, a
pesar de que generalmente tenía un hambre voraz. La madre se dio cuenta y acogió a la pingüinita
en su bolsa y le dio de comer. Unas horas después, su propia cría dejó de
negarse a hacerlo.
Carlota sólo me contó esta historia y sonrió. Y eso. Que tu
pingüina nunca va a pasar hambre ni frío, porque mi bolsa es bastante grande. A
fin de cuentas, tú también de alguna manera, me llevaste en la tuya.
Y que muevas la cortina si quieres, que ya sé que te dije
que no, pero sí que quiero.
viernes, 15 de febrero de 2013
Cuando emprendas el viaje hacia Itaca ruega que sea largo el camino
Itaca
Cuando emprendas el viaje hacia Itaca
ruega que sea largo el camino,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
A los Lestrigones, a los Cíclopes
o al fiero Poseidón, nunca temas.
No encontrarás trabas en el camino
si se mantiene elevado tu pensamiento y es exquisita
la emoción que toca el espíritu y el cuerpo.
Ni a los Lestrigones, ni a los Cíclopes,
ni al feroz Poseidón has de encontrar,
si no los llevas dentro del corazón,
si no los pone ante ti tu corazón.
ruega que sea largo el camino,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
A los Lestrigones, a los Cíclopes
o al fiero Poseidón, nunca temas.
No encontrarás trabas en el camino
si se mantiene elevado tu pensamiento y es exquisita
la emoción que toca el espíritu y el cuerpo.
Ni a los Lestrigones, ni a los Cíclopes,
ni al feroz Poseidón has de encontrar,
si no los llevas dentro del corazón,
si no los pone ante ti tu corazón.
Ruega que sea largo el camino.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que - ¡con qué placer! ¡con qué alegría! -
entres en puertos nunca antes vistos.
Detente en los mercados fenicios
para comprar finas mercancías
madreperla y coral, ámbar y ébano,
y voluptuosos perfumes de todo tipo,
tantos perfumes voluptuosos como puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
para que aprendas y aprendas de los sabios.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que - ¡con qué placer! ¡con qué alegría! -
entres en puertos nunca antes vistos.
Detente en los mercados fenicios
para comprar finas mercancías
madreperla y coral, ámbar y ébano,
y voluptuosos perfumes de todo tipo,
tantos perfumes voluptuosos como puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
para que aprendas y aprendas de los sabios.
Siempre en la mente has de tener a
Itaca.
Llegar allá es tu destino.
Pero no apresures el viaje.
Es mejor que dure muchos años
y que ya viejo llegues a la isla,
rico de todo lo que hayas guardado en el camino
sin esperar que Itaca te de riquezas.
Itaca te ha dado el bello viaje.
Sin ella no habrías aprendido el camino.
No tiene otra cosa que darte ya.
Llegar allá es tu destino.
Pero no apresures el viaje.
Es mejor que dure muchos años
y que ya viejo llegues a la isla,
rico de todo lo que hayas guardado en el camino
sin esperar que Itaca te de riquezas.
Itaca te ha dado el bello viaje.
Sin ella no habrías aprendido el camino.
No tiene otra cosa que darte ya.
Y si la encuentras pobre, Itaca no te
ha engañado
sabio como te has vuelto con tantas experiencias,
habrás comprendido lo que significan las Itacas.
sabio como te has vuelto con tantas experiencias,
habrás comprendido lo que significan las Itacas.
Kavafis
sábado, 5 de mayo de 2012
como un niño con zapatos nuevos
¬-Mami Olivia me ha vuelto a decir delante de todos que siempre llevo los mismos zapatos…
Joder otra vez no pensó con una resignación que no era tal, que en realidad era cansancio, desesperación, miedo.
-bueno María, ya te he dicho muchas veces que no hagas caso de las tonterías de Olivia, que lo importante es ir al cole limpios y abrigados…
Miró la piel desgastada, estirada hasta el imposible, los deditos de su hija apretujados mañana cobro…de mañana no pasa…
Pero Roberto llevaba meses sin pasarle la pensión, desde que se le había acabado el paro, ese paro que les había llevado al abismo, a hacer insostenible la convivencia. Y en la guardería cada vez menos niños, menos trabajo. Desde las cinco de la tarde su aula se quedaba vacía. Sabía que la propuesta de reducción de horas o despido llegaría inevitablemente más pronto que tarde. Sortearon charcos y frío y por fin llegaron al portal. Carta en el buzón. Factura del agua….mierda…padre si es posible aparta de mí este cáliz…
-María cielo…lee un cuento mientras mamá llama por teléfono a la abuela ¿si?
Dio varios circunloquios, enredó trivialidades, respiró muy hondo antes de decir:
-Por cierto mamá…necesito que me prestes cuarenta euros…tengo que comprarle unos zapatos a la niña…
domingo, 29 de abril de 2012
sin solvencia
- A plazos…la compras a plazos y ya está…- Yoli se lo había dicho muy segura- solicitas la tarjeta del Delcampo o del Carreclub…no se la deniegan a nadie…
Pero claro, Yoli tenía un marido. Dos nóminas.
Ella no. Ella tenía una nómina de 800 euros. Un hijo de cuatro años. Ningún marido. Una nevera rota.
Y ahora tenía a aquella chica sentada enfrente, pálida como una muerta, más avergonzada y apesadumbrada que ella misma
-Lo siento de veras…no consideran que ofrezca solvencia…yo…lo siento mucho…
Sonrió con esfuerzo y volvió a oír su voz cuando ya estaba cerrando la puerta
-¿Ha buscado en nuestra planta de oportunidades? Hay modelos a doscientos euros…
Ella no tenía doscientos euros. Tenía un hijo pequeño que desayunaba zumos individuales desde hacía una semana y se iba al colegio sin nada caliente en el estómago. Una sola nómina. Una nevera rota.
-Gracias…ya las he visto…no tengo doscientos euros….por eso solicité su tarjeta...
lunes, 16 de abril de 2012
la abuela de Mario
Hace tres años que la veo ir y venir. Mario es compañero de mi hijo desde primero de infantil y ella siempre está allí, cada mañana en la fila, cada tarde en el parque, en las reuniones…siempre amorosa, siempre entregada. Además de con Mario es habitual verla empujando el cochecito de una nueva nieta por las calles del barrio, o acompañar a otros nietos mayores a actividades, al cole, al médico.
Su cuerpo acusa el cansancio de los trabajos y los años, camina ligeramente encorvada, pero su mirada, alegre y chispeante, contrarresta su andar cansino. Nunca la he visto desarreglada. A sus sesenta y ocho años es una mujer guapa, el pelo pulcramente teñido de rubio ceniza, sus sortijas y sus colgantes, sus gestos estilosos.
Hace tres años que la admiro por todo esto, por su incesante actividad y su entusiasmo, cuando yo, con casi cuarenta años menos y un solo niño que atender, a veces tengo ganas de meterme en la cama a las once de la mañana. Estos días he llegado a admirarla mucho más.
Segunda semana de cole y se me acerca en el patio, amistosa, me rodea la espalda con el brazo, me da dos besos hola mi niña, ¿Cómo estás? Te estuve buscando ayer para saludarte pero vino tu marido…
Como muchas otras veces hacemos el camino de vuelta a casa juntas, charlando. Ando despacio y demoro el momento de llegar a la esquina de mi casa, dónde nos separamos, porque estoy a gusto y me encanta escucharla. Normalmente hablamos de trivialidades ¿tú a que actividades lo mandas?... ¿le sirven los mandilones del año pasado? Cosas así.
Esta mañana dejé atrás la esquina de mi calle y mi portal y la seguí hasta el suyo ay neniña yo aquí liándote con la de cosas que tendrás que hacer…me daba igual, su historia me atrapó, hubiera pasado con ella toda la mañana.
No sé ni como empezamos a hablar de la fe, yo le contaba que creía que mis primeros años en el cole de monjas me habían dejado ligeramente traumatizada, toda aquella disciplina del uniforme, los rezos y los himnos patrióticos. Ella se reía, asentía. Y de repente me regala una historia formidable de fortaleza y vida mira yo…es que necesitas algo a que aferrarte, a mi cuándo hace veintiocho años me desahuciaron por el cáncer de útero al principio me dio miedo, porque me dijeron que no iba a salir…y claro tuve que dejar el trabajo que tenía de cocinera en un colegio…incluso mi marido dejó el trabajo para estar conmigo lo que me quedase…y para ayudarme con los niños…me dijeron “te van a tratar como un sándwich, primero te van a quemar, luego a abrir y luego a quemarte otra vez”…pero me aferré a la esperanza y a San Francisco Javier…le rezaba mucho… a estas alturas yo, que ya me había quedado muda y encandilada, titubeo…tenías esperanza…me mira asombrada, me sonríe y afirma con una vehemencia absoluta ¡claro mi neniña! Siempre hay esperanza, siempre…si yo no llego a ser fuerte arrastraría a mis hijos y a mi marido conmigo, tu siempre tienes que mantenerte fuerte para tu familia, las mujeres somos el pilar, entiendes?...y eso que a mi marido me cuidó muchísimo, fue un enfermero buenísimo, pero buenísimo…él sabía que yo tomaba calmantes hacía mucho, tenía ya dolor…pero el caso es que me siguieron mirando durante once años y no se reprodujo…a pesar de lo de mi hijo…que se me murió…mi mirada debía ser de horror absoluto, porque pensaba pero dios, que cobarde soy, quejándome de mis problemas, que no son nada, le pregunto…”¿ se murió tu hijo?”…sonríe, me pone una mano en el hombro y me mira…sí…se me tiró por la ventana con veintitrés años…ya ves…y eso fue más difícil que lo otro…y también seguí adelante…por eso… aunque tu marido se ponga malo…o le pase algo a tu niño…dios no lo quiera…tú tienes que seguir adelante siempre, esperanza hay siempre… ya estamos llegando a su calle cuándo se recompone al instante con una sonrisa…lo de los curas...Bueno yo conozco a uno muy guapo…y anda de discotecas el tío…y hace muy bien…yo le digo “fulanito, si es que tenían que casarse ustedes también, además de salir...” me río, me dice “si si no te rías…si yo siempre digo que son un chollo desperdiciado de hombres, porque nunca van al paro y si no tienen dinero…pues lo cogen del cepillo…”
Nos reímos las dos con ganas.
Llego a casa y me doy cuenta de que se merece que no me olvide nunca de su lección. Y de que no sé el nombre de la abuela de Mario.
Mañana tengo que preguntárselo.
Su cuerpo acusa el cansancio de los trabajos y los años, camina ligeramente encorvada, pero su mirada, alegre y chispeante, contrarresta su andar cansino. Nunca la he visto desarreglada. A sus sesenta y ocho años es una mujer guapa, el pelo pulcramente teñido de rubio ceniza, sus sortijas y sus colgantes, sus gestos estilosos.
Hace tres años que la admiro por todo esto, por su incesante actividad y su entusiasmo, cuando yo, con casi cuarenta años menos y un solo niño que atender, a veces tengo ganas de meterme en la cama a las once de la mañana. Estos días he llegado a admirarla mucho más.
Segunda semana de cole y se me acerca en el patio, amistosa, me rodea la espalda con el brazo, me da dos besos hola mi niña, ¿Cómo estás? Te estuve buscando ayer para saludarte pero vino tu marido…
Como muchas otras veces hacemos el camino de vuelta a casa juntas, charlando. Ando despacio y demoro el momento de llegar a la esquina de mi casa, dónde nos separamos, porque estoy a gusto y me encanta escucharla. Normalmente hablamos de trivialidades ¿tú a que actividades lo mandas?... ¿le sirven los mandilones del año pasado? Cosas así.
Esta mañana dejé atrás la esquina de mi calle y mi portal y la seguí hasta el suyo ay neniña yo aquí liándote con la de cosas que tendrás que hacer…me daba igual, su historia me atrapó, hubiera pasado con ella toda la mañana.
No sé ni como empezamos a hablar de la fe, yo le contaba que creía que mis primeros años en el cole de monjas me habían dejado ligeramente traumatizada, toda aquella disciplina del uniforme, los rezos y los himnos patrióticos. Ella se reía, asentía. Y de repente me regala una historia formidable de fortaleza y vida mira yo…es que necesitas algo a que aferrarte, a mi cuándo hace veintiocho años me desahuciaron por el cáncer de útero al principio me dio miedo, porque me dijeron que no iba a salir…y claro tuve que dejar el trabajo que tenía de cocinera en un colegio…incluso mi marido dejó el trabajo para estar conmigo lo que me quedase…y para ayudarme con los niños…me dijeron “te van a tratar como un sándwich, primero te van a quemar, luego a abrir y luego a quemarte otra vez”…pero me aferré a la esperanza y a San Francisco Javier…le rezaba mucho… a estas alturas yo, que ya me había quedado muda y encandilada, titubeo…tenías esperanza…me mira asombrada, me sonríe y afirma con una vehemencia absoluta ¡claro mi neniña! Siempre hay esperanza, siempre…si yo no llego a ser fuerte arrastraría a mis hijos y a mi marido conmigo, tu siempre tienes que mantenerte fuerte para tu familia, las mujeres somos el pilar, entiendes?...y eso que a mi marido me cuidó muchísimo, fue un enfermero buenísimo, pero buenísimo…él sabía que yo tomaba calmantes hacía mucho, tenía ya dolor…pero el caso es que me siguieron mirando durante once años y no se reprodujo…a pesar de lo de mi hijo…que se me murió…mi mirada debía ser de horror absoluto, porque pensaba pero dios, que cobarde soy, quejándome de mis problemas, que no son nada, le pregunto…”¿ se murió tu hijo?”…sonríe, me pone una mano en el hombro y me mira…sí…se me tiró por la ventana con veintitrés años…ya ves…y eso fue más difícil que lo otro…y también seguí adelante…por eso… aunque tu marido se ponga malo…o le pase algo a tu niño…dios no lo quiera…tú tienes que seguir adelante siempre, esperanza hay siempre… ya estamos llegando a su calle cuándo se recompone al instante con una sonrisa…lo de los curas...Bueno yo conozco a uno muy guapo…y anda de discotecas el tío…y hace muy bien…yo le digo “fulanito, si es que tenían que casarse ustedes también, además de salir...” me río, me dice “si si no te rías…si yo siempre digo que son un chollo desperdiciado de hombres, porque nunca van al paro y si no tienen dinero…pues lo cogen del cepillo…”
Nos reímos las dos con ganas.
Llego a casa y me doy cuenta de que se merece que no me olvide nunca de su lección. Y de que no sé el nombre de la abuela de Mario.
Mañana tengo que preguntárselo.
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