tag:blogger.com,1999:blog-46497194124677198232024-03-05T16:34:49.456-08:00El dolor de la lucidezeugeniahttp://www.blogger.com/profile/11477102009888367928noreply@blogger.comBlogger46125tag:blogger.com,1999:blog-4649719412467719823.post-20466025760891612352013-07-25T15:09:00.002-07:002013-07-25T15:09:07.830-07:00<span style="background-color: white; color: #37404e; font-family: 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18px;">Hipnotizados con el horror de las imágenes y una tragedia que desborda, pero avergonzada con ese juicio público que se está gestando en las cabezas no por casualidad, más bien por la habilidad de esos políticos que se apresuran a señalar "el factor humano" como causa del accidente y elaborar esa cortina de humo que tanto les convendrá en los próximos días. Periodismo sensacionalista y amoral el de</span><span class="text_exposed_show" style="background-color: white; color: #37404e; display: inline; font-family: 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18px;">l El Mundo y otros medios (mencionar el afán de vender periódicos de La Voz: su fotogalería es insultante para la dignidad de los que de verdad importan, víctimas y familiares) al publicar el perfil de facebook de un hombre que ya, pase lo que pase, demuestren lo que demuestren futuras conclusiones (concluyentes y no fruto de la carnaza), ya tiene su vida destrozada para siempre. Por eso me repugna ese ensañamiento ignorante, ese linchamiento, tanto como me repugnan los gestos estudiados, los silencios drámaticos prescritos por sus asesores, las condolencias hilarantes (por no decir otra cosa) de Moncloa, de partidos y de reyes y reinas y demás "personalidades". Sólo recordar que ingenieros y expertos hablan de muchos factores que se han podido conjugar. Dejemos que hablen ellos. Y nada más. Sólo que el dolor merece Respeto. Como mínimo, respeto.</span>eugeniahttp://www.blogger.com/profile/11477102009888367928noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4649719412467719823.post-7431388605550219772013-04-29T10:29:00.000-07:002013-04-29T10:29:56.431-07:00tareas pendientes<br />
<div class="MsoNormal">
</div>
<div class="MsoNormal">
</div>
<div class="MsoNormal">
Y cuando llegue la primavera</div>
<div class="MsoNormal">
Si la primavera llega por fin</div>
<div class="MsoNormal">
venerar la casa sacudir el polvo</div>
<div class="MsoNormal">
desahuciar el
desorden acorralar el olvido</div>
<div class="MsoNormal">
desterrar alfombras olvidar
el miedo</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Cuando llegue la primavera</div>
<div class="MsoNormal">
Si la primavera llega
por fin</div>
<div class="MsoNormal">
convocar el amor vencer la angustia</div>
<div class="MsoNormal">
recuperar el placer atrincherar el dolor</div>
<div class="MsoNormal">
cultivar la luz venerar el recuerdo</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Cuando la primavera llegue</div>
<div class="MsoNormal">
Si la primavera llega </div>
<div class="MsoNormal">
Por fin</div>
<br />
<br />
eugeniahttp://www.blogger.com/profile/11477102009888367928noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4649719412467719823.post-25504416345850067322013-03-19T12:39:00.000-07:002013-03-19T12:39:10.645-07:00Pingüinos<br />
<div class="MsoNormal">
El día que te fuiste a Leo se le cayó un diente.</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Era una de esas cosas que te contaría enseguida, incluyendo
foto de hueco en la encía. Una de esas noticias que te encantaban y te alegraban el día. Me pedirías que te
contara todos los detalles, la emoción de esperar al ratoncito Pérez y hasta
querrías que te describiese su cara de sorpresa al levantar la almohada.</div>
<div class="MsoNormal">
Y mira qué tontería bicho…con todo lo que habíamos pasado y
lo que más me atormentó durante unas horas fue no poder contarte que a Leo se
le había caído un diente.</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Y hablarte de los niños, de los tres. Porque era lo que más
te preocupaba, siempre los niños…a fin de cuentas yo misma no puedo evitar incluirme
entre tus niños, con más de treinta y
cinco tacos que ya tiene delito…</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Te lo dije unos días antes de irte, que eras la mejor madre
que yo había tenido. La que me peinaba, me vestía, me ayudaba con los deberes, hablaba con mis
profes. La que escogió conmigo mi vestido de
novia y me ayudó a ponérmelo, en todos los sentidos. Tú me apretaste la
mano y no dijiste nada. </div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Apenas unas horas después de que te trajeran empezaron a
llegar flores y más flores…un flujo inabarcable de ramos y de gente. Ya
sé que tú no querías flores, pero fue la única de tus instrucciones que no
pudimos cumplir. Llegaban demasiadas y además siempre te gustaron los lirios.
Por lo demás seguimos a rajatabla el funeral laico, ni misas ni símbolos y
ahora estás donde querías, en ese lugar tan querido y tan nuestro. Es una
manera más de que el verano del 97 esté siempre vivo para todas. Te acuerdas
que salimos de Carballo soportando una lluvia torrencial e impía. Pero tú
dijiste que no abortábamos plan y fuimos las cuatro cantando como locas y
haciendo el bobo todo el camino. E increíblemente al llegar allí el cielo se
limpió y se puso azul y hermoso. Pudimos acampar y no sólo eso, disfrutamos de
siete días de calor y buen tiempo y
justo se puso a llover otra vez la mañana que nos íbamos y ya nos dio igual. </div>
<div class="MsoNormal">
El finde que viene vamos a verte otra vez y así nos pegamos una comida en uno de los sitios habituales, aunque no sea verano y aunque
nada sea igual si no estás tú.</div>
<div class="MsoNormal">
Estarías tan orgullosa de Pita…a pesar de ser quien
arrastraba el mayor dolor, el mayor
desamparo, estuvo tan entera bicho…soportando estoicamente horas y horas de
besos y abrazos. Y todo con una sonrisa
y el trato más cortés. Yo también lo intenté, y creo que más o menos lo
conseguí, porque era lo que tú harías y querrías, ese coraje que siempre nos
transmitiste. Y vaya si predicaste con el ejemplo, porque fuiste una campeona. </div>
<div class="MsoNormal">
No dejaste de luchar ni un minuto, a pesar de que el azar
nos había señalado hace mucho y a pesar de que nos enteramos tarde de que
jugábamos con las cartas marcadas.</div>
<div class="MsoNormal">
Pero Pita fue admirable, todo el mundo me lo decía, que era
increíble esa entereza en una chica de apenas 20 años. Pero es normal. Es hija
tuya.</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Hubo de todo, compañeros tuyos que se ponían a llorar al
verme, porque decían que cierto gesto o pose les recordaba a ti. Creo que te
gustaría saber que por fin conocí a Mila y le pude dar las gracias por todo el
apoyo y la fuerza moral que te había regalado este último año atroz. Hablamos
más de una hora frente al cristal dónde estabas, porque mamá había salido a
comer y me prohibió levantarme de allí mientras no volviese, para que no te
quedaras sola…ya sabes…cosas de mamá. Mila me pareció un encanto, tal como me
la habías descrito. No dejaba de repetirme la admiración que sentía por ti, por
lo valiente e inteligente que eras. Nos reímos un rato recordando tus ironías,
ese sentido del humor tan negro y tus
juicios tan afilados. </div>
<div class="MsoNormal">
Hubo algo que me rompió y fue que todo, absolutamente todo
el mundo de tu entorno que yo sólo conocía de oídas me decía “yo conozco mucho
a tu hijo” “Ah Leo…cuánto he oído hablar
yo de Leo” </div>
<div class="MsoNormal">
Y hablando de Leo…me pasa un poco como a él , que dice que no
se cree nada de que estás en el cielo…y
que no mami…que yo la voy a buscar por toda la casa…en la cama… en la sala…en
la habitación de Alba y en el baño…y la
voy a encontrar porque ya verás cómo está en el trabajo o tomando un café….pues
yo un poco lo mismo. </div>
<div class="MsoNormal">
No me puedo creer que
ya no estás y sigo esperando mi primer
wasap de la mañana y todavía no he querido sentarme a llorar y
no quiero pensar y procuro acabar los días agotada de trabajo y
actividad, para no darme cuenta, para
poder seguir pensando que estás en el trabajo o tomando un café.</div>
<div class="MsoNormal">
A lo mejor escribo esto para creérmelo de una vez. </div>
<div class="MsoNormal">
Pita me regaló al día siguiente el colgante talismán, ese
que llevabas siempre puesto. El lunes compré una doble correa para no perderlo
nunca y no quitármelo nunca. Leo y Ane
le dan vueltas y vueltas cuando están en mis rodillas o cerca de mí, pero no
dicen nada.</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
No me llevé nada más, salvo las alpargatas de cuero que
usabas siempre en casa y que compramos juntas una noche en una tienda del
Albaicín te acuerdas…aquel viaje fue genial. Tu saliste en trance de La
Alhambra, asombrada por la belleza, por los sonidos y los olores…cada noche
íbamos al Albaicín y nos quedábamos en las teterías hasta las mil, charlando y
tomado té. Y hace unos meses apenas me mandaste aquel wasap <i> Pete
quiero volver a La Alhambra! </i> Y yo te
puse <i>vamos!<o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><br /></i></div>
<div class="MsoNormal">
Fue duro recoger tus cosas. Como una metáfora del
desmoronamiento que sufrimos todos, se me cayó el alma a los pies cuándo cuatro días después entré en tu casa
de nuevo y el suelo de todo el piso de abajo
se había levantado por una fuga de agua. Y tu casa, siempre tan agradable, tan
ordenada, tan tú, también se había revelado ante tu ausencia y decidió
reventar. Y tus muebles, tan hermosos, todos hechos de madera y diseñados por ti hasta el último detalle … <i>“Euge, éstos son muebles que puede heredar
mi hija”... </i>me decías cada vez que Francisco acababa uno….estaban
desconcertados y perdidos vagando por territorios que desconocían, aunque
estuviesen a menos de un metro de su sitio original. Pero procuramos hacerlo
bien, con calma y cierta paz, a pesar de que la desolación lo invadía todo y
que no podía dejar de mirar una ampliación de un primer plano tuyo con 24 años
que Pita había colocado en la estantería. Y estabas tan guapa…tanto como
siempre, porque incluso los últimos días en el hospital pensaban que tu hija
era tu hermana, de lo hermosa que estabas, con la piel suave y el pelo negro
brillantísimo todavía. Parecías una chica. Y por eso siempre te enfadabas
cuando te llamaban señora e incluso aquella vez te fuiste de Zara sin comprar
nada porque la niñata que estaba
cobrando le dijo a su compañera <i>“le voy a
cobrar a la señora” </i> y tú <i>“pues no, déjalo, que ya no me llevo nada” </i> y
la tía con cara de póquer y Pita aguantando la risa detrás de ti. Y cuándo veíamos
las esquelas y ponían <i>“La Señora:.” </i> Pita me decía que vaya cabreo te ibas a
pillar. </div>
<div class="MsoNormal">
Conseguimos cerrar la puerta a las doce en punto y mandar a
todo el mundo a descansar, como tú querías, a pesar de que no esperábamos
tantísima gente, pero se consiguió. Y nada más coger la autopista el cielo se
rompió de pronto en una tormenta
formidable, con relámpagos que iluminaban todo el espacio y truenos
bestiales y le dije a David <i>“esta es mi hermana que está diciendo por
fin todo dios para casa ya” </i>. Y es que estabas preocupada porque ibas a
trastocar las rutinas de la gente y no querías que estuviésemos en el tanatorio
mil horas, que era muy cansado. Y esa lucidez es lo que más me duele, porque al
final organizaste hasta tu propia partida, siempre pensando en los demás más
que en ti misma, siempre igual. Y es que tanto darle vueltas al dolor de
lucidez y no entendí bien el concepto hasta que me dolió tanto la tuya. <i> Me da
miedo su miedo</i>, intentaba explicarle a David. Hasta que te tuve que ver
despedirte de tu propia casa, sabiendo que no ibas a volver, y pedías estar
cinco minutos en la sala e ibas en el coche mirando el cielo y los árboles y me
preguntaste con una serenidad pasmosa <i>“¿por
qué no nos dejarán morir en casa?” </i>y
yo te contesté que sólo te iban a regular la
medicación y el fin de semana estabas de vuelta, sabiendo que te mentía,
pero tú me sonreíste y negaste con la cabeza. A fin de cuentas eres mi hermana
mayor, la columna vertebral de esa familia tan convulsa. Así que ahora nos partieron
en dos la columna y andamos perdidos y desconcertados sin saber qué hacer,
porque no estás para organizarnos. </div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
El 25 de octubre del 2011 el cielo se nos derrumbó. Es nuestra naturaleza, así que nos colocamos la
cota de malla y el escudo y nos dispusimos a bajar al Abismo y librar una lucha
sin cuartel, a pesar de que nos enfrentábamos a más de diez mil orcos. Pero ninguna luz cegadora e inesperada apareció al amanecer del último día para
salvarnos. Para salvarte.</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Pita se pregunta cómo es posible que te pidiese que dejases
de luchar pero yo creo y quiero decirle que era lo
mejor y lo único que podíamos pedir para
que terminase aquello que no era digno de ti, de la mujer fuerte y formidable
que fuiste siempre. Y que no fue una
debilidad pedírtelo, porque yo misma, a pesar de mi descreimiento, le pedí a papá la tarde antes
que viniese a buscarte, que por favor viniese ya…y necesito creer que estás
ahí, en algún lugar, el que sea, pero estás. </div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
La cabeza está llena de imágenes todo el rato y a lo mejor
es estúpido que la que más me atormente sea la de tu plumífero marrón colgado en
una percha al abrir la portezuela del armario del Canalejo, cuando recogimos todo porque ya te
llevaban. Ya ves que tontería, pero no se me va de la cabeza. Y estoy enfadada. Enfadada por el absurdo de
que te fueras tú. Me compensa que hayas sido feliz, y que tuvieras Bali,
Mauricio, Cuba, Londres….Pita…sobre todo. Pero me puede la rabia y la
impotencia de los años que te robaron,
los nietos, los viajes….las compras, los cafés, los vinos, los amigos. Daría lo
que fuese por una tarde más de cafés y tiendas.</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Desde el 25 de octubre de 2011 acarreamos un fardo de miedo,
angustia, dolor y rabia. Y ahora nos damos cuenta de que es un bagaje imposible
de llevar e imposible de dejar, un sinsentido, una situación perversa. Están el
omnipresente <i>por qué </i> y <i> por qué a nosotros, por qué a ti</i>. Y no hay
respuesta.</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Desde el mismo día en que te fuiste, algo cambió imperceptible pero firme dentro de mí con respecto a Pita.
Y es que me siento igual que cuando me acompañabas a ver a Leo a neonatos, ¿te
acuerdas? No quiero ni puedo sustituirte,
pero nunca la voy a abandonar . No me dejaste una tarea difícil, es una niña
inteligente, encantadora, buena …tú la convertiste en un ser maravilloso. Sólo
prometer que intentaré estar a la altura y que no me puede la responsabilidad,
que asumo un papel inesperado con toda la ilusión que me dejan las
circunstancias en que lo hago.</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Y por último aquello. Unos días después Carlota me empezó a
hablar de ese documental sobre animales que había visto en la dos. Yo no sabía
que los pingüinos se organizan en familias tradicionales, con papá, mamá y crías. Ni tampoco sabía que son monógamos y
permanecen juntos hasta el final. Pues eso, me habló de una familia de pingüinos
que en una época especialmente crítica de frío y hambre, tuvo que dejar partir
a la hembra en busca de alimentos, dejando a la cría al cuidado del padre. Unos
días después, al ver que no volvía, el padre se fue a buscarla. La cría de pingüina
se quedó vagando sola días y días, muerta de hambre y de frío. Ninguna mamá de otra familia compartía
su comida con ella porque reservaba los alimentos para sus propios hijos.
Tampoco ninguna la acogía en su bolsa para que no muriese de frío. Cuando ya
estaba muy malita, una cría de otra familia se negó a comer durante días, a
pesar de que generalmente tenía un hambre voraz. La madre se dio cuenta y acogió a la pingüinita
en su bolsa y le dio de comer. Unas horas después, su propia cría dejó de
negarse a hacerlo. </div>
<div class="MsoNormal">
Carlota sólo me contó esta historia y sonrió. Y eso. Que tu
pingüina nunca va a pasar hambre ni frío, porque mi bolsa es bastante grande. A
fin de cuentas, tú también de alguna manera, me llevaste en la tuya.</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Y que muevas la cortina si quieres, que ya sé que te dije
que no, pero sí que quiero.</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
eugeniahttp://www.blogger.com/profile/11477102009888367928noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4649719412467719823.post-50048498888473152982013-02-15T03:44:00.000-08:002013-02-15T03:44:35.097-08:00Cuando emprendas el viaje hacia Itaca ruega que sea largo el camino<br />
<div align="center" style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm; text-align: center;">
</div>
<div align="center">
<span style="background-color: #a64d79;"><span style="color: #000099; font-family: Verdana, sans-serif;"><br />
Itaca</span><o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: start;">
<br /></div>
<div style="text-align: start;">
<span style="background-color: #a64d79;"><span style="color: #000099; font-family: "Verdana","sans-serif"; mso-bidi-font-weight: bold;">Cuando emprendas el viaje hacia Itaca<br />
ruega que sea largo el camino,<br />
lleno de aventuras, lleno de experiencias.<br />
A los Lestrigones, a los Cíclopes<br />
o al fiero Poseidón, nunca temas.<br />
No encontrarás trabas en el camino<br />
si se mantiene elevado tu pensamiento y es exquisita<br />
la emoción que toca el espíritu y el cuerpo.<br />
Ni a los Lestrigones, ni a los Cíclopes,<br />
ni al feroz Poseidón has de encontrar,<br />
si no los llevas dentro del corazón,<br />
si no los pone ante ti tu corazón.</span><o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: start;">
<br /></div>
<div style="text-align: start;">
<span style="background-color: #a64d79;"><span style="color: #000099; font-family: "Verdana","sans-serif"; mso-bidi-font-weight: bold;">Ruega que sea largo el camino.<br />
Que muchas sean las mañanas de verano<br />
en que - ¡con qué placer! ¡con qué alegría! -<br />
entres en puertos nunca antes vistos.<br />
Detente en los mercados fenicios<br />
para comprar finas mercancías<br />
madreperla y coral, ámbar y ébano,<br />
y voluptuosos perfumes de todo tipo,<br />
tantos perfumes voluptuosos como puedas.<br />
Ve a muchas ciudades egipcias<br />
para que aprendas y aprendas de los sabios.</span><o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: start;">
<br /></div>
<div style="text-align: start;">
<span style="background-color: #a64d79;"><span style="color: #000099; font-family: "Verdana","sans-serif"; mso-bidi-font-weight: bold;">Siempre en la mente has de tener a
Itaca.<br />
Llegar allá es tu destino.<br />
Pero no apresures el viaje.<br />
Es mejor que dure muchos años<br />
y que ya viejo llegues a la isla,<br />
rico de todo lo que hayas guardado en el camino<br />
sin esperar que Itaca te de riquezas.<br />
Itaca te ha dado el bello viaje.<br />
Sin ella no habrías aprendido el camino.<br />
No tiene otra cosa que darte ya.</span><o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: start;">
<br /></div>
<div style="text-align: start;">
<span style="background-color: #a64d79;"><span style="color: #000099; font-family: "Verdana","sans-serif"; mso-bidi-font-weight: bold;">Y si la encuentras pobre, Itaca no te
ha engañado<br />
sabio como te has vuelto con tantas experiencias,<br />
habrás comprendido lo que significan las Itacas.</span><o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: start;">
<span style="background-color: #a64d79;"><span style="color: #000099; font-family: "Verdana","sans-serif"; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: start;">
<span style="background-color: #a64d79;"><span style="color: #000099; font-family: "Verdana","sans-serif"; mso-bidi-font-weight: bold;">Kavafis</span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<br />
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
eugeniahttp://www.blogger.com/profile/11477102009888367928noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4649719412467719823.post-1786489290239091192012-05-05T12:28:00.000-07:002012-05-05T12:28:16.809-07:00como un niño con zapatos nuevos<br />
¬-Mami Olivia me ha vuelto a decir delante de todos que siempre llevo los mismos zapatos…<br />
Joder otra vez no pensó con una resignación que no era tal, que en realidad era cansancio, desesperación, miedo.<br />
-bueno María, ya te he dicho muchas veces que no hagas caso de las tonterías de Olivia, que lo importante es ir al cole limpios y abrigados…<br />
Miró la piel desgastada, estirada hasta el imposible, los deditos de su hija apretujados mañana cobro…de mañana no pasa…<br />
Pero Roberto llevaba meses sin pasarle la pensión, desde que se le había acabado el paro, ese paro que les había llevado al abismo, a hacer insostenible la convivencia. Y en la guardería cada vez menos niños, menos trabajo. Desde las cinco de la tarde su aula se quedaba vacía. Sabía que la propuesta de reducción de horas o despido llegaría inevitablemente más pronto que tarde. Sortearon charcos y frío y por fin llegaron al portal. Carta en el buzón. Factura del agua….mierda…padre si es posible aparta de mí este cáliz…<br />
<br />
-María cielo…lee un cuento mientras mamá llama por teléfono a la abuela ¿si?<br />
<br />
Dio varios circunloquios, enredó trivialidades, respiró muy hondo antes de decir:<br />
<br />
-Por cierto mamá…necesito que me prestes cuarenta euros…tengo que comprarle unos zapatos a la niña…<br />
<div>
<br /></div>eugeniahttp://www.blogger.com/profile/11477102009888367928noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4649719412467719823.post-27834796811833258452012-04-29T07:33:00.000-07:002012-04-29T07:33:04.409-07:00sin solvencia<br />
-<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span>A plazos…la compras a plazos y ya está…- Yoli se lo había dicho muy segura- solicitas la tarjeta del Delcampo o del Carreclub…no se la deniegan a nadie…<br />
<br />
Pero claro, Yoli tenía un marido. Dos nóminas.<br />
<br />
Ella no. Ella tenía una nómina de 800 euros. Un hijo de cuatro años. Ningún marido. Una nevera rota.<br />
Y ahora tenía a aquella chica sentada enfrente, pálida como una muerta, más avergonzada y apesadumbrada que ella misma<br />
-Lo siento de veras…no consideran que ofrezca solvencia…yo…lo siento mucho…<br />
<br />
Sonrió con esfuerzo y volvió a oír su voz cuando ya estaba cerrando la puerta<br />
<br />
-¿Ha buscado en nuestra planta de oportunidades? Hay modelos a doscientos euros…<br />
<br />
Ella no tenía doscientos euros. Tenía un hijo pequeño que desayunaba zumos individuales desde hacía una semana y se iba al colegio sin nada caliente en el estómago. Una sola nómina. Una nevera rota.<br />
<br />
-Gracias…ya las he visto…no tengo doscientos euros….por eso solicité su tarjeta...<br />
<div>
<br /></div>eugeniahttp://www.blogger.com/profile/11477102009888367928noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4649719412467719823.post-51118512079464692042012-04-16T10:57:00.000-07:002012-04-16T10:57:37.429-07:00la abuela de MarioHace tres años que la veo ir y venir. Mario es compañero de mi hijo desde primero de infantil y ella siempre está allí, cada mañana en la fila, cada tarde en el parque, en las reuniones…siempre amorosa, siempre entregada. Además de con Mario es habitual verla empujando el cochecito de una nueva nieta por las calles del barrio, o acompañar a otros nietos mayores a actividades, al cole, al médico.<br />
Su cuerpo acusa el cansancio de los trabajos y los años, camina ligeramente encorvada, pero su mirada, alegre y chispeante, contrarresta su andar cansino. Nunca la he visto desarreglada. A sus sesenta y ocho años es una mujer guapa, el pelo pulcramente teñido de rubio ceniza, sus sortijas y sus colgantes, sus gestos estilosos.<br />
Hace tres años que la admiro por todo esto, por su incesante actividad y su entusiasmo, cuando yo, con casi cuarenta años menos y un solo niño que atender, a veces tengo ganas de meterme en la cama a las once de la mañana. Estos días he llegado a admirarla mucho más.<br />
Segunda semana de cole y se me acerca en el patio, amistosa, me rodea la espalda con el brazo, me da dos besos <i>hola mi niña, ¿Cómo estás? Te estuve buscando ayer para saludarte pero vino tu marido…</i><br />
Como muchas otras veces hacemos el camino de vuelta a casa juntas, charlando. Ando despacio y demoro el momento de llegar a la esquina de mi casa, dónde nos separamos, porque estoy a gusto y me encanta escucharla. Normalmente hablamos de trivialidades <i>¿tú a que actividades lo mandas?... ¿le sirven los mandilones del año pasado? </i>Cosas así.<br />
Esta mañana dejé atrás la esquina de mi calle y mi portal y la seguí hasta el suyo ay neniña yo aquí liándote con la de cosas que tendrás que hacer…me daba igual, su historia me atrapó, hubiera pasado con ella toda la mañana.<br />
No sé ni como empezamos a hablar de la fe, yo le contaba que creía que mis primeros años en el cole de monjas me habían dejado ligeramente traumatizada, toda aquella disciplina del uniforme, los rezos y los himnos patrióticos. Ella se reía, asentía. Y de repente me regala una historia formidable de fortaleza y vida <i>mira yo…es que necesitas algo a que aferrarte, a mi cuándo hace veintiocho años me desahuciaron por el cáncer de útero al principio me dio miedo, porque me dijeron que no iba a salir…y claro tuve que dejar el trabajo que tenía de cocinera en un colegio…incluso mi marido dejó el trabajo para estar conmigo lo que me quedase…y para ayudarme con los niños…me dijeron “te van a tratar como un sándwich, primero te van a quemar, luego a abrir y luego a quemarte otra vez”…pero me aferré a la esperanza y a San Francisco Javier…le rezaba mucho</i>… a estas alturas yo, que ya me había quedado muda y encandilada, titubeo…<i>tenías esperanza</i>…me mira asombrada, me sonríe y afirma con una vehemencia absoluta <i>¡claro mi neniña! Siempre hay esperanza, siempre…si yo no llego a ser fuerte arrastraría a mis hijos y a mi marido conmigo, tu siempre tienes que mantenerte fuerte para tu familia, las mujeres somos el pilar, entiendes?...y eso que a mi marido me cuidó muchísimo, fue un enfermero buenísimo, pero buenísimo…él sabía que yo tomaba calmantes hacía mucho, tenía ya dolor…pero el caso es que me siguieron mirando durante once años y no se reprodujo…a pesar de lo de mi hijo…que se me murió…</i>mi mirada debía ser de horror absoluto, porque pensaba pero dios, que cobarde soy, quejándome de mis problemas, que no son nada, le pregunto…”<i>¿ se murió tu hijo</i>?”…sonríe, me pone una mano en el hombro y me mira…<i>sí…se me tiró por la ventana con veintitrés años…ya ves…y eso fue más difícil que lo otro…y también seguí adelante…por eso… aunque tu marido se ponga malo…o le pase algo a tu niño…dios no lo quiera…tú tienes que seguir adelante siempre, esperanza hay siempre…</i> ya estamos llegando a su calle cuándo se recompone al instante con una sonrisa…<i>lo de los curas...Bueno yo conozco a uno muy guapo…y anda de discotecas el tío…y hace muy bien…yo le digo “fulanito, si es que tenían que casarse ustedes también, además de salir...”</i> me río, me dice “<i>si si no te rías…si yo siempre digo que son un chollo desperdiciado de hombres, porque nunca van al paro y si no tienen dinero…pues lo cogen del cepillo…”</i><br />
Nos reímos las dos con ganas.<br />
Llego a casa y me doy cuenta de que se merece que no me olvide nunca de su lección. Y de que no sé el nombre de la abuela de Mario.<br />
Mañana tengo que preguntárselo.<br />
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</div>eugeniahttp://www.blogger.com/profile/11477102009888367928noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-4649719412467719823.post-77069175997239155242012-02-16T04:16:00.000-08:002012-02-16T04:16:21.034-08:00más que mirarse (XXX)<div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;"> <b><i>Pero también<o:p></o:p></i></b></span></div><div class="MsoNormal"><b><i><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;"> la vida nos sujeta porque precisamente<o:p></o:p></span></i></b></div><div class="MsoNormal"><b><i><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;"> no es como la esperábamos.<o:p></o:p></span></i></b></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><b><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;"> Jaime Gil de Biedma<o:p></o:p></span></b></div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;"> <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;">Llega un momento en nuestras vidas en que se produce un punto de inflexión. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;">Lo marca algún acontecimiento. Un gran amor. Un hijo. La muerte o la enfermedad de alguien muy querido. Algo o alguien que forma parte fundamental de nuestra estructura vital cambia de posición. En cualquier caso, sabemos que es un punto y aparte, que nada podrá ya ser igual, que nada será lo mismo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;">El tiempo modifica su consistencia. Dejamos de ver el futuro como una enorme y espléndida masa de días que nos envía señales luminosas, a las que miramos repletos de esperanza y optimismo. Perdemos el concepto de linealidad, de alguna manera. Empezamos a aceptar que ya no podremos con algunos proyectos, que hay metas que no alcanzaremos, sueños que sólo conservarán el nombre. Sencillamente porque sentimos que ya hemos completado, por lo menos, la mitad del camino. Que ya no habrá tiempo. O ilusión. O energías.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;">El cuerpo empieza a acusar la devastación del alma.Y dejamos de ser jóvenes y hermosos. La piel comienza a arrugarse, casi imperceptiblemente al principio. Rotundamente poco más tarde. Finísimas hebras blancas surgen tenaces de la fecundidad antes hermosa y poblada de nuestro cabello. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;">Dejamos atrás la cima de nuestros días y empezamos a descender. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;">De alguna manera la vida nos seguirá atando.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;">Tenemos hijos, afectos, trabajos, responsabilidades. Algo o alguien que depende de nosotros. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;">Y seguiremos adelante. Sin saber muy bien que es <i>adelante. </i>Preguntándonos si realmente es hacia adelante adonde vamos. Si no será más bien que ya sólo vamos hacia atrás.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;">Así que continuamos firmes en nuestro descenso de la cima. Cada vez con menos luz. Cada vez con más peso sobre los hombros. Pero continuamos.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;">Yo creo que todo este proceso ya había comenzado a gestarse en Charo cuando comenzó nuestra vida en común. Es muy posible que considerase que todo lo decisorio, todo lo trascendental, lo más hermoso de su propia historia hubiese sucedido ya. Pero quiso quedarse para ayudarme a mí en el ascenso. Porque sabía que nadie puede hacerlo solo. Que el resultado de la escalada depende de los apoyos que recibamos en cuantos años fundamentales. Unos pocos años en los que todo los que nos enseñen, nos inculquen, nos den, definirán el resultado entre una persona o un mero ser humano.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;">Tuvo amantes.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;">No sé cuantos, ni sé exactamente la importancia que tuvieron, porque en sus diarios apenas los menciona. Sólo a Lucas Fernández, un abogado muy conocido de la ciudad al que rechazó como marido media docena de veces, pero aceptó como amante ocasional una vez él estuvo casado con otra. Por lo que recuerdo de ese señor- falleció unos años antes que ella- solía mirar a mi madre con ojos de cordero camino del sacrificio y no se perdía detalle de cada uno de sus gestos o risas, pero creo que para Charo fue, probablemente, su mejor amigo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;">Estuvo también el bibliotecario. Un señor atractivo y serio a más no poder, calculo que unos años más joven que ella. Cuando, allá por mi preadolescencia empezó a colar notitas entre los libros, Charo me las enseñaba entre divertida y sonrojada. Me di cuenta de que las notitas se habían traducido en piel y saliva cuando ese señor empezó a telefonear a nuestra casa y veía a Charo arreglarse y salir a la media hora de atenderle. Hubo algunos más y creo que todos ellos cumplían una función. La no desperdiciar ningún resquicio de juventud o belleza. La de sentir que seguía viva, viva pese a todo. Aunque estuviese ya del otro lado. Aunque fuese de bajada. Aunque nada pudiese ya ser lo mismo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;">Creo que para mí, Esther Fernández Navarro, el tiempo de la claudicación ha comenzado ya. No sólo porque de cuando en cuando descubro una finísima hebra de pelo blanco colarse entre la soberbia aún fértil de mi cabello negro, sino porque asumo que a veces el cansancio es más valiente que la voluntad.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;">Confieso que el futuro, ese ente esquivo y tramposo, ya no me lanza fuegos de artificio, promesas de perpetuidad y fortuna. Y que ya no le miro llena de optimismo y expectante ante su oferta. Pero sí le miro llena de curiosidad. Ha dejado de ser una curiosidad desaforada y apasionada. Es una curiosidad prudente y desconfiada.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
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</div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;">Hace un año tuve que cerrar la librería. Las circunstancias decidieron por mí. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;">Y con todo, estuve agradecida de tener un empleo fijo al que volver. Sigo sin sentir mi sinfonía la mayor parte de los días, pero de vez en cuando se cuela alguna nota perdida y desmigajada. Tal vez esté volviendo. Tal vez no.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;">Pero miro a mi hija, dormida en su mini cuna mientras escribo esto y sé que debo quedarme velando su escalada. Habita dentro de mí cierta fuerza tibia y semidormida, que intuyo puede volverse torrencial para salvaguardar su integridad, su seguridad, de modo que no creo que haya guerra o batalla en la que yo no presentase armas por ella. Y tal vez ese sea finalmente el sentido de la vida, perpetuar eternamente la escalada y el descenso, la mitad del tiempo de un lado, la otra mitad, del otro. Porque a ella le quedan amistades que forjar, metas que alcanzar, amores, amantes. Y de mi depende que cuente con los arneses y las cuerdas adecuados para vivir cada amistad, cada meta, cada amor, cada amante como yo los he vivido, con la alegría y la satisfacción íntimas de saber que cada minuto es único, que cada persona es un hallazgo, que cada peldaño es una bendición. Y todo ello para que, llegado el tiempo de la claudicación, pueda confesar, sin dudas ni ambages, que ha vivido.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
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<a href="" name="NO_VOLVERÉ_A_SER_JOVEN"></a><b><span style="color: #84b0d6; font-family: Georgia; font-size: 13.5pt;">No volveré a ser joven</span></b><b><span style="color: #84b0d6; font-family: Georgia; font-size: 10.0pt;"><br />
<br />
Que la vida iba en serio<br />
uno lo empieza a comprender más tarde<br />
-como todos los jóvenes, yo vine<br />
a llevarme la vida por delante.<br />
<br />
Dejar huella quería<br />
y marcharme entre aplausos<br />
-envejecer, morir, eran tan sólo<br />
las dimensiones del teatro.<br />
<br />
Pero ha pasado el tiempo<br />
y la verdad desagradable asoma:<br />
envejecer, morir,<br />
es el único argumento de la obra.<br />
<br />
<em>"Poemas póstumos" 1968</em></span></b><b><span style="font-size: 13.5pt;"><o:p></o:p></span></b><br />
<div class="MsoNormal"><br />
</div>eugeniahttp://www.blogger.com/profile/11477102009888367928noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4649719412467719823.post-75109892502518979242011-12-09T13:57:00.000-08:002011-12-09T13:57:49.546-08:00más que mirarse (XXIX)<div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;">Era una nota simple a pie de página, pero que la conmovió hasta lo más hondo, porque estaba directamente dirigida a ella. <i>A ella</i>. Como si aquella mujer, con su personalidad mágica, su vida mágica, hubiera logrado trascender los muros infranqueables de la muerte. Era reciente y ella se había preocupado de que Esther lo supiese, pues había utilizado un <i>pilot </i>rosa, que aún permanecía impávido y asombrado en el lapicero de los últimos meses… <i>Esther hija…está todo en el estante central, detrás de las obras completas de Gracián…</i> No había añadido nada más, como si no quisiese alterar más de lo imprescindible sus rutinas.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;">La mudanza había resultado engorrosa y cansada, como todas las mudanzas. Había hecho algunos cambios significativos, como mandar al trastero todos los muebles que habían sido su cuarto anterior, todos buenos y pesados, de madera sólida y antigua. A cambio había instalado en el centro una cama blanca con dosel de <i>Bed´s </i>que hacia años que le gustaba. El resto era de <i>Ikea. </i>La cómoda blanca de <i>Malm</i>, un espejo con marco blanco roto de cuerpo entero y funda nórdica y alfombra de tonos alegres, con matices que iban del rojo intenso al verde. También había desmantelado parcialmente la sala de estar de diario. Un sofá rojo enorme de varios cuerpos sustituía a los originarios de piel, que debían llevar más de treinta años en la casa. La mesa de centro de cedro también se había trasladado al trastero y en su lugar lucía una mucho más sencilla, con la superficie color haya y patas metálicas. Conservó el mueble frontal porque era bueno, pero de diseño sencillo, sin las pretensiones decimonónicas del resto de los muebles, tan al gusto de los padres y abuelos de Charo. En cuanto lo hubo poblado con sus libros, fotos, equipo de música y la tele de plasma, el conjunto adquirió una personalidad moderna y desenfadada, su personalidad. Tenía en mente renovar totalmente la cocina, pero eso ya requeriría ahorro y paciencia.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;">La primera noche Rafa durmió con ella. Se había quedado totalmente prendado de la casa. Esther sonreía al verle recorrer las estancias una y otra vez, con evidente cara de asombro y escepticismo <i>joder cielo…es increíble que aún existan tesoros como éste…parece un decorado de una peli de James Ivory…</i>cuando abrió la puerta de la biblioteca sus ojos se ensancharon como platos. Le llevó más de una hora hacer un recuento sólo parcial de los tesoros que albergaba. Rafa no daba crédito…<i>dios Esther…esto es de cuento…están todos los clásicos…Quevedo, Lope, Shakespeare, y hay docenas libros de sellos y monedas… ¿Charo era aficionada a la numismática?...no, eso era cosa de su padre…</i>respondía Esther, orgullosa y feliz de ver su entusiasmo genuino, casi infantil. El seguía el recorrido ensimismado, sin dar crédito a su suerte y se alborozaba como un niño <i>mira mira cielo…mira esto…Proust…Céline…Djuna Barnes…D.H. Lawrence…Capote…Borges…Sábato…está todo aquí Esther! Todos!! …y los rusos…todos…los poetas malditos franceses…y mira esto…¡¡ la correspondencia privada de Scott Fitzgerald y Zelda!!...sí, todos esos ya son aportación de Charo…</i>respondía ella divertida.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;">La misma impresión de mágica irrealidad le causó el comedor, tan señorial, con su larguísima mesa de patas talladas, que sostenían la impoluta superficie de mármol, tan pesada, que habría sido imposible levantarla sin la ayuda de quince hombres… <i>pero…Esther… ¿dónde habrán comprado esto? ¿alguna vez comíais aquí?....creo que no lo compraron…que lo hicieron a medida para este salón…todo…las sillas, el aparador…la mesa…y…sólo comíamos aquí una vez al año…Charo daba una fiesta para conmemorar la República…en Abril…venían muchísimos amigos suyos…de todas maneras no te emociones…nada de esto me pertenece en realidad…lo hermanos de Charo murieron antes que ella…y antes de eso ya habían cedido la propiedad a Charo…pero el contenido es distinto…Charo tenía sobrinos…en realidad les pertenece a ellos todo esto…así que pueden venir a buscarlo en cualquier momento…aunque dudo que lo hagan…ninguno debe albergar buenos recuerdos de la casa ni de su abuelo…no los trataba muy bien….</i>Rafa reía…<i>bueno que se lleven todo…menos los libros…<o:p></o:p></i></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;">Para conmemorar la noche, prepararon una cena frugal a base de patés, quesos, anchoas y salmón ahumado. Lo dispusieron todo en la nueva mesa de la cocina, estrecha y alargada, de color roble, que Esther había combinado muy acertadamente con sillas de metacrilato trasparentes y una enorme lámpara blanca justo encima, que aportaba una luz directa pero difusa a la vez, cálida, agradable. No obstante esa noche prescindieron de la luz eléctrica y encendieron muchas velas. Llenaron sus copas y brindaron. Era una etapa nueva, aunque los escenarios se repitieran. La sensualidad y el aire de irrealidad les venció allí mismo y prefirieron estrenar la mesa antes que la cama. Esther fregaba los escasos platos de la cena fría cuando sintió las manos de Rafa aferrar sus pechos desde atrás, por dentro de la camiseta de algodón. Sentir sus besos cálidos y húmedos en el cuello la excitó de veras y ella misma se deshizo en pocos segundos de los vaqueros y el sujetador, se tumbó encima de la mesa ansiosa, esperando ver aparecer ante ella la orgullosa e imponente erección que adivinaba. La excitación de él se hizo mayúscula ante ese gesto, ante la visión de su amante desnuda y expectante tendida en la mesa y ya no logró ni desnudarse, se limitó a arrancarle las bragas y desabrocharse el pantalón para penetrarla profundamente al instante, agarrando con fuerza sus caderas y elevando las piernas de ella por encima de cada uno de sus hombros. Esther se dejó arrastrar por las inefables oleadas de placer que él detonaba con cada embestida y sólo incorporó parcialmente el torso, los codos apoyados sobre la mesa, para besar su boca de forma furiosa y desatada unos segundos, antes de dejarse caer otra vez sobre la superficie dura y rendirse a una crisis de placer prolongada y sublime, que la dejó sumida en una catarsis muy dulce. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;">Cuándo por fin estrenaron la cama, esta vez para dormir abrazados pecho con espalda, Esther descubrió que tantas emociones la habían desvelado, así que sigilosamente se levantó, se puso la camiseta de Rafa, tirada en la alfombra, y se dirigió a la biblioteca.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;">Le llevó unos cinco minutos encontrar en el estante frontal <i>El Arte de la Prudencia</i> y lo retiró casi con miedo, como si estuviese realizando algún tipo de ritual iniciático. Allí estaba. El mismo paquete marrón que había visto en una acera hacía ya veinticinco años. Mucho más desgajado y marchito, como si hubiese sido manoseado cientos de veces. Conteniendo el aliento, separó una de las aristocráticas sillas y se sentó frente a su tesoro.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;">Allí estaba ella, su querida, queridísima Charo. Pero no era exactamente ella. Era una chica hermosa de puro feliz, el rostro sonrosado y arrebolado, las huellas patentes del amor y del placer que le proporcionaba aquel hombre ancho de hombros, bien parecido, de mirada penetrante e inteligente y sonrisa relajada que la abrazaba desde atrás, apoyando la barbilla en su hombro y aferrándola por la cintura con las dos manos. Los dos miraban de frente a la cámara, confiados, como si aún no adivinaran la factura tan terrible que tanta felicidad les habría de pasar.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;">En la siguiente estaban en una playa, el cuerpo de él, poderoso y firme, hermoso en su insultante juventud, parecía correr por la arena, y en brazos la llevaba a ella, otro cuerpo hermoso y joven, bronceado y apenas cubierto por un biquini blanco, la dorada melena cayendo sobre su espalda. Los dos reían casi a carcajadas.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;">Había varias más, Juan apoyado en el capó de un mini azul… los dos con un cigarrillo y una copa en la mano, en una especie de reunión social o club, ya que se adivinaba el humo y la presencia de otras personas alrededor; en ésta última no miraban al fotógrafo, se miraban a los ojos y sonreían, llenos de complicidad.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;">La última le encantó. Era Charo en una mesa, con el pelo suelto y un suéter de cuello alto. Tenía un cuaderno ante ella y sostenía un bolígrafo en una mano y un cigarrillo en la otra. Charo escribiendo, tal como ella la había visto hacer millones de veces. Pensó que a él le gustaría tanto como a ella verla así, febril y concentrada en sus textos, por eso la había fotografiado sin que ella lo advirtiese.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;">Se dio cuenta de que aquella noche ya no podría dormir, así que trasladó a la mesa de la cocina todas las cartas. Se preparó una infusión bien caliente y alcanzó el cenicero. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;">Rafa la encontró a las siete de la mañana exhausta y con la mirada perdida, tan a fondo se había metido en el relato de aquel amor y de aquel dolor ajeno, que ni se había dado cuenta de la hora. Había llorado, había reído, había vivido toda una vida en una sola noche. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;">Al mediodía comió algo en el Andy y condujo hasta el centro comercial. Encontró en <i>Pórtico</i> unos marcos preciosos, de madera blanca decapada, con volutas discretas y un aire romántico y sobrio a la vez. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;">Preparó para cenar una merluza en salsa verde que inundó la cocina y la salita de deliciosos efluvios, puso jazz más bien bajito y encendió unas velas.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt;">Cuándo Rafa llegó reparó casi de inmediato en los nuevos rostros que les sonreían desde sus flamantes marcos, que a partir de ahora compartirían con ellos cada cena, cada comida, cada minuto de aquel hogar algo improvisado que aún estaban estrenando…<i>hey…que fotos más bonitas…¿son ellos, verdad?</i>...Esther sonrió, orgullosa, y asintió levemente con la cabeza… <i>son guapos ¿a que sí?...</i>Rafa la abrazó por detrás adoptando idéntica postura a la de la foto y le susurró al oído…<i>desde luego…pero nosotros mucho más…<o:p></o:p></i></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><i>Miro…el instante en que han quitado la fotografía…ríes con la timidez de quien le avergüenza la risa…quince años que sujeto entre mis brazos…al compás del último disco robado…creo…que ese tiempo que se fue no ha sido nunca nuestro…como…cuando te miro y no logro recordar tu cuerpo… ¿no eras tu aquella insolencia de latidos…que encendía mis deseos mas prohibidos?…<o:p></o:p></i></div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><i>Siento…que tu y yo no somos más que dos desconocidos…otros dos extraños que en el tiempo se han hecho asesinos…esos dos niños de la fotografía…que abrazados van bailando por la vida<o:p></o:p></i></div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><br />
</div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><i>Aute, “Queda la música”<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div>eugeniahttp://www.blogger.com/profile/11477102009888367928noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4649719412467719823.post-84676807004261145572011-11-30T02:38:00.000-08:002011-11-30T02:38:20.021-08:00más que mirarse (XXVIII)<div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11.0pt;">Aquel día llovía a mares. El viento nos empujaba y nos hacía dar bandazos de un lado a otro, sobre todo a mi, que pese a mi altura, más que respetable teniendo en cuenta mis diez larguiruchos años, era un saquito de huesos, como me decía Charo, bromeando y sobándome la cabeza. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11.0pt;">Avanzábamos por la acera de nuestra calle abrazadas, protegiéndonos mutuamente de los arrebatos del otoño. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11.0pt;">El chico estaba sentado en un saliente de la pared, justo al lado de nuestro portal de Orillamar. Yo ni siquiera había reparado en él, pero sentí los dedos de Charo clavárseme en el brazo con fuerza, como si temiera caerse. La miré y vi que a su vez lo miraba entre hipnotizada y alarmada, como si fuese una aparición. Al llegar a su altura, el chico se levantó y escrutó la cara de ella como intentando cerciorarse. Ambos se quedaron parados frente a frente, midiéndose, adivinándose las intenciones, reconociéndose…<i>Hola soy Sergio Solís…creo que usted debe ser Charo…</i>se quedó esperando su reacción, porque ella sólo atinaba a observarle embobada, incapaz de mantener la fórmula de cortesía que se imponía a continuación. La vi pasarse la mano por la frente, un intento patente de recomponerse <i>perdona…es que te pareces tanto a tu padre</i>…hasta logró dejar escapar una risilla entre ridícula y circunstancial <i>por unos segundos he creído en los fantasmas…</i>él también rió, también visiblemente nervioso e incómodo. En la mano derecha llevaba un paquete grueso, papel vulgar, marrón y resistente, muy abultado, atado con varias cintas <i>no quiero molestarla…de hecho tengo que marcharme enseguida si no quiero perder el tren…verá…mi madre ha fallecido hace dos meses y bueno…vaciando la casa y arreglando sus papeles…los papeles de mis padres en realidad, apareció esto…</i>le tendió el paquete, que ella tomó en sus manos y miró extrañada, esperando una aclaración…<i>espero que no le importe…he leído gran parte del contenido de esos sobres…la noche que mi padre murió pronunciaba su nombre constantemente ¿sabe?, pedía a mi madre y a cualquiera que se acercara que la llamase…que por favor la llamase…verá…mis hermanos y yo no entendíamos nada como comprenderá…pero mi madre pidió a una enfermera que le diesen algo…que deliraba…que no quería verlo sufrir…y bueno…ya no despertó…como sabe han pasado muchos años ya…mi madre guardó celosamente todo esto…pero yo he comprendido que él hubiese querido que finalmente llegasen a su destinataria…no ha sido difícil…su dirección aparece varias veces…hay fotos…cartas…en fin…que todo es suyo…y que yo me tengo que ir ya…</i><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11.0pt;">Cuando echó a andar apresuradamente en dirección opuesta, ella seguía en estado de trance, mirando alternativamente el paquete y la figura juvenil que se alejaba. Luego pareció despertar y me dijo <i>anda hija vamos arriba que nos estamos mojando como tontas aquí…</i>y yo <i>¿pero Charo, qué pasa? ¿ quién era ese chico?...nadie Esther…un antiguo alumno…el hijo de un compañero de trabajo que tuve hace mil años…<o:p></o:p></i></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11.0pt;">Aquel día estuvo rara todo el tiempo, inquieta, ansiosa, sin paz. Supongo que esperaría a la noche, a que yo me acostase, para abrir aquel tesoro que le había llovido del cielo. Era mil novecientos ochenta y seis. Hacía varios años que le habían dado destino en un colegio de la ciudad, varios años en los que había tenido que enterrar sucesivamente a mis padres y a los suyos, que desaparecieron con apenas un mes de diferencia.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i><span style="font-family: Verdana; font-size: 11.0pt;">Noviembre 1986<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i><span style="font-family: Verdana; font-size: 11.0pt;">Así que esta ha sido mi amarga victoria. Imaginar los cientos de veces que ella, taimada y tenaz, ha leído y releído sus cartas, observado nuestros rostros de ojos brillantes en unas cuantas fotos. Me escribió a diario desde el día siguiente a su marcha. Todas las cartas están encabezadas con un “hola mi amor” y me contaba en ellas todo, lo cotidiano, lo mismo que si me lo estuviera contando cara a cara. Pide perdón muchas veces, alude a la esperanza de poder verme siquiera un minuto, por la calle, en el autobús. Las disertaciones dolorosas acerca de lo trágico de este amor nuestro sin cabida en espacio o tiempo alguno, las ruinas de sí mismo y el por qué. Por qué. Realmente debían ayudarle sus ensoñaciones porque tal vez lo más doloroso de ellas son las muchas ocasiones en las que me pregunta mi parecer sobre tal o tal cuestión, tal como hacíamos, lo hace como si no se diese cuenta de que sus preguntas son meramente retóricas, imposibles de contestar, hasta ese punto se sumergía en esa ficción creada por él mismo, la ficción de tenerme cerca. Hay momentos en los que esa esperanza parece sostenerle, incluso se permite el optimismo, hay otros muy duros en los que se rinde a la certeza de ser un desgraciado, un hombre acabado que se arrastra por sus días, que no vive realmente, sólo sobrevive. Especialmente cruda me resultó una de ellas, la del día en que se entera de mi marcha…”hola mi amor…consulto casi a diario las listas del ministerio, sé casi desde el principio cuales van a ser tus pasos, y hoy por fin vi tu nombre en los traslados y me quise morir, viendo hasta que punto te he hecho daño…has pedido el destino más pobre y remoto, el más alejado posible de mi…y lo peor, de tu casa y de los tuyos…y si ya la culpa es un peso insufrible, este confirmarse de mis intuiciones me destroza. ¿Qué vas a hacer allí tan sola cielo, tan lejos de tus cosas, de esa ciudad que tanto amas, de tus amigos, de tu gente? ¿cómo pude cambiar tu universo hasta este punto, despojarte de todo lo que amabas y tenías antes de mí? Imaginarte allí sola, noche tras noche, soportando los rigores de un morada pobre, sin duda, de una existencia solitaria y fría, tú, mi hermosa señorita de ciudad, que lo tenías todo, todo, el apoyo de los tuyos, tu familia, el deshago económico que tus padres te ofrecían, la comodidad de una vida de clase media alta, tus salidas al cine, al teatro, tus cenas, tus compras…no puedo dejar de ver con esta claridad aterradora que te he destrozado la vida…y aún así, lo peor de todo es este no arrepentirse de nada, de nada, porque volvería a hacer lo mismo mil veces, si todo volviera a empezar y te tuviera delante, no renunciaría a ti, a tu voz, a tu cuerpo, ese cuerpo que me tortura noche tras noche…hasta ese punto soy egoísta y mezquino, perdóname Charo por dios…porque lo que más me preocupa es que te consumas odiándome…”<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i><span style="font-family: Verdana; font-size: 11.0pt;">Es cierto que a veces le odié, le maldije, que desee que nunca hubiera estado. Y no es menos cierto que han pasado ya doce años y que no he dejado de pensarle ni uno solo de mis días, así que cómo…cómo arrepentirme, si esta ciudad, con todo lo que me ofrecía, no era nada al lado de uno solo de los minutos que pasé con él, si él es la historia real de mi vida, lo más bello, lo más amado, lo más doloroso, lo más mío. Así que no. No me arrepiento de nada y si le tuviera delante no renunciaría a él, a su voz, a su cuerpo, que me tortura noche tras noche, a pesar de que hace ya mucho que no es más que polvo. Hasta ese punto soy egoísta y mezquina.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><br />
</div>eugeniahttp://www.blogger.com/profile/11477102009888367928noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-4649719412467719823.post-36439499819684430572011-11-03T16:07:00.000-07:002011-11-05T04:14:40.570-07:00más que mirarse (XXVII)<div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">La lluvia siempre la desanimaba. Y más en esta época del año, el cambio horario robaba una hora de día, todo estaba gris y plomizo, le costaba levantarse por las mañanas. No se sentía especialmente optimista y el futuro se abría otra vez descorazonador e intrigante. El futuro, ¿qué es eso? No existe. Además, tenía que tomar decisiones en lo relativo a sus finanzas, sanear, eliminar, recortar. Le daba una pereza infinita. Pero no podía demorarlo. Lo primero, la mudanza. Eliminar el alquiler de la lista mensual ya supondría un respiro importante. Había quedado con Ana para comer. Como tampoco le apetecía cocinar últimamente, había adelgazado por lo menos cinco kilos, así que ella le había dicho <i>mañana atacamos las tapas del Andy…anda…atrévete a decirme que le vas a hacer ascos a esa gloriosa tortilla…al jamón asado…</i>Vendió el último periódico de la mañana, apagó la cafetera y las luces y se puso el plumas. Aunque el <i>Andy </i>estaba a dos calles, la lluvia cruel y transversal la fustigó, llegó empapada. Ana había llegado antes y ocupado una mesa junto a la ventana, menos mal, porque el bar a esas horas se ponía imposible.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span></span><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">Me encanta tu look ochentero, la lluvia te ha puesto un tupé súper molón…<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span></span><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">Que graciosa- contestó sin sonreír y atusándose el pelo con las manos<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span></span><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">¿Pedimos o qué?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span></span><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">Anda que te voy a contar algo gracioso para animarte…<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span></span><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">Difícil…<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span></span><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">A Alberto lo está acosando una tía del instituto por el facebook- se miraron fijamente y rompieron a reír<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span></span><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">¿y eso? ¿Quién es?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span></span><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">Psss…una tal Bea…del montón…fea fea no es…pero le gusta <i>Lady Gaga,” reggaeton” </i>y cosas como esa...es bastante ridícula...se saca fotos de marchita con jovenzuelos y tiene frases memorables como “<i>la joya más hermosa que puede tener una mujer alrededor del cuello son los brazos de su hijo”</i><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">Esther tuvo que hacer un esfuerzo y taparse la boca con las manos para no escupir el trago de coca cola que acababa de beber, porque las dos estallaron en una carcajada prolongada y cómplice<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span></span><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">jóder…encima no será una fundamentalista de la maternidad… ¿es de ésas de la mamifia?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span></span><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">No sé…el rollo es que él le contesta y hasta se ríe con ella…<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span></span><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">Normal…no se va a reír…uy…qué cara pones…a ver Ana…si le va ese rollo ha tenido que estar años fingiendo para darte conversación a ti…y entrenando para que no se le note…<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span></span><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">Eso pensé yo…qué código intermedio usarán para comunicarse…a lo mejor le da morbo seducir virtualmente a incautas mozas…<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span></span><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">A ver nena…no te ralles por chorradas… ¿ Alberto fingiendo ser un chico culto e inteligente todos estos años hasta que se ha cansado de ti y ha decidido dar rienda suelta a sus verdaderos y simples instintos?...es bien difícil de creer…sería agotador y sobre todo enfermizo…la definición perfecta de un embaucador…mira…profetizo que se va a aburrir de la conversación de <i>Lady Gaga</i> en 0.2…sólo se entretiene el pobre…es que tú trabajas mucho Anita…<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span></span><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">Sí, yo también lo profetizo, ¿nos tomamos otra?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">Cuando salieron del <i>Andy</i> la lluvia descansaba y decidieron tomar café en la estación de tren, porque allí podían fumar y les encantaba ver llegar y marcharse a la gente.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span></span><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">Qué como va el tema Rafa…<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span></span><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">Bien…el otro día conocí a Clara…<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span></span><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">No jodas…y cómo fue?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span></span><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">Es preciosa…clavadita a su madre…rubia de pelo rizadísimo…ojos claros…tiene una mirada de inteligencia que flipas…me miraba todo el rato como intentando adivinar en mi perversas intenciones…<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span></span><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">Normal…Esther…estás celosa?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span></span><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">No…sí…yo que sé…me siento como una intrusa…<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span></span><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">A ver guapa…la gente se divorcia todos los días…no fue por ti…hay ya tantos matrimonios en segundas nupcias como en primeras, mogollón de parejas que aportan hijos de matrimonios anteriores, ¿en que siglo vives?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span></span><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">¿y si me pasa lo que a Charo? ¿y si decide que es mejor intentarlo por la niña y me deja tirada?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span></span><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">A ver…para empezar la ex de Rafa no es una arpía, es una mujer moderna, joven y guapa que está a tiempo de todo y que se divorció porque ella quiso…Rafa no la dejó por ti…<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span></span><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">Pero de alguna manera la dejó, dejó de quererla…<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span></span><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">Bueno…y qué…a estas alturas de la película todos sabemos que el amor es eterno sólo mientras dura, que se acaba, que la rutina mata la pasión y todo ese rollo…las parejas que tienen un compañerismo a prueba de bomba, que son cómplices en lo bueno y en lo malo y se saben reflotar, resisten…las otras se van a la mierda…es así, Esther…deja de darle vueltas a lo obvio y sé feliz mientras dure, no hay más…<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span></span><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">Sí, tienes razón…oye…me mudo a Orillamar el próximo mes, dejo el piso, ¿me podéis echar un cable con la mudanza? Sólo me llevo el sofá rojo, la tele, el ordenador y los libros de los últimos años…lo poco que es mío, vamos…<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span></span><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">Claro tía, sin problema<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;">Al despedirse, la tarde apenas empezaba,pero el día estaba oscuro y desapacible. Recibió un sms de Rafa diciéndole que tenía una comisión a las ocho y que no podría verla. <i>Mejor </i>pensó <i>no puedo llevar a Charo de vuelta a Orillamar. </i>Así que cerró temprano y se fue a casa. Se puso un chubasquero y cogió el cofre del fondo del armario <i>Rosario Alonso de la Calleja 1941-2008. </i>Condujo con calma hasta la Torre y aparcó. Al bajar del coche cerca del <i>Cementerio de las palabras</i>, el viento la empujó, hostil y desabrido. Caminó hasta las rocas y se abrazó unos minutos al bulto que llevaba bajo el abrigo. Luego, sin ceremonias, lo abrió y desalojó el contenido lanzándolo al aire. El viento hizo que algunas partículas volasen justo en dirección a su cara y no pudo menos que recordar una escena hilarante de una peli de los Coen. Se limpió y se echó a reír, pensó que a ella también le haría gracia un incidente tan escatológico.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;"> Caminó de vuelta al coche. Se deshizo de toda la ropa de abrigo y abrió la ventanilla. El olor del mar llegaba fresco y azul, como en un día de verano. Encendió un cigarro y se lo fumó con deliciosa calma, la cabeza apoyada en el respaldo, como cuando ella y Miguel, de novios, iban a la Torre a echar un polvo en el coche y luego pasaban horas hablando y fumando abrazados, hasta que el deseo reaparecía.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 11pt;"> Al terminar, tiró la colilla por la ventana y seleccionó <i>Ironic </i>de <i>Alanis. </i>Subió el volumen el máximo y arrancó con fuerza. Iba a cantar como una loca.<o:p></o:p></span></div>eugeniahttp://www.blogger.com/profile/11477102009888367928noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4649719412467719823.post-83285757207988137892011-10-18T14:30:00.000-07:002011-10-18T14:30:58.880-07:00más que mirarse (XXVI)<div class="MsoNormal"><span style="font-size: 11.0pt;">Después de su muerte los años se sucedieron deprisa para ella, ejerciendo su labor balsámica y eficaz, permitiéndole un olvido doloroso pero necesario. De haber seguido vivo, seguramente no hubiera sido posible. La noticia llegó un día de invierno, cuándo estaba en el aula con los niños. Un vecino se acercó para darle un pequeño trozo de<span> </span>papel con un nombre escrito <i>Raúl</i> y un número de teléfono… <i>Doña Charo, ha llegado este recado del pueblo, dicen que se acerque a llamar a este número cuándo pueda…parece que es urgente…<o:p></o:p></i></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size: 11.0pt;">Se temió lo peor, pero decidió conservar la calma hasta el final de la mañana. Raúl le contó que había sido hacía dos noches. Cerca de Santiago. Había hielo y el camino estaba muy oscuro. Se salió de la carretera y se estampó contra un árbol. Llegó vivo al hospital, pero en muy mal estado. Había muerto la noche anterior.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-size: 11.0pt;">Yo también me temí lo peor al notar que en los diarios había una laguna de más de seis meses. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-size: 11.0pt;">Fue el tiempo que necesitó para escribir sobre ello, para lamerse las heridas. Transcurrido ese plazo, parece sorprendida de la idea de que ella misma siga viva, de que el mundo continúe a la misma velocidad de siempre, le cuesta concebir la idea de un mundo en el que Juan no habite.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size: 11.0pt;">Los<span> </span>primeros días fueron atroces. Con la idea de que él respirase en algún lugar, aunque no fuese a su lado, aunque fuese lejos de ella, las rutinas se podían soportar, porque siempre quedaba la esperanza. Pero ahora todo era miedo y oscuridad. Con lo sola que había estado tantas veces…y sin embargo ahora sí que estaba real, implacable, absolutamente sola.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-size: 11.0pt;">Caminó varios kilómetros hasta la playa, ya muy de madrugada. No sabía nadar, pero el mar nunca le había dado miedo. No había otra manera de irse que le pareciera más dulce o limpia. Y menos engorrosa para los demás. El frío la castigaba cruelmente, pero incluso pensó que sólo era una sensación pasajera, nada comparado con el dolor que tendría que soportar si se quedaba, día tras día, año tras año, ¿cuántos años más? ¿Cuántos años le quedarían teniendo que fingir que estaba viva, si también ella había muerto en aquel accidente?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-size: 11.0pt;">Si un hombre que pescaba no la hubiera visto desde lo alto, no hubiese distinguido el brillo de su melena dorada en medio de la oscuridad infame de aquella madrugada, las vidas de todos nosotros no hubieran sido las mismas. Mi vida habría sido infinitamente más triste y solitaria. Pero la vio. Y corrió. Y se metió en el agua helada. Y la sacó de allí. Y fuere quien fuere, bendito sea.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><span style="font-size: 11.0pt;">Aunque mi padre había encontrado trabajo en la ciudad, como dependiente, muy por debajo de su valía y de su formación, mi madre corrió conmigo a Mens y se instaló muchos meses en casa de Charo, no la dejó ni a sol ni sombra. Pienso ahora que probablemente en aquel tiempo se forjaron nuestros lazos, que tal vez fui un nuevo amor en la vida de Charo, muy distinto, pero tan robusto como para regalarle una razón para quedarse.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i><span style="font-size: 11.0pt;">Verano de 1980<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i><span style="font-size: 11.0pt;">Los días se suceden y a mi me sigue pareciendo una blasfemia. Un insulto. Vivo como de prestado. Aunque no quise o no pude oír detalles, me pregunto a diario si sufriría, si fue consciente en algún instante de que se iba, si padeció mucho dolor físico…por dios que no fuera así…La vigilancia constante de Carol me irrita y me conmueve a partes iguales. Si me demoro en el baño, enseguida aporrea la puerta. No me deja ir sola a ningún sitio. Incluso por las noches la siento abrir la puerta de mi cuarto y vigilar mi sueño. Supongo que ya me había acostumbrado a ser una solitaria.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i><span style="font-size: 11.0pt;">Verano de 1980<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i><span style="font-size: 11.0pt;">Estoy enseñando a Esther a leer y me maravillan sus progresos. Es una niña lista e increíblemente intuitiva. Cuando celebro algún acierto en su dicción o su comprensión, me echa los bracitos al cuello, agradecida y contenta. Yo también le estoy agradecida, porque sólo cuando estoy con ella no me corroe el dolor y la angustia.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i><span style="font-size: 11.0pt;">Sueño con él casi todas las noches, a menudo cosas inverosímiles, surrealistas. Sueños, al fin y al cabo. Pero los primeros instantes de vigilia tardó en recordar que está muerto, y cuando lo recuerdo…no me lo puedo creer. Todo me parece un mal sueño.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i><span style="font-size: 11.0pt;">Septiembre de 1980<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i><span style="font-size: 11.0pt;">Hoy en mitad de la clase llamaron a la puerta. Abrí y no reconocí como madre de ninguno de mis alumnos a una mujer algo mayor, más allá de la cuarentena, calculé, o tal vez muy ajada o estropeada. Tenía un cuerpo rechoncho que contrastaba con su expresión enjuta, seca y amarga, como si no supiese sonreír. Distinguí algo parecido al desprecio en sus ojillos, pero decidí obviar mi percepción y le sonreí e inquirí amablemente:<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i><span style="font-size: 11.0pt;">-perdón… ¿usted es la madre de…?<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i><span style="font-size: 11.0pt;">-la madre de los hijos de Juan. Soy Loli.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i><span style="font-size: 11.0pt;">Me quedé paralizada por la sorpresa y casi de inmediato noté la mano de Carol sujetándome el codo. Había tenido que bajar las escaleras en un suspiro.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i><span style="font-size: 11.0pt;">-¿puedo ayudarle en algo?- pregunté. Ella redoblo su expresión de desprecio para contestarme<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><i><span style="font-size: 11.0pt;">-¿ayudarme tú? No, tú no puedes ayudarme. Sólo he venido hasta aquí para decirte que él renegó de ti al final, me pidió perdón por todo y me dijo que yo era la única mujer que había querido realmente…yo…yo que fui su única mujer ante los ojos de Dios y de todos.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i><span style="font-size: 11.0pt;">Sólo me dio tiempo a pensar que yo no tenía porque soportar eso, que todo era tele novelesco y falsario, desde su expresión hasta sus palabras. Así que me limité a mirarla de frente y devolverle su desprecio, sólo que el mío era genuino.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i><span style="font-size: 11.0pt;">-sí…ante los ojos de Dios…sí<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i><span style="font-size: 11.0pt;">Me di la vuelta y antes de cerrar la puerta del aula oí a Carol decirle </span></i><span style="font-size: 11.0pt;">señora haga el favor de marcharse de aquí ya, el teatro ha terminado…<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span style="font-size: 11.0pt;">Cuando terminé de leer, me puse unos vaqueros y un abrigo y corrí a casa de Rafa. No quería pasar la noche sola, necesitaba abrazarme a su espalda para poder dormir. Necesitaba sentirle pegado a mí. Vivo. No me hizo preguntas. Sólo me preparó un <i>cola cao</i> y me acarició el pelo hasta que me dormí.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><br />
</div>eugeniahttp://www.blogger.com/profile/11477102009888367928noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4649719412467719823.post-21645366702835167352011-10-06T13:27:00.000-07:002011-10-06T13:27:13.244-07:00más que mirarse (XXV)<div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><!--[if !supportLists]--><span style="font-size: 14.0pt;"><span>-<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span style="font-size: 14.0pt;">no sé Rafa…la verdad es que me da un poco de miedo…los niños a esta edad son tan impresionables…al mismo tiempo me muero de ganas de conocerla…<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><!--[if !supportLists]--><span>-<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";"> </span></span><!--[endif]--><span style="font-size: 14.0pt;">le vas a encantar…estoy seguro</span><span style="font-family: Verdana;"><o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><span style="font-size: 14.0pt;">Estaban desnudos sobre la cama. Esther miraba al techo y le acariciaba el pelo despreocupadamente, mientras él besaba su pecho y deslizaba un dedo sobre su vientre de arriba abajo con parsimonia.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><span style="font-size: 14.0pt;">Hacía días que Rafa había planteado el tema de que conociese a Clara. Esther se moría de curiosidad por la niña. Deseaba reconocer en ella rasgos y cosas del hombre que amaba, sin el que difícilmente podía imaginarse ya la vida. Por lo mismo era consciente de la importancia de formar parte de la vida de Clara. No era por ella misma. Se sentía segura de sus ganas de quererla e incorporarla a sus rutinas. Era por Clara. La niña ya había pasado bastante en poco tiempo, sería lógico que no la mirase con buenos ojos, que le tuviera desconfianza o celos.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><span style="font-size: 14.0pt;">Rafa se incorporó hasta tocar sus labios con la<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><span style="font-size: 14.0pt;"><span> </span>boca y le sonrió con ese bendito brillo que siempre le infundía bienestar y seguridad, esa calma que parecía decirle sin palabras <i>no va a pasar nada malo, no ves que estoy aquí contigo?... </i>Sin dejar de mirarla a los ojos separó sus piernas y entró en ella con facilidad, la hizo rodar sobre el colchón hasta que quedaron de lado en el centro de la cama y subieron al cielo juntos sin hablar y sin separar ni un instante sus pupilas ni sus bocas.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><span style="font-size: 14.0pt;">En la ciudad se respiraba el<span> </span>llamado <i>veranillo de San Miguel</i>, que le estaba permitiendo a todo el mundo disfrutar de días y noches agradables y secos, con temperaturas más que inusuales para esa época del año. Así que decidieron salir a cenar a un restaurante italiano cerca de la dársena, para después pasear por el puerto y los jardines.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><span style="font-size: 14.0pt;">A pesar de toda la intimidad compartida, seguían yendo a dormir cada uno a su casa la mayor parte de las noches. Pero esa en concreto, Esther le habló de la idea que le rondaba en la cabeza hacía tiempo de mudarse al piso de Orillamar, aunque, le dijo, le daba un poco de miedo estar allí sola. Enseguida se arrepintió, tuvo miedo de que el considerase el comentario como una invitación. Pero Rafa, que tenía el poder de adivinarla, de anticiparse a sus pensamientos y deseos, adivinó también su falta de certezas y se limitó a mirarla muy serio primero unos segundos, para tranquilizarla enseguida con besos y sonrisas. Le estaba diciendo <i>como tú quieras, cuando tú quieras…</i>y ello lo supo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><span style="font-size: 14.0pt;">Tal vez eso era lo que más maravillada la tenía, esa confianza, ese territorio común que compartían aún cuando no estaban juntos, esa capacidad innata que habían desarrollado de adivinarse mutuamente los estados de ánimo, de saber, por el tono de voz, por las palabras utilizadas, por nada en concreto, las necesidades del otro. Ese hombre parecía un prestidigitador, sabía alejarse y dejarle espacio cuando lo necesitaba y volver a ella en el momento preciso. Siempre respetaba las treguas y los espacios íntimos. Y eso era, sencillamente, genial.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><span style="font-size: 14.0pt;">Aunque era sábado, Clara Martínez se levantó temprano. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><span style="font-size: 14.0pt;">Había pasado mala noche, inquieta y ansiosa. Aunque mamá había hablado con ella la noche anterior, intentado tranquilizarla, decirle que no pasaba nada, que sólo iba a comer y a pasear con papá y con su amiga, no estaba segura de querer hacerlo, aunque sentía curiosidad por esa chica y la necesidad de medirse con ella, poner a prueba el amor de su padre. Lo que no le hacía ninguna gracia era el temor de que la situación se repitiese cada fin de semana que le tocaba estar con papá, que una extraña invadiese su espacio común y privadísimo. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><span style="font-size: 14.0pt;">Papá la recogió a las doce en punto, como siempre. Como siempre también estaba guapísimo y olía de maravilla. Como siempre la besó muchas veces y la achuchó contra su cuerpo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><span style="font-size: 14.0pt;">Fueron a comer a <i>telepizza</i> y después a tomar un café a un sitio muy chulo. Lo que más le gustó de Esther fue que no intentó abrazarla, ni acariciarle el pelo, como hacían todas las desconocidas, que se quedaban como hipnotizadas con su maraña rubia y rizada y siempre le sobaban la cabeza. Ella sólo le sonrió y le dio un beso fugaz en la mejilla. También le gustó que en cada mesa que ocupaban, nunca se sentaba al lado de papá, le dejaba la silla a ella y se sentaba enfrente. Tampoco le cogía la mano ni le daba besos ni nada. Se comportaba como si la invitada fuese ella y Clara la protagonista, como siempre, como debía ser. Al final de todo fueron a dar un paseo por la playa y Esther se quedó sentada en la arena mientras ella cogía conchas y hablaba con papá mucho rato. Después papá fue a comprar unos helados y Clara se sentó a su lado.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><!--[if !supportLists]--><span style="font-size: 14.0pt;"><span>-<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span style="font-size: 14.0pt;">mi mamá se llama Isabel, ¿sabes? …y es guapísima…<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><!--[if !supportLists]--><span style="font-size: 14.0pt;"><span>-<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span style="font-size: 14.0pt;">sí, desde luego que lo es…la vi un día en mi tienda…no sé si lo recuerdas…<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><!--[if !supportLists]--><span style="font-size: 14.0pt;"><span>-<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span style="font-size: 14.0pt;">sí…me acuerdo, ¿la tuya como se llama?<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><!--[if !supportLists]--><span style="font-size: 14.0pt;"><span>-<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span style="font-size: 14.0pt;">se llamaba Carol …y también Charo…es que es un poco complicado…yo tuve dos mamás…<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><!--[if !supportLists]--><span style="font-size: 14.0pt;"><span>-<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span style="font-size: 14.0pt;">ah…qué raro…pues yo sólo quiero a la mía…no quiero tener dos…<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;"><!--[if !supportLists]--><span style="font-size: 14.0pt;"><span>-<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span style="font-size: 14.0pt;">ya, es normal, es que mi primera mamá no pudo estar conmigo sabes…pero eso no suele pasar a menudo…así que tú siempre tendrás una sola seguro…pero seguro vamos…<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><span style="font-size: 14.0pt;">Cuando llegó a casa por la noche y mamá le preguntó que tal, respondió muy tranquila que bien, muy bien. Había despejado sus dudas en cuanto a la chica de las chuches. No era una pesada, no la había achuchado ni sobado, ni tampoco a papá, ni una sola vez. Además, parecía tener bastante claro que las madrastras no tenían porque ser malas, de hecho le había contado que la suya era muy buena. Se retocaba muchas veces los labios con crema de cacao y se peinaba la melena con los dedos. También se miraba en los escaparates. Así que Clara dedujo que los harapos no le gustaban nada, ni para ella, ni para los demás. Y también parecía tener claro que la princesa de aquel cuento era Clara. Y no ella.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><br />
</div>eugeniahttp://www.blogger.com/profile/11477102009888367928noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4649719412467719823.post-58585386648210979422011-09-13T11:20:00.000-07:002011-09-13T11:20:31.996-07:00más que mirarse (XXIV)<div class="MsoNormal">La mente del torturador. El alma del torturador. Siempre habían sido para mi un misterio, un enigma absoluto. Qué podía llevar a una persona a infringir a otra un tormento insufrible, a experimentar con los límites del dolor ajeno. Cómo se podía vivir con eso, con la consciencia del monstruo interior. Con el recuerdo de las miradas y los gritos, del sufrimiento causado. Más que Pinochet, Videla o Galtieri, figuras visibles y ridículas, grotescas caricaturas de sí mismos, con sus uniformes teatrales y sus gafas oscuras, tan previsibles, de discurso tan manido y risible, me asustaba el otro, el que ejecutaba las órdenes, el siniestro que se encontraba cara a cara con la víctima dentro de la celda, el que accionaba el interruptor que hacía sonar la música, ajustaba el volumen al máximo para acallar alaridos y tormento. El que empujaba la cabeza dentro de la <i>pileta</i>, y ejercía un poco más, un poco más de presión, esta vez vas a tragar más agua. El que empuñaba la <i>picana</i> sobre los genitales y subía un poco más la intensidad, a ver cuántos voltios resiste esta vez. Esa clase de monstruo era el que me fascinaba e interrogaba hasta la repugnancia. Claro que éste tampoco solía enfrentarse con la mirada de su víctima, porque su víctima, generalmente,<span> </span>tenía los ojos vendados.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i>Que alguien me diga si ha visto a mi esposo…preguntaba la doña…se llama Ernesto X tiene cuarenta años…trabaja de celador en un negocio de carros… llevaba camisa oscura y pantalón claro… salió anteanoche… y no ha regresado...y no sé ya que pensar pues esto antes no me había pasado…<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Apenas estrenada mi adolescencia, junto con el nacimiento de la conciencia y los ideales, el inevitable posicionamiento a uno u otro lado, aunque también se podía optar por la practicidad de la indiferencia,… ¿se podía?... Supe que, en el año en que yo había nacido, en el país en el yo había nacido, con días de diferencia, había nacido el Horror.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i>Llevo tres días buscando a mi hermana… se llama Altagracia igual que la abuela… salió del trabajo pala escuela… llevaba unos jeans y una camisa clara… no ha sido el novio… el tipo está en su casa… no saben de ella en la PSN… ni el hospital<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Ellos, los golpistas, lo llamaron <i>Proceso de Reorganización <b>N</b>acional</i>, pero en realidad no fue más que una guerra sucia, contra el pueblo, un rosario de devastadores actos de terrorismo de estado, un fenómeno que no era nuevo en Latinoamérica, que tres años antes <span> </span>se había ejecutado en Chile, por ejemplo, con el beneplácito y la financiación de los Estados Unidos. De la iglesia católica. De la <i>gente de bien. </i>En mi país no fue distinto. Se arrasaron los derechos individuales, las libertades públicas y privadas. Se torturó, se mató, <i>se</i> <i>desapareció</i> a más de treinta mil personas. <b>Treinta mil</b>. <i><o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><i>Desaparecidos</i>…no dejaba de ser una suerte de absurdo eufemismo, que no hacía sino agrandar más el dolor de los que se quedaban, que no podían ni siquiera enterrar a sus muertos, porque ni siquiera estaban oficialmente muertos. De esta forma también se les vetaba la dignidad, la asunción de la tragedia y el camino de la recuperación, si es que ésta era posible. </div><div class="MsoNormal">No sabía por qué, pero quería saberlo todo, me agenciaba documentales, periódicos, películas, que invariablemente me dejaban en un estado lamentable, presa de la rabia y la impotencia. Preguntaba a Charo, ella me miraba extrañada, me decía <i>déjalo ya Esther, es bueno que sepas, que todos sepamos…pero esta obsesión…no me gusta</i>…</div><div class="MsoNormal">Según fueron pasando los años dejé de investigar. Incluso pasados los veinticinco, me hacía tanto daño, que intentaba no mirar, cambiaba de canal, pasaba de hoja.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i>Que alguien me diga… si ha visto a mi hijo… es estudiante de premedicina… se llama Agustín y es un buen muchacho…a veces es terco cuando opina… lo han detenido…no sé que fuerza…pantalón blanco camisa a rayas…pasó anteayer…<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Y ahora esto. Y en los diarios de mi madre no había siquiera una mención, un dato. O tal vez, ella misma había hecho desaparecer los cuadernos que recogieron el miedo y la angustia. Seguramente, mi<span> </span>madre me estaba protegiendo.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Detenían a las personas en sus casas, de madrugada, con la impunidad que les prestaba la oscuridad y la más que probable indeferencia del vecino. Al amparo de la noche, como los asesinos, como los delincuentes, como lo que eran, al fin y al cabo. Irrumpían a fuerza de odio y culatazos. El país estaba sembrado de centros de detención ilegales e improvisados, probablemente el de <span> </span>la <i>ESMA, </i>Escuela de Mecánica de la Armada, fue el más grande, a saber si el más siniestro. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Ser estudiante. Ser obrero. Profesor universitario. Pertenecer a un sindicato.<span> </span>Todo. Nada. Todo y nada podía ser motivo de secuestro, tortura, violación, ejecución. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Mi<span> </span>padre y sus alumnos se hicieron visibles para sus verdugos por solicitar un <i>bono bus</i> para los estudiantes que vivían lejos y tenían que caminar horas para asistir a clase. Un bono bus.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i>Clara Quiñones se llama mi madre…ella es un alma de dios no se mete con nadie…y se la han llevado de testigo…por un asunto que es nada más conmigo…y fui a entregarme…hoy por la tarde…y ahora di que no saben quien se la llevó del cuartel…<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Mi padre sufrió secuestro y tortura durante meses en un lugar llamado <i>El<span> </span>pozo de Quilmes.</i> Hacía meses que no dormía, que pasaba las noches alerta, muerto de miedo. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">La madrugada del dieciséis de septiembre oyó pasos y golpes y arrancó a mi madre de la cama, me puso en sus brazos y la ayudó<span> </span>a saltar la tapia que separaba su jardín del vecino. Luego entró en la casa y se dejó detener. Mi madre pasó los días siguientes recorriendo hospitales y comisarías, averiguando. Supo que la misma noche se habían llevado a diez alumnos, todos de entre dieciséis y dieciocho años. Pero se los había tragado la tierra. Nadie sabía adónde se los habían llevado, si estaban vivos o muertos.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i>Adonde van los desaparecidos…busca en el agua y en los matorrales…y por qué es que se desaparecen…porque no todos somos iguales…y cuándo vuelve el desaparecido…cada vez que lo trae el pensamiento…cómo se le habla al desaparecido…con la emoción apretando por dentro…<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Charo cuenta que la pobrecilla llamó a todas las puertas, que no descansó ni de día ni de noche. Muchas de esas puertas se cerraron. El miedo, la injusticia, la indiferencia, las cerraban. Mi padre ya no era una persona, era un <i>elemento subversivo</i>, y por lo tanto susceptible de aniquilación y ejecución con total impunidad de sus verdugos. </div><div class="MsoNormal">Mientras tanto, a Charo la impotencia la mataba. Y se vio obligada a volver a pisar la casa de su padre. Y a pedirle dinero. El dinero necesario para sacarnos a mi madre y a mí del país y traernos aquí. Escribía a Buenos Aires de forma constante, rogándole, suplicándole a Carol que volase conmigo, que ella se encargaba de todo. Pero mi madre se negaba a dejar a su marido allí. Decía que ella sabía que estaba vivo, que iba a volver. Y tuvo razón. </div><div class="MsoNormal">Mi padre apareció tirado en una cuneta, en las afueras, la madrugada del quince de diciembre. El camión de un trapero lo recogió y lo dejó en la puerta de nuestra casa. Cuándo mi madre lo vio, le llevó unos segundos reconocerlo. Estaba cubierto de costras, escuálido, derrotado. Y así siguió el resto de sus días, que no eran demasiados. Porque nunca salió del todo de <i>El Pozo de Quilmes. </i>La parte más intima de si mismo, la que había visto de cerca los ojos de la maldad y<span> </span>la locura, no pudo olvidar. Fue incapaz de borrar el pálpito del terror cada vez que le arrastraban de su celda a otra, dónde había un médico que medía la capacidad de aguante <i>no no sigan por hoy muchachos, déjenlo un par de días porque sino este pájaro no sale…</i>dónde una mano le sumergía la cabeza en agua sucia y él, que nunca había rezado, pedía que por favor no más, que esa fuera la definitiva. No podía borrar el terror de los ojos de Lidia, que sólo tenía diecisiete, que era alumna suya, que era muy guapa, que era una niña. Y cada vez que venían por ella sonaba música clásica muy alta, porque eran varios y todos hacían lo que querían. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i>Anoche escuché varias detenciones…putún patá putún peté…tiro de escopeta y de revolver…carros acelerados…frenos… gritos…eco de botas en la calle…golpe de<span> </span>puertas… quejas…pordioses…platos rotos…estaban dando la telenovela…por eso nadie miró pafuera…<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Finalmente volamos a Madrid, con el dinero del padre de Charo, a principios de mil novecientos setenta y ocho. De allí a Santiago. <span> </span>Mi padre sufrió lo indecible con tantas horas vuelo, no tanto por las secuelas físicas, por sus huesos machacados y mal soldados, como por la claustrofobia insufrible que había contraído en <i>El Pozo</i>, y que le hizo ahogarse y buscar el aire con angustia durante el resto de sus días.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i>Febrero 1978<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i>Desde anoche los tengo instalados en mi casa. No puedo decir que felizmente, porque no reconozco a Carlos en la mirada extraviada y acuosa de este viejo prematuro. He observado que no soporta ventanas ni puertas cerradas, se agarra la garganta como si el aire le quemara y sale continuamente a la puerta, dónde se queda ratos muy largos mirando nada y fumando. A Carol también le pesa el sufrimiento en los ojos, nunca la he visto tan cansada. Pero se le ilumina la mirada con la niña, que es bastante tranquila y sonríe como una bendita. De momento se quedarán unos meses conmigo en la aldea, aún es pronto para pensar en otra cosa que no sea descansar.<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i>Marzo 1978<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i>Anoche Carol y yo conversamos hasta tarde. Parece pedirme perdón por su falta de alegría, como si hiciera falta. Mi dolor, mis pérdidas me parecen nimias al lado de toda esta locura…</i>" sabes Charo…yo doy las gracias por tenerle conmigo, por que su hija haya llegado a conocerle…pero nunca…jamás…no perdonaré nunca… y sé que nadie me devolverá<span> </span>a mi hombre, el hombre fuerte y valiente que yo conocía…durante los primeros días los tuvieron en un sótano húmedo y oscuro, separados por mamparas, de pie, atados al techo con una especie de cadena…desnudos…algunos días no les vendaron bien, o la venda de los ojos se escurría…y lo que Carlos vio…era dantesco…aquellos hombres iban allí a torturar y violar como quién va al trabajo Charo…incluso fichaban al entrar y al salir…Carlos oía sus conversaciones triviales, sobre su familia…tenían hijos…familias…sobre fútbol…sobre el mundial…se quitaban la chaqueta y se remangaban…desataban al desgraciado o desgraciada que tocara<span> </span>y se lo llevaban a una habitación minúscula, asfixiante y oscura…y bueno…no puedo dejar de pensar que cómo…cómo volvían luego a fichar y a sus casas…y besaban a sus hijos…no puedo…”</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i>Adonde van los desaparecidos…busca en el agua y en los matorrales…y por qué es que se desaparecen…porque no todos somos iguales…y cuándo vuelve el desaparecido…cada vez que lo trae el pensamiento…cómo se le habla la desaparecido…con la emoción apretando por dentro…<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">En mi país se intentó borrar las huellas de la barbarie por ley, por decreto, y aunque suene absurdo, es cierto, se llamó <i>Ley 23.492, De Punto Final</i>. Con ella se paralizaron todas las causas judiciales abiertas contra los asesinos y los militares que lideraron las juntas y auspiciaron todo el horror. Hubo otra ley, se llamó <i>Ley de Obediencia Debida</i>, que tenía la misma finalidad, decretar la impunidad de todos ellos. Se cayeron por su propio peso, pero lo hicieron cuándo, como en el caso de Pinochet en Chile, muchos de los verdugos habían tendido una muerte tranquila en sus camas, o eran tan viejos que su propia miseria les libró de un castigo que sería justicia.</div><div class="MsoNormal"><span> </span>Entonces no lo entendí. Pero se me quedó grabada a fuego una mañana de domingo, en casa de Charo.</div><div class="MsoNormal"><span> </span>Las noticias, en blanco y negro, arrojaban la imagen de un viejo, vestido de militar, que comulgaba en una iglesia muy grande. Mi padre, como si la comida estuviese podrida, reprimió una arcada y salió corriendo al baño, dónde oímos los estertores de un vómito compulsivo, mientras mi madre y Charo cruzaban una mirada horrorizada .Unos instantes después, mi madre corrió al baño, y yo detrás de ella. Antes de que Charo me cogiera en brazos y cerrara la puerta, vi a mi padre de rodillas sobre las baldosas, se aferraba a mi madre, que permanecía de pie, por la cintura, y hundía la cara en su vientre. Ella le acariciaba el pelo y me miró un instante, cubierta de lágrimas. No supe descifrarlo entonces, pero yo nunca le había visto a mi madre esa expresión de asco y de pena.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span> </span>Aquel viejo de la tele era Jorge Rafael Videla, comulgando en la catedral de Buenos Aires, amparado por la iglesia y por la ley.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Ahora pues, entendía muchas cosas…tantas cosas. Entendía que Charo intentase apartarme de una historia siniestra que era mucho más mía de lo que yo podría imaginar jamás. Que mi madre no escribiese nunca sobre aquello. Pero ahora tenía treinta y cinco años. Y era más fuerte y más capaz de soportar la verdad. Y la verdad era mía. Y era atroz.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i>Adonde van los desaparecidos…busca en el agua y en los matorrales…y por qué es que se desaparecen…porque no todos somos iguales…y cuándo vuelve el desaparecido…cada vez que lo trae el pensamiento…cómo se le habla la desaparecido…con la emoción apretando por dentro…*<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i>De Rubén Blades, “Desapariciones”<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><br />
</div>eugeniahttp://www.blogger.com/profile/11477102009888367928noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4649719412467719823.post-89760888040862169842011-09-04T01:50:00.000-07:002011-09-04T01:50:47.325-07:00más que mirarse (XXIII)<br />
<div class="MsoNormal">Hay pocos placeres comparables a compartir una comida generosa con amigos, buen ánimo y una conversación inteligente.</div><div class="MsoNormal"> Esther casi no tenía dudas de que la cena con Ana y Alberto sería un éxito, que Rafa les caería bien.<br />
Pero aún así estaba tan nerviosa como ilusionada con la ocasión. La idea había sido de Ana… ¿<i>qué?… ¿piensas guardarte a tu amante prodigioso sólo para ti o lo vas a compartir con los colegas?… </i>le respondió instantáneamente, sin pensar en comentárselo a él antes siquiera... <i>claro…podemos cenar en vuestra casa el viernes si te apetece…</i>Ana la miró asombrada, con la sorpresa del que descubre que ha acertado una lotería aceptable…<i>hija, si llego a saber que sólo bastaba con proponerlo lo habría hecho hace meses…</i> </div><div class="MsoNormal">El viernes cerró antes de la hora al mediodía y corrió al súper. Compró queso tierno, jamón cocido, huevos, calabacín y masa de hojaldre.</div><div class="MsoNormal"> Al llegar a casa puso el directo de <i>REM, </i>abrió una coca-cola zero y se enfundó en el delantal.<i> </i>Tenía las instrucciones culinarias de Charo grabadas a fuego y casi le parecía oír su voz mientras las ejecutaba con mimo <i>pones papel de horno y luego extiendes una capa de masa…así, con cuidado de que no se te rompa, ves?... luego una capa de lonchas de queso y encima el calabacín muy picadito y tomatitos cherry cortado en juliana…bates un huevo y lo extiendes por encima…un poquito de sal y pimienta…ahora pones el jamón y por último tapas todo con otra capa de masa…vuelves a extender huevo batido y sellas los bordes con un tenedor…ves? Lo haces con delicadeza, para que el dibujo quede pulcro…lo metes al horno unos veinte minutos, primero sólo por abajo, luego unos minutos por los dos lados y al final gratinas…<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal">Mientras que la tarta salada se horneaba, preparó el mejunje de la tarta de queso, que era sencillísima y siempre le salía rica. Sonreía como una tonta recordando la reacción de Rafa, más divertido que enfadado por haber aceptado sin consultarle…<i>el viernes? Ummm…no sé….creo que he quedado con una estudiante de Monte Alto…pero claro tonta!!! Cómo no voy a querer ir? Me muero de ganas de conocer a Ana…en realidad me has hablado tanto de ella que me parece conocerla ya…si quieres que vengan a mi casa…<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal">El problema del piso de Esther era que su salón era demasiado pequeño para ese tipo de eventos, por eso siempre intentaba colaborar pero no ser la anfitriona. A veces pensaba que era un poco tonto mantener el piso de Orillamar cerrado a cal y canto. Pero aún no se sentía preparada para volver a vivir allí. De todas maneras si la situación de bajada de ventas se mantenía en la librería, tendría que considerar la idea de pasar del alquiler. Cuando todo estuvo listo, cambió el <i>CD</i>, y mientras <i>Bowie </i>llenaba el espacio con <i>The man who sold the World</i>, se metió en la ducha. Escogió vaqueros pitillo, camiseta negra escotada, tacones y americana. Se miró al espejo y descubrió que le faltaban pendientes largos de plata para poner la guinda. Se gustó. Iba a cenar con su familia. Quería estar guapa.</div><div class="MsoNormal">Cuándo llamaron al timbre, a eso de las diez, las piernas le temblaban. Rafa, sin embargo, sonreía lleno de tranquilidad, infundiéndole coraje. Y también orgullo. Estaba guapísimo, también con foulard y americana, desprendiendo un sutil y elegante aroma a <i>Cacharel. <o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Ana les abrió con una sonrisa de oreja a oreja y una salida de las suyas</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span>Hombre, pero que buena pareja hacéis…que barbaridad…si parecéis los Beckham…</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;">Alberto salió de la cocina con el mandil puesto, abrazó a Esther e intercambió con Rafa el consabido apretón de manos. Los hombres nunca se dan dos besos. </div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;">Esa noche Esther fue feliz, feliz de verdad. Todo fue fluido y fácil, como si hiciera siglos que los cuatro se conocían. La cena se alargó hasta las tres de la mañana y terminó con copas, luz suave y música. </div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;">Al abandonar el portal descubrieron que una lluvia leve pero insistente caía sin piedad sobre coches y aceras, mojándolo todo. No les importó. Caminaron abrazándose, besándose, a trompicones, parándose largos ratos para besarse y mirarse, indiferentes al aguacero que les empapaba la ropa, el pelo, la cara… </div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;">Abrieron del calentón portales, ascensores y puertas, para terminar sobre la cama de ella, un revoltijo de calor, saliva y ganas.</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><br />
</div>eugeniahttp://www.blogger.com/profile/11477102009888367928noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4649719412467719823.post-13487173386524176162011-08-18T13:00:00.000-07:002011-08-18T13:00:47.859-07:00más que mirarse (XXII)<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 6.0pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 6.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt; line-height: 150%;">Cuándo llegó allí en el verano de 1976 la casa estaba en un estado lamentable.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 6.0pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 6.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt; line-height: 150%;">Era una construcción anodina desde el punto de vista arquitectónico, un ejemplo rotundo de feísmo. Todo cemento, ladrillo y pintura blanca. Vista desde cierta distancia, semejaba una caja de zapatos, estrecha y alta. Estaba literalmente dividida en dos mitades. En la mitad derecha, el aula de los niños más pequeños de la aldea ocupaba todo el piso de abajo. Un encerado amplio cubría toda la pared frontal. El resto del mobiliario era muy parco, los consabidos pupitres y sillas y un armario escueto. Eso sí, resultaba más amplia y acogedora de lo que su presencia externa prometía. Una escalera vulgar, de terrazo, comunicaba la planta baja con la vivienda del maestro, en el piso superior. La mitad izquierda era exactamente igual, abajo el aula de los mayores, arriba otra vivienda. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 6.0pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 6.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt; line-height: 150%;">Yo no la había visto nunca por dentro. Cuando Charo me llevó allí, muchos años después, las escuelas unitarias ya habían desaparecido en España bastante tiempo atrás, pero las dos espiábamos ávidas los despojos desde la sucia y rota cristalera, yo con curiosidad, Charo con nostalgia <i>ves…aún quedan restos de murales y dibujos…dios mío…cuánto frío he pasado yo entre estas paredes…yo coloqué allí una estantería para los cuentos, la pagué de mi propio bolsillo…ya no está…claro…hace tantos años… </i>La visitamos varias veces, repartidas entre finales de los noventa y principios de década. Ella no dejaba de asombrarse de que una distancia de apenas hora y media en coche desde Coruña, hubiera logrado tantos años antes hacerle sentir como en otro mundo, otro espacio, otro hábitat dónde nadie la conocía ni la juzgaba. Era una aldea mínima, todo verde y bosque, limpieza y oxígeno puro, silencio. A mí siempre me asombraba ese silencio. Habían pasado treinta años, el mundo iba a su velocidad, pero allí podías pasear horas sin oír más que el trino de los pájaros. Estaba muy cerca de la playa de Barizo y de un pequeño pueblo de pescadores.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 6.0pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 6.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt; line-height: 150%;"><span> </span>Charo me contaba que solía ir allí una vez por semana, normalmente los sábados por la mañana, para surtirse en la tienda de comestibles de lo poco que necesitaba para ella sola, azúcar, tabaco, café, galletas…En la propia tienda estaba el único teléfono público que había en muchos kilómetros a la redonda. Desde allí llamaba a su madre y su hermano. A mis padres. A los pocos amigos que habían demostrado serlo tras la hecatombe. Para una señorita de ciudad, como ella, el cambio tenía que ser devastador o glorioso, pero siempre más que significativo. Me contó miles de cosas de allí a lo largo de su vida. De cómo se había sentido a salvo, querida y respetada. De cómo los padres de sus alumnos, de casas vecinas le llevaban de todo <i>con todo lo que me traían podría haber alimentado a una familia entera, Esther…siempre lo mejor…verduras, frutas, pescado, patatas, conejos, pollos…pero todo natural, no te creas que era como lo que comemos ahora…todo de sus tierras y de sus árboles, de su trabajo…a mi al principio me daba reparo…pero descubrí enseguida que lo que realmente les ofendía era que lo rechazara…era gente amable y generosa y respetaban muchísimo mi trabajo…así me lo demostraban…<o:p></o:p></i></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 6.0pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 6.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt; line-height: 150%;">Claro que lo que ellos no sabían, lo que yo no sabía, era que Charo estaba huyendo, que había escogido el destino más remoto posible dentro de la provincia, para no ver, para no recordar, para lamerse en silencio las heridas.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 6.0pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 6.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt; line-height: 150%;"><span> </span>Por eso me costaba entender que una mujer como ella, joven y hermosa, renunciase con una calma pasmosa a las diversiones y la vida social de la ciudad, cambiase su entorno de siempre para enterrarse en una aldea perdida. Que en verano siempre vistiese sólo dos o tres vestidos ligeros y en invierno pantalones flojos y gruesos jerséis de lana tejidos por su madre, botas de goma y calcetines gordos. Cuándo me lo contaba nunca acababa de comprender <i>todas mis blusas de seda…mis faldas plisadas y mis abrigos buenos se apolillaron, la humedad en aquella casa era tan atroz que cada semana me encontraba un vestido mohoso, unas botas de piel echadas a perder…me acostumbré a vivir con casi nada, sin vanidad ni presunción…ya ni siquiera me soltaba el pelo…eso sí, fueron un años intelectualmente muy prolíficos…leí muchísimo…escribí muchísimo…eduqué a una generación entera de esa aldea con dedicación absoluta…</i> Ella solía referirse a esa época como <i>“mis años de Jane Eyre”.</i> <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 6.0pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 6.0pt;"><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt; line-height: 150%;"><span> </span>Ahora entiendo por qué, también huía, como Jane, sólo que para ella no habría reencuentro. <o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 6.0pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 6.0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 6.0pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 6.0pt;"><i><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt; line-height: 150%;">Junio 1976<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin-bottom: 6.0pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 6.0pt;"><i><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt; line-height: 200%;">Por fin ha terminado el curso. He ido a trabajar los últimos seis meses como un robot, procurando no pensar, no mirar, no sentir. Tengo confirmado el destino en Mens a partir del próximo curso,<span> </span>es una escuela unitaria, con mucho trabajo y en condiciones muy humildes, pero ha sido fácil, nadie lo quiere, así que tendré asegurada mi morada durante años. Mi padre insiste a través de mi madre para que vuelva a casa. Le he contestado que no la volveré a pisar mientras él viva. El sábado por la noche llamaron al timbre y era Raúl. La amnistía posterior a la muerte de Franco le ha salvado la vida y la libertad. Laura ya no está con él. No han podido superar el dolor y la pérdida del bebé. Me contó que Juan se marcha también de la ciudad, que ha aceptado un destino cerca de Santiago, que se muda con su familia. Que lo ha encontrado visiblemente más delgado y destrozado. No he querido saber más. Esta mañana se me ha acercado Delia, una niña especialmente sensible y aplicada que siempre me ha gustado y me ha dicho “Doña Charo, ¿es cierto que se marcha?” le he contestado que sí, me ha mirado” mi mamá dice que usted es mala y que mejor que se marche”<span> </span>esto último me lo dijo llorando la pobrecilla, así que me he agachado y le he preguntado “¿ y tú que piensas cielo?” ….” Yo creo que no es cierto y que la voy a echar mucho de menos” Le he dicho que eso es lo que importa, lo que ella crea.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin-bottom: 6.0pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 6.0pt;"><i><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt; line-height: 200%;">Por lo demás, pienso en él cada día, cada minuto, cada segundo. Lo amo, lo odio, lo necesito, lo añoro, lo desprecio…todo y nada a la vez. No tengo nada.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin-bottom: 6.0pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 6.0pt;"><i><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt; line-height: 200%;">Junio 1976<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin-bottom: 6.0pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 6.0pt;"><i><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt; line-height: 200%;">Carta de Carol. La niña, con apenas dos meses, duerme o está en su pecho todo el día. Me cuenta que tiene mucho miedo, que tras el levantamiento militar de marzo han detenido a algunos conocidos de Carlos, de los que nadie parece tener razón ni noticia. Tiene miedo por él, por ellos, por los tres. Yo también lo tengo.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin-bottom: 6.0pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 6.0pt;"><i><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt; line-height: 200%;">Puedo ocupar la casa a principios de mes, así que ya estoy metiendo en cajas y maletas todas mis cosas. Aquí no pinto nada. Allí tendré todo el verano para limpiar, pintar, comprar muebles y enseres. Estrenar mi nueva vida de ermitaña.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin-bottom: 6.0pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 6.0pt;"><i><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt; line-height: 200%;">Pedro viene conmigo para llevar mis cosas y ayudarme a instalarme.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin-bottom: 6.0pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 6.0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin-bottom: 6.0pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 6.0pt;"><i><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt; line-height: 200%;">Julio 1976<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin-bottom: 6.0pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 6.0pt;"><i><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt; line-height: 200%;">La casa es desapacible y fría, aún en verano. Las ventanas son de madera y se filtran las corrientes aún estando cerradas. Eso sí, es bastante grande. Tiene una cocina amplia, con una cocina de hierro, cuatro habitaciones y un salón. Mi hermano se quedó conmigo una semana entera. Una vez inspeccionada, volvimos a la ciudad y compramos una cama grande, unos sofás de piel color camelº, una mesa para la cocina y otra para el salón. Todo de segunda mano, sólo el colchón es nuevo. El resto de los ahorros se me han ido en abastecerme de colchas, sábanas, toallas, telas vistosas para cortinas y menaje. Pedro les dio una cantidad considerable para que me lo trajesen todo al día siguiente. <o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin-bottom: 6.0pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 6.0pt;"><i><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt; line-height: 200%;">He pasado días enteros limpiando, blanqueando paredes y baños, cosiendo cortinas. Esta mañana me he levantado temprano y he hecho café. A través de la ventana de la cocina sólo se ve verde y más verde, salpicado de escasas construcciones de piedra y hasta un castillo. Parece un cuento. He pensado que a él le gustaría.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin-bottom: 6.0pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 6.0pt;"><i><span style="font-family: Verdana; font-size: 10.0pt; line-height: 200%;">Ah, hay ratones.<o:p></o:p></span></i></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin-bottom: 6.0pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 6.0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><br />
</div>eugeniahttp://www.blogger.com/profile/11477102009888367928noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4649719412467719823.post-16397886460124726752011-08-05T12:02:00.001-07:002011-08-05T12:02:16.236-07:00más que mirarse (XXI)<div class="MsoNormal">Clara Martínez Santiso se sintió perdida durante largos meses. </div><div class="MsoNormal">Hasta aquel momento su vida había sido fácil. El universo se reducía a su padre, su madre, sus abuelos y la gente del colegio. Los últimos elementos eran periféricos. Sus padres, su casa, eran el centro, el sol, la vida. Clara no había convivido con otras familias, así que para ella era normal que su madre durmiera en una habitación y su padre en el sofá. Siempre había sido así, así que por fuerza tenía que ser normal.</div><div class="MsoNormal">Lo que no era normal era que su<span> </span>padre no estuviese cada mañana en el sofá, que sus cosas no poblaran armarios y estantes, que su cepillo de dientes no compartiese vaso en el baño con el de su madre y el suyo propio. Eso sí que la inquietaba y desconcertaba.</div><div class="MsoNormal">Eso y el hecho de que en aquella guerra silenciosa no había malos, nadie a quien culpar, un madrastra malvada, un brujo despiadado, como en los cuentos que su padre le leía cada noche. Una figura negativa y absolutamente culpable de todos los males, un<span> </span>personaje cuya muerte o desaparición devolviera la paz y la armonía y reestableciera el orden en su universo. En este cuento todos eran buenos, todos eran amables, todos necesarios. Y todos sufrían, y se hacían daño sin querer, que era el daño más tonto que se puede hacer, pensaba Clara.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Para Clara Martínez Santiso el Universo se había resquebrajado una tarde de Marzo.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Jugaba en el patio del colegio con sus compañeros, tras salir del comedor, cuándo sintió una alegría inmensa al ver a papá y a mamá esperándola en la puerta. Normalmente siempre venía uno de los dos, pero ese día estaban allí juntos, sonriéndole desde el portón de hierro. Corrió a por su mochila y sus cosas mientras pensaba que eso sólo podía significar que se iban los tres a merendar al <i>burguer</i>, o a comprar ropa para ella, o al cine. Pero papá le dijo que no, que iban al parque de <i>Santa Margarita</i>, para sentarse los tres en la hierba y hablar. Por el camino, papá procuraba hacerla reír, con juegos y cosquillas, pero Clara se dio cuenta de que todo el rato miraba a mamá con preocupación, y que ella sonreía con esfuerzo, pero tenía cara de pena y parecía a punto de echarse a llorar todo el tiempo. Aún así, mamá no lloró.</div><div class="MsoNormal"><span> </span>No lloró mientras le explicaba cosas extrañísimas, como que a partir de ese día papá no iba a dormir más en casa, que se iba a mudar a otra casita muy chula, en la que ella podría estrenar una habitación nueva preciosa, con esa camita azul del <i>Ikea, </i>con mesita y armario a juego, que a ella tanto le fascinaba cuando observaba embobada la exposición. Que todo iba a ser mucho mejor, porque así tendría dos casas, con doble de juguetes, doble ropa, doble de todo. Que pasaría fines de semana enteros en su habitación nueva. Que podría ver a papá todos los días, siempre que quisiese, en cualquier momento, a cualquier hora del día o de la noche.</div><div class="MsoNormal"><span> </span>Pero a pesar de sus padres le estaban contando una historia en la que todo parecían ventajas, Clara Martínez Santiso percibió que éste cuento no era como los de los libros. Que sus padres se esforzaban por sonreír y parecer relajados, pero ella los conocía bien, muy bien, y sabía que por fuerza aquel cuento, aunque no tuviese brujos ni madrastras malvadas, ni monstruos, tenía un lado siniestro y peligroso, que papá y mamá intentaban que ella no viese, como cuando pasaban escenas de alguna película o se saltaban algunas páginas de ciertos cuentos.</div><div class="MsoNormal"><span> </span>Clara escuchó y escuchó <i>mira cielo, papá y mamá se quieren mucho, muchísimo…pero para ser más felices los tres, papá tiene que vivir en su propia casa…lo entiendes, ¿verdad cielo?....</i>pero Clara no entendía. No entendía nada. Sólo sabía que ella no iba a ser más feliz así, que no le importaba tener otra habitación, aunque fuese la azul del <i>Ikea</i>, que ella era feliz teniendo a papá en casa todo el rato, que si para verle tenía que llamarle, aunque fuese a cualquier hora del día o de la noche, era porque no iba a estar cerca de ella.</div><div class="MsoNormal">Aquella noche Clara Martínez Santiso durmió mal. Una pesadilla en la que vagaba perdida en un cielo negro y sin estrellas, atrapada en lo alto de una cama azul de la que no podía bajarse sin caer al vacío, la atormentó y la escupió a la realidad de su habitación de siempre, de su cama blanca y rosa, empapada en sudor y llorando desconsolada.</div><div class="MsoNormal"><span> </span>Mamá apareció corriendo por el pasillo, le besó en la frente y en la cara, y en el pelo y le cambió el camisón por uno seco, y le dijo mil veces muy bajito <i>no pasa nada mi niña preciosa no pasa nada todo está bien…</i>se acostó con ella y la abrazó mucho rato. Pero cuando pensó que ya se había dormido, Clara sintió en su nuca las lágrimas tristes y húmedas, los sollozos contenidos y silenciosos de mamá, y como su cuerpo temblaba y se convulsionaba con una violencia sorda y reprimida, que a Clara le llenó el corazón de miedo y angustia.</div><div class="MsoNormal">La tarde siguiente era la abuela Mari la que estaba esperándola en el portón del colegio.</div><div class="MsoNormal">Se la llevó al parque y a merendar chocolate con churros. A Clara, que era una niña, pero no era tonta, no se le pasó por alto que la abuela Mari estaba triste y nerviosa, igual que mamá y papá, y que le acariciaba el pelo y se la quedaba mirando mucho rato, sin llorar, ella tampoco lloraba, pero con los ojos líquidos y bajos. Ya era de noche cuándo sonó el móvil de la abuela y ella dijo <i>es mamá</i> y hablaron un ratito como en susurros, pero Clara oía igual <i>¿ya está?...bueno hija…tranquila…procura serenarte…en media hora estamos ahí…<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal">Al abrir la puerta, mamá la esperaba con los brazos abiertos, pero Clara Martínez Santiso, que era una niña, pero no era tonta, se zafó de su abrazo y corrió por la casa para comprobar lo que ya sabía. Que el ordenador de papá ya no estaba en la mesa de la sala. Que su armario estaba vacío. Que sus calcetines ya no estaban en el cajón. Que la mitad de la estantería de la sala lucía deshabitada, polvorienta y desolada, sin sus libros ni sus discos. </div><div class="MsoNormal">Cuándo hubo comprobado cada cajón, cada mueble, cada estante, por fin cesó su frenética carrera por la casa y pudo sentarse en el sofá. Mamá y la abuela la miraban de pie, con gesto alarmado, incapaces de moverse o de hablar, sin duda esperando su reacción. Pero Clara no tuvo ninguna reacción. Al menos ninguna visible. Simplemente se quedó allí sentada e inició un mutismo glacial, un mutismo y una ausencia total de emociones que duraría días, que duraría semanas.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Al tiempo que el estupor inicial iba dejando paso a una tranquilidad asentada, a una asimilación firme, Clara Martínez, que era una niña, pero que no era tonta, comprendió, con esa intuición sabia y práctica de los niños, que la nueva situación le favorecía en muchos aspectos. </div><div class="MsoNormal">Por ejemplo, todo el mundo la consentía mucho más que antes. Los abuelos no se negaban a comprarle ningún capricho, no tenía que insistirle a mamá más de cinco minutos para cenar hamburguesas o pizza, en lugar de la crema de verduras que detestaba profundamente. Los fines de semana que pasaba con papá eran una fiesta continua de cine, palomitas, videoconsolas, juegos agotadores y felices, tirados en la alfombra, y siempre volvía a casa el domingo por la noche con algún juguete nuevo o una camiseta, o un neceser de Bob Esponja. Todo el mundo se esforzaba por atenderla, estaban pendientes del más insignificante de sus estados de ánimo. Incluso los primeros días en los que papá no había estado en casa, Clara no sabía por qué, pero se olvidaba de comer, se olvidaba de ir al baño. En varias ocasiones había mojado la braguita y el pantalón en el colegio sin ni siquiera darse cuenta, hasta que la vergüenza de la mancha en su entrepierna la llevaba a tirar temerosa de la manga de Sonia, la cuidadora del patio, que inmediatamente se ponía en marcha, cogiéndola en brazos, dándole muchos besos, cambiándole el pantalón por un chándal viejo de otro niño, que se había quedado olvidado en el cajón de objetos perdidos. Luego hablaba con papá o con mamá, con el que fuera a buscarla ese día y le explicaba todo en voz muy bajita, para que los demás niños y padres no se enterasen de nada. Y mamá y papá, lejos de enfadarse, volvían a cubrirla de besos <i>no te preocupes princesa, ahora mismo vamos a casa y te pones una faldita chula, la roja cortita, o la de volantes, tú no te preocupes, eh?...aquí no ha pasado nada…<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal">Los sábados por la mañana empezó a ir con papá a una librería chulísima, pero chulísima, dónde papá le dejaba mirar los libros de cuentos mucho rato mientras él hablaba con la dueña, que era una chica muy guapa, no tanto como mamá, pero tenía una sonrisa amable y un pelo negro precioso y siempre le regalaba globos y caramelos, chuches o rotuladores de <i>Dora Exploradora</i>. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Todo volvió a ser fácil y fluido hasta que un mediodía que no se quedó al comedor y mamá la recogió para comer en casa. Pasaron por delante de la librería y desde fuera vieron a papá en el mostrador y mamá dijo <i>anda, Clara, mira quién está ahí, es papá , vamos a saludarle…</i> y entonces entraron , y papá , que no las había visto venir, tenía la mano de la chica morena de las chuches cogida entre las suyas, y al darse la vuelta y verlas, dudó un segundo, y Clara lo vio, y su madre lo vio, que papá se había quedado muy sorprendido y durante una milésima de segundo casi suelta la mano de la chica de los globos, pero se recompuso enseguida y a pesar de haber dudado, porque Clara sabía que había dudado, finalmente no soltó la mano de la chica de los rotuladores y dijo <i>hola guapas!! Qué sorpresa!! </i><span> </span>Y después sí la soltó y abrazó a Clara, pero dijo <i>Isa, te presento a Esther, Esther, ésta es Isabel…y a Clara ya la conoces…</i>mamá y la chica de los cuentos se sonrieron y se dieron dos besos y se dijeron <i>encantada</i>…pero mamá se quiso ir enseguida e hicieron el resto del camino muy aprisa, mamá caminaba muy seria mirando al frente y parecía no acordarse de que llevaba a Clara de la mano.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Y luego, por la noche, mientras miraba la tele, la oyó hablar por teléfono en la cocina con Paula, que era su mejor amiga. Mamá tenía voz llorosa y decía <i>no sé tía, la verdad es que me ha sentado como el culo…sí…sí…ya lo sé….sí….es normal...pero no sé…no sé si me da celos o envidia…</i> luego acostó a Clara y le leyó un cuento, como siempre, pero por la noche se despertó y oyó a mamá llorando bajito en el salón.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Y Clara Martínez, que era una niña, pero que no era tonta, pensó que este cuento al fin y al cabo, no era tan distinto de los otros que le leía papá, y que finalmente sí había un brujo despiadado, que parecía bueno, pero en realidad hacía trampas, y que no la quería tanto como decía. Y una madrastra malvada que al principio regalaba chuches y libros, y rotuladores de <i>Dora la Exploradora</i>, pero que al final la pondría a fregar suelos y la obligaría a vestir harapos.</div>eugeniahttp://www.blogger.com/profile/11477102009888367928noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4649719412467719823.post-30285032875154996252011-07-27T11:09:00.000-07:002011-07-27T11:09:04.611-07:00más que mirarse (XX)<div class="MsoNormal">Se sentó en el suelo frente al sofá, abrazándose las rodillas. Permaneció así mucho rato. Observarle dormido, la cabeza ladeada sobre el cojín, la camiseta arrugada y enrollada sobre el vientre, el pantalón desabrochado, le inspiraba una benéfica sensación de paz y ternura. Habían disfrutado mucho de la comida, saboreado una magnífica botella de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ramón Bilbao </i>del 2006, se habían reído y avanzado en el camino recíproco de la confianza y la complicidad. En la conversación salió a relucir la admiración compartida por Aristarain, destriparon y analizaron <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Un lugar en el mundo</i>, regalándose mutuamente puntos de vista y perspectivas nuevas, y decidieron acompañar el café y el cigarro con <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Lugares Comunes. </i>Pero a Rafa le venció el sueño antes de la mitad de la película y se acomodó en el sofá, dejándose llevar a la modorra total por los dedos de Esther, que acariciaban su cabello con estudiado esmero. </div><div class="MsoNormal">Y ahora le observaba sin poder evitar sentirse profundamente agradecida.</div><div class="MsoNormal"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>En los últimos meses, la lectura de los diarios de Charo formaba parte de sus días y de sus rutinas, formaba parte de ella misma, por eso no le escapaba la analogía evidente de su amor y el amor de ella y Juan <i style="mso-bidi-font-style: normal;">hace treinta años esto hubiera sido posible…habríamos naufragado en el mismo mar negro y furioso en el que zozobraron ellos…</i> Miraba a ese hombre cuyas miradas y caricias le nutrían la piel y el alma, sin cuya presencia no existiría la alegría y la bonanza, y no podía evitar pensar que a ellos nadie les miraría con desprecio al salir del ascensor, nadie les haría irrespirable ir a trabajar, a pasear, a la compra…y qué injusto…qué injusto resultaba, si al fin y al cabo no hacían otra cosa que quererse, igual que Charo, igual que Juan… </div><div class="MsoNormal">Esther pensó también que ese regalo maravilloso, esa tarde de julio en la que el sol y el calor se filtraban por los ventanales de la galería de su salón, que invitaban a la calma y al placer, o al placer y a la calma, daba igual el orden, eran todo lo que necesitaba, todo lo que quería.</div><div class="MsoNormal">La ternura finalmente la venció. Se acercó a Rafa y, subiéndole la camiseta, comenzó a esparcir docenas de besos por su torso, su cuello, sus ojos y orejas, sus mejillas y labios…Él comenzó a sonreír desde la inconsciencia de su sueño demorado, claramente incapaz aún de dilucidar qué formaba parte del sueño y qué venía del exterior de ese baluarte. Tras unos minutos deliciosos y largos comprendió al fin. Aferró su nuca con fuerza, introduciendo sus largos dedos de artista en su pelo y transformó los besos rápidos en otro mucho más largo, un beso que no era sólo labios, que era dientes y era lengua y era saliva. Cuando ella percibió su excitación, que se erguía explícita y salvaje en el bulto de su pantalón, se puso de pie, se quitó las bragas y las desechó, junto con los pantalones y el calzoncillo de Rafa a un lado del sofá, en el suelo. Recogió con una mano la liviana tela de su vestido de algodón y se sentó encima de él, desprendiendo los tirantes del cuerpo para que él<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>pudiera ver y acariciar sus pechos. Comenzó a moverse muy despacio primero, hasta que los susurros y las respiraciones llegaron a más, se convirtieron en gemidos, en jadeos descontrolados, en más dientes y más saliva, en muchas lenguas y labios, y caricias y calor y humedad. Cuando comprendió que ambos estaban cerca del final, redobló sus esfuerzos, apoyando un pie en el suelo y otro en el sofá, una posición para entrar y salir del cuerpo de él totalmente, profundamente, mientras las manos de Rafa aferraban sus nalgas con fuerza, ayudándola y sosteniéndola. Se corrieron juntos, extasiados, agotados, maravillados de su propio placer. </div><div class="MsoNormal">Luego Esther salió de su cuerpo y se desplomó en su pecho, dónde, abrazándole la cintura, se dejó acariciar y besar el cabello hasta que ella misma se sumergió en un grato sopor. </div><div class="MsoNormal">Cuando despertaron las sombras del atardecer dibujaban extraños claroscuros en los muebles y las paredes. Rafa acercó una manta y encendió dos cigarrillos.</div><div class="MsoNormal"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Y entonces por fin pudo hablarle de quién era ella.</div><div class="MsoNormal"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Del significado de ese mueble de otro siglo en su salón. De las fotos que habitaban sus estantes y los muros de su morada. De esa mujer guapa y serena, que sonreía a la cámara con timidez, como si fuese totalmente inocente de su belleza, como si no conociese la turbación que producía su cabello rubio, sus ojos claros, su sonrisa perfecta, su cintura mínima. De esa pareja joven y apuesta, un hombre fuerte y satisfecho que sostenía con un brazo a una niña confiada y feliz, aún feliz y confiada, y con otro el otro brazo aferraba la cintura de una mujer hermosa, de muslos contundentes y hombros bronceados y rotundos, que no parecía menos confiada ni menos feliz que la niña, mientras atusaba despreocupada su cabello negro como el carbón y sonreía con los ojos. Y también le habló de Juan Solís, que no aparecía en ninguna foto, que en los últimos veinte años había sido poco más que un fantasma, pero que sin embargo estaba allí también, se desgajaba, se licuaba , se desprendía de los ojos tristes de la mujer rubia en esa foto <i style="mso-bidi-font-style: normal;">ves esa de ahí, esa nos la hicieron en la Batalla de las Flores, ahí tenía que hacer muy poco que él había muerto…</i>y también esa otra en la que agachada, apretaba contra su pecho el cuerpecillo de la niña morena que ya no parecía confiada, ni parecía feliz, y la mujer ya ni miraba a la cámara, miraba al horizonte, miraba más allá del fotógrafo y de los grupos de gente que se adivinaban alrededor de ellas, como si, en medio de la romería, hubiera distinguido de pronto una silueta familiar, alguien que se parecía a él.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Rafa la escuchó en silencio mucho rato, horas tal vez, absolutamente absorbido por la historia magnífica, de dolor, de amor, de vida, <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>que esa mujer que era su amante y su afán, su alegría y sus ganas de vivir, iba desgranando para él con asombrosa maestría. No parecía escoger las<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>palabras, ni haber ensayado los tonos, las pausas, los énfasis ni los silencios intercalados, pero las palabras no podrían ser más escogidas, los énfasis más apropiados, los silencios más propicios. Se debatía, admirado y maravillado, entre la atención que requería el relato y el hallazgo manifiesto de que esa mujer que era su afán y<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>su alegría y sus ganas de vivir, era además, una excelente contadora de historias, tan mágica y sublime, tan natural y entregada, que ni ella misma parecía consciente de su don. No se atrevía a hablar, prácticamente ni a moverse, estaba absolutamente atrapado, tenía miedo de que se rompiera el hilo y la alquimia de ella, tenía miedo de que ese momento terminase. Por ello, cuándo notaba que en un punto determinado del relato, Esther se emocionaba o un silencio se alargaba más que el anterior, la animaba a continuar con una suave caricia en su mejilla o un beso fugaz.</div><div class="MsoNormal"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Porque Rafael Martínez se estaba dando cuenta de la trascendencia extraordinaria de ese momento en el que, además de en su amante, su afán, su alegría y sus ganas de vivir, Esther Fernández Navarro se estaba convirtiendo en su compañera.</div>eugeniahttp://www.blogger.com/profile/11477102009888367928noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4649719412467719823.post-61501899869935674932011-07-22T03:44:00.000-07:002011-07-22T03:44:21.840-07:00más que mirarse (XIX)<div class="MsoNormal">Yo nunca había creído en la predeterminación, en eso que llaman destino o <i style="mso-bidi-font-style: normal;">fado. </i>Nunca lo había hecho, ni en su concepción estrictamente filosófica, calvinista, ni en sus múltiples y arraigadas raíces populares, como cuándo oía a mis amigas decir aquello de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">estaba para ti</i>…<i style="mso-bidi-font-style: normal;">el destino me condujo a esto o aquello…</i>No comentaba nada, sólo sonreía, pero interiormente pensaba “<i style="mso-bidi-font-style: normal;">esto” no es más que el resultado de tus acciones, lo que tú te has forjado. </i>Dejar los resultados y las respuestas en manos del <i style="mso-bidi-font-style: normal;">destino</i>, no sólo se me antojaba una manera infantil de ver la vida, sino también la cobardía infame de no asumir las consecuencias de los propios actos. Detrás de esta concepción de la existencia, llámese Dios o destino, estaba el afán de vivir al cobijo del paternalismo, de la dependencia, de no ser responsable de la propia vida. Por supuesto admitía el peso del azar, la coordenada desconocida, el decimal que rompía la perfección del número redondo, la imposibilidad humana de calcular todas las ecuaciones. Pero no pasaba de ahí, de la consciencia de saber que un coche podría matarme al cruzar una calle, que una maceta, empujada sin intención por el codo de una señora que limpiaba los cristales, podía romperme el cráneo. Eso, azar, posibilidades no barajadas. Un hecho muy distinto era imaginar la existencia de un ser todopoderoso, que desde un lugar incorpóreo, mataba su aburrimiento y su soledad de ídolo manejando con pericia los hilos de millones y millones de marionetas infelices, inconscientes de su propia nimiedad. Esa idea sí que me aterraba. Además, desde muy pequeña empecé a cuestionarme racionalmente todos los preceptos inamovibles de la religión. Vírgenes que parían hijos. Señores que caminaban sobre las aguas, que creaban el mundo a partir de la nada, que multiplicaban con sus dedos panes y peces, devolvían la vista a los ciegos y resucitaban tres días después de una muerte terrorífica y atroz. Todos estos hechos desafiaban descaradamente los principios de la física y de la ciencia, así que por fuerza tenían que ser un cuento chino, un mito, una leyenda. Así que prefería la responsabilidad desnuda y despiadada de ser la única responsable de mis acciones. Aún así envidiaba la fe, ese regalo, ese jergón que permitía a tantos vivir sin la aterradora certeza de la nada que proseguía al cajón de madera. Envidiaba la tranquilidad de poder existir pensando que realmente lo que me ocurría ya <i style="mso-bidi-font-style: normal;">estaba escrito</i>, y que por tanto no era responsabilidad mía. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Cuando llegué a la vida de Charo, ella necesitaba desesperadamente una hija. Yo necesitaba desesperadamente una madre. Y aún así, la muerte que sorprendió a mis padres en una noche de lluvia torrencial, de oscuridad y presagios, la curva que mi padre no pudo sortear, seguía siendo azar, ruptura del número perfecto. Actos involuntarios y consecuencias, pero actos al fin y al cabo. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Incluso para un ateo la Navidad es una época desestabilizadora y temible. Charo siempre empezaba a acusar un nerviosismo palpable y desasosegante desde principios de diciembre. Yo recordaba sus esfuerzos y su entusiasmo al preparar la navidad para los niños del colegio, como recorríamos incansables papelerías y jugueterías. Salíamos temprano por la tarde, después de comer <i style="mso-bidi-font-style: normal;">hija nos vamos ya que luego enseguida se nos echa la noche encima y con el frío que hace te me vas a constipar. </i>Aunque ella siempre era dueña de una mirada dulce, de una sonrisa cálida, de una actitud y un lenguaje corporal que transmitían tranquilidad y paz en oleadas generosas y plácidas, yo notaba como en aquellas tardes, al poco rato de caminar calle Real arriba y abajo, su expresión de iba endureciendo, como las luces y las músicas ñoñas y repetitivas, cansinas, le ensombrecían el alma. Cuando llegábamos a casa, heladas y exhaustas después de horas de esquivar multitudes poseídas por un insaciable afán de comprar, elegir, desechar regalos, ropas, juguetes, ella preparaba una merendola de chocolate caliente y galletas y por fin podíamos retomar nuestro íntimo universo de armonía y sosiego, mientras sentadas frente a la enorme mesa de la cocina recortábamos, dibujábamos, pegábamos, preparábamos las bases de vistosos y alegres murales que sus alumnos completarían al día siguiente en el aula. Luego, antes de cenar, llenaba la bañera de agua caliente, con olor a rosas y me lavaba el cabello con esmero, con masajes rítmicos y placenteros <i style="mso-bidi-font-style: normal;">que te acaricien el pelo con ternura es uno de los mayores placeres de esta vida hija…</i></div><div class="MsoNormal">Después de cenar nos acostábamos en mi cama, casi siempre temprano y Charo me leía en voz queda y narcotizante, libros maravillosos, historias que han formado parte de mi vida como los fundamentos más arraigados y mágicos que puedan existir <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Las mil y una noches, Cuentos por teléfono, Corazón, Mujercitas, El Rey Lear, El Mercader de Venecia…</i>Se quedaba conmigo cantándome y acariciando mi cabeza hasta que estaba totalmente segura de dejarme tranquila y feliz, apaciblemente instalada en un sueño lleno de fantasías.</div><div class="MsoNormal">Pero yo sabía, con esa intuición sabia e inefable de los niños, que esas fechas no le gustaban, que con sumo placer barrería del calendario los días navideños y saltaría con alegría a la actividad incesante e irreflexiva de los días de enero. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Navidad, 1975<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Juan ha vuelto hace un rato con un regalo para mí. Un disco de Sinatra y una edición inédita en España de poemas de César Vallejo. Le he dicho que faltan todavía unos días para Nochebuena, y me ha mirado y sonreído sin decir nada. <o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Esta mañana me ha llamado el director a su despacho y con esmerada cortesía y dificultad me ha comunicado que el cuerpo de profesores ha decidido que, “dada mi difícil situación moral” consideraban que no era apropiado que participase este año en las actuaciones y teatrillos navideños del centro, que tal vez sería más tolerable para los padres y compañeros “no sufrir la incomodidad” bla bla…en resumen, que no desean que yo sea vista por aquí. Al salir me he encontrado con El Taciturno por el pasillo. Me ha cogido del brazo y mirado de frente para decirme “señorita Alonso, no permita este linchamiento, pida el traslado, cambie de ciudad…no pararán hasta despedazarla…y sería una pena…hay pocas personas como usted” Se lo agradezco de veras, ese hombre nunca sabrá hasta que punto sus palabras han sido sanadoras para mi alma, aunque en ese instante sólo pude asentir y sonreírle desde mis lágrimas dóciles. La cena de nochebuena, en la que sin duda él estará hundido por la infelicidad que estarán viviendo los niños, me aterra.<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Navidad, 1975<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Al amanecer me despertaron sus dedos dentro de mí, sus besos en mi pecho. Abrí los ojos. Me miraba con ese brillo abultado y brutal del deseo que tan bien le conozco, pero esta vez había algo más, algo casi indescifrable, pero que me sonó vagamente a redención o disculpa. Fue un amor extraño, demorado, cuajado de palabras no dichas o apenas susurradas…se movía dentro de mi tan lentamente que duraban más sus miradas que sus empujes, sin dejar de observar mis ojos y sostener mi cara. Fue un amor triste, triste como una despedida. <o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Mucho más tarde, después de alargar la mañana entera entre las sábanas, por fin me pidió perdón, por fin quiso saber qué cómo estaba, cómo estaba yo, qué sentía en medio de la debacle inhumana en la que habían convertido nuestros días. Y también por fin puede hablarle de mi angustia, de mis insomnios, de mis amargas pesadumbres de cada amanecer. De el muro malsano y negro que habían levantado para mi en el colegio, de los desprecios de los vecinos y las miradas cargadas de intención. Por un momento pude verle el antiguo y amado destello de la rabia y la pasión </i>“por dios mi amor…que sea precisamente Begoña, que no podrá usar falda en su vida de lo gastadas que tiene las rodillas de tanto agacharse en los despachos de dirección…que sea ella quien te juzgue…me hierve la sangre Charo…”<i style="mso-bidi-font-style: normal;"> Siempre es así le dije…siempre es así…no importa quién sea…<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Navidad, 1975<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">He recibido postal y carta de Carol. Me cuenta que el embarazo va bien, pero que Carlos está demasiado tiempo fuera de casa, que tiene miedo porque la situación social está muy revuelta. Cada día aparecen autobuses incendiados, tímidas e indignadas revueltas. Los obreros y los estudiantes se organizan, encabezan, como siempre, como en cada país y en cada intrahistoria, estandartes de vanguardia y de cambio. Y que por detrás, aún bajito, pero cada vez más intimidatorio y amenazante, se deja sentir el ruido de sables, igual que siempre, igual que en cada país y en cada intrahistoria. Carlos intenta procurarle la mansedumbre que conviene a su estado, pero ella le nota preocupado y afligido. Se reúne con sus alumnos y otros compañeros largas horas, nadie habla aún abiertamente de un levantamiento militar, pero todos lo temen.<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Navidad, 1975<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Según se acerca el veinticuatro, las llamadas desesperadas de Loli se incrementan. Le dice que no importa lo que haya pasado, que ella está dispuesta a perdonarle y olvidar, que vuelva a casa. Ya no titubeo al calificar de despreciable esa manipulación emocional que detesto, que tan íntimamente reconozco. Ya no titubeo al preguntarme dónde…dónde está la dignidad de esa mujer.<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Navidad, 1975<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Es Nochebuena. Bueno no, es Navidad, son más de las doce. Llegué a casa sobre las seis, después de pasar la tarde comprando regalos para Juan, mi madre y mi hermano. También me acerqué al mercado para poder preparar una cena especial. Las luces, villancicos y alegría de la gente consiguieron contagiarme por unas horas e incluso llegué a pensar que por lo menos estaríamos juntos. Al abrirla, la puerta tropezó con el cuero rígido y raído de su maleta, un silencio áspero me taladró la frente. Lo encontré de<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>pie en la cocina, fumando y esperándome. Me pareció absurdo someterle a la vulgaridad y los rigores de una despedida melodramática, la visión de su maleta era suficiente, así que sólo asentí levemente. Sin embargo, cuándo le vi ponerse el abrigo y la bufanda, un frío glacial, abominable, me nubló los ojos, el miedo lo cubrió todo de una neblina espesa, implacable. Tuve deseos de gritar, de llorar y suplicar que no me dejara sola, pero sólo acerté a cogerle del brazo cuando ya casi traspasaba el umbral de mi<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>puerta </i>“no lo hagas mi amor…no lo hagas…no vamos a<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>saber vivir….lo sabes, ¿no?...no vamos a saber…” <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Asintió a su vez, como queriéndome decir que sí, que lo sabía. <o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Y ahora estoy sola. Definitivamente sola.<o:p></o:p></i></div>eugeniahttp://www.blogger.com/profile/11477102009888367928noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4649719412467719823.post-41402525388960332682011-06-24T11:21:00.000-07:002011-07-22T03:47:58.901-07:00más que mirarse (XVIII)<div class="MsoNormal">Rafael Martínez hablaba poco. Por eso cuando lo hacía, siempre le escuchaban con atención y respeto. A su madre le encantaba decirlo, siempre, con cualquier pretexto, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Rafa es un chico que sabe hacerse respetar ¿verdad?, </i>afirmación a la que seguían invariablemente un coro de asentimientos y afirmaciones <i style="mso-bidi-font-style: normal;">sí, desde luego</i> o <i style="mso-bidi-font-style: normal;">sí, lo cierto es que su presencia infunde mucho respeto…</i>entonces ella, orgullosa, proseguía, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">pues siempre ha sido así fíjate, desde bien pequeño, sólo con una mirada lo decía todo…era un niño muy bueno y muy inteligente, con deciros que aprendió a leer con sólo tres añitos…</i></div><div class="MsoNormal">A él, según iba creciendo, le iba avergonzando más aquel entusiasmo nada disimulado de su madre <i style="mso-bidi-font-style: normal;">mamá por favor, déjalo ya…</i>Porque Rafael Martínez además de serio, era tímido, muy tímido, pero su seriedad camuflaba su timidez y la hacía mucho más tolerable. Su seriedad y el mullido colchón que sus padres le habían procurado desde siempre. Porque a Rafa nunca le había faltado de nada, ni atención, ni cariño, ni medios. Era el primero de tres hermanos y su familia, una familia feliz, no se diferenciaba mucho del resto de las familias felices. Su padre era un hombre trabajador y casero, un mecánico excelente, que se había jubilado como jefe de taller en la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Mercedes. </i>Su madre era un ama de casa entregada y complaciente, que exhibía con orgullo las fotos de sus vástagos y decía <i style="mso-bidi-font-style: normal;">otros van presumiendo por ahí de sus coches y sus chalets…pues yo presumo de mis tres hijos que bien guapos y buenos que me han salido…</i>Eso también era cierto. Sus hermanas, que siempre habían sido unas niñas monas y graciosas, crecieron siendo mujeres guapas. Rafa no era un guapo de revista, pero con su metro ochenta y su esbeltez, su pelo negro levemente ensortijado, que siempre llevaba más bien largo y sus facciones armoniosamente incorrectas, nariz pronunciada, ojos verdes y profundos, resultaba un hombre muy atractivo <i style="mso-bidi-font-style: normal;">interesante </i>decía su madre<i> h</i><i style="mso-bidi-font-style: normal;">ay que ver lo interesante que pareces cuando te arreglas un poco hijo. </i>Cuando, entrada la adolescencia a Rafa le nació la conciencia de clase, entendió por fin a la perfección el orgullo materno, porque supo que para los pobres, para el proletariado, su prole era su única y esperanzadora riqueza. Rafael Martínez, además, siempre había sido muy responsable. Desde pequeño sacaba las mejores notas, ayudaba a su madre con la compra y cuidaba de sus hermanas, tanto, que incluso una vez se había dejado romper un brazo de un certero balonazo para evitarle el impacto a su hermana pequeña. </div><div class="MsoNormal">Pero Rafa no hablaba poco porque no tuviera nada que decir. No. Su cabeza era un hervidero de ideas constante, leía incansablemente e incluso sus sueños eran creativos y fantásticos. Producto de tanta y tan temprana lectura, se poblaban de seres mágicos, catástrofes naturales, viajes submarinos…<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Este chico vale mucho para la música María, mira que aprender él sólo a tocar el bajo…</i>y era cierto, tenía talento innato para la música. A los pocos meses de estrenar su primer bajo, era capaz de reproducir de oído casi cualquier canción. Porque Rafael Martínez, además de jugar al baloncesto estupendamente <i style="mso-bidi-font-style: normal;">señora, es un placer ver a su hijo jugando al baloncesto, </i>le decía a sus padres el entrenador, era melómano desde su primera adolescencia y poseía unos dedos prodigiosos, un don innato en el manejo de sus manos que le permitían reproducir en papel, en cartón, con palillos, con una lata…con cualquier cosa, cualquier forma que se le antojase. Este don hacía las delicias de sus hermanas pequeñas, para las que se afanaba en construir exóticas flores de papel charol, hermosas, exuberantes y mágicas. A su madre la conquistaba enseguida cuando había hecho alguna trastada, recuperando del álbum familiar viejos retratos suyos de cuando era joven, que él reproducía fielmente y hasta mejorándola, sacándola más guapa. De esta manera tan artística se hacía perdonar, y le daba una excusa para comprar otro marco. Siempre le gustó el rock y siempre tuvo muy buen criterio para escoger los discos, primero en vinilo, más tarde compactos, que pedía a sus padres como regalo de santo, de cumpleaños o de reyes <i style="mso-bidi-font-style: normal;">que barbaridad hijo…siempre pides lo mismo…yo ya no sé dónde vas a meter tanto disco en ese cuarto tan pequeño…</i>Las estanterías de melamina sostenían en precario equilibrio docenas y docenas de tesoros <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Led Zeppelín, Oasis, Nirvana, Pearl Jam, Black Crowes, Bowie, Bruce…</i>Se apasionó tanto con Tolkien que antes de cumplir los quince ya había leído tres veces la saga completa de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El señor de los anillos. </i></div><div class="MsoNormal">Rafael Martínez hablaba poco. Pero pensaba mucho. Y eso, a la larga jugó en su contra.</div><div class="MsoNormal">Mucho antes de acabar el instituto, su propia lucidez le había causado un dolor tan sordo y prolongado, que le había hecho perder todo sentido práctico. Esto, unido a un temprano desarrollo de la conciencia política, había desbaratado todo entusiasmo. Porque desde muy joven, Rafa sentía como propias las injusticias, los sinsentidos del afán de consumo y poder de medio planeta, mientras el otro medio carecía de lo indispensable para subsistir. Empezó a ver el mundo como un gran teatro, un teatro absurdo y estúpido, en el cuál, como decía Lessing <i style="mso-bidi-font-style: normal;">la gran paradoja es que uno trata de ser y a la larga meramente existe. </i>No entendía el juego atroz del capital, consumir, producir, consumir, producir…no conseguía dejar de ver a los adultos como marionetas en manos de un sistema falso y corrupto, condenado al fracaso más estrepitoso por su propia necedad y avaricia. Rafael Martínez, que siempre había sido un chico tan responsable, tan maduro, tan trabajador, se dio cuenta no sólo de que no tenía ni idea de lo que debía hacer con su futuro, sino que cualquier papel que escogiese sería solo eso, un papel, una ficción, más madera para fundir en los hornos de un sistema que se le antojaba claramente injusto y despreciable. Durante un tiempo muy largo la salvación se llamó Amistad. A pesar de su timidez y su seriedad, descubrió que no tenía dificultades para hacer amigos, y que, inmersa en noches de copas y excesos, de compañerismo y gamberradas, su lucidez dolía menos, conseguía atontarla, embotarla, despistarla en medio de caladas de hierba y vapores etílicos. Sus padres empezaron a preocuparse. Pero consiguió que le dejaran en paz un tiempo, gracias a que, casi sin esforzarse, aprobó el COU y la Selectividad, de rentas, eso sí, estudiando como mucho el día antes, eso también, raspado, pero lo logró. Se encontró a si mismo matriculándose en Empresariales, en parte porque su padre decía que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">es una carrera con salida, sino mira el hijo de Maruja que no tiene ni veinticinco y ya trabaja en un banco…</i>en parte porque era de las pocas carreras que no exigían nota de corte, y a él, todos los excesos de los últimos años, no le habían dejado el expediente para muchas alegrías. Pero Empresariales, lejos de ser una salida, se convirtió en un callejón ciego. Llegaron los años del nihilismo para Rafael Martínez, de preguntarse <i style="mso-bidi-font-style: normal;">qué coño pinto yo en Empresas si detesto todo lo que representa y no me creo nada de sus cálculos y sus teorías…</i>cuando veía a sus compañeros tomando apuntes como posesos, devanándose los sesos con Keynes o con Adam Smith, se descubría a si mismo pensando que el neoliberalismo le daba náuseas y que jamás podría estudiar algo en lo que no sólo no creía, sino que le daba risa. </div><div class="MsoNormal">Empezó a pasar hasta de las juergas y a quemar las horas muertas tirado en la cama, raspando su bajo o simplemente mirando al techo. Llegados a este punto, sus padres ya no estaban sólo alarmados, estaban aterrados. Rafa acumulaba un suspenso tras otro, ya ni siquiera salía con chicas o con sus amigos y parecía vivir en un universo paralelo, aislado del mundo y de todo lo que representaba. Así fue como Rafa, el chico estudioso y responsable, Rafa, el virtuoso del baloncesto y el bajo, Rafa, el de los dedos prodigiosos de artista, Rafa, el adulto prematuro con aquella seriedad suya tan respetable, se convirtió en la angustia de unos padres que no comprendían que el aparente pasotismo de su hijo no era tal, sino que respondía a una ebullición continua y torturadora de su mente, que, a diferencia de su cuerpo, no conocía el descanso ni las treguas. Y se culpaban, se martirizaban, se preocupaban sinceramente por su hijo <i style="mso-bidi-font-style: normal;">no sé qué vamos a hacer con este chico María, no le veo futuro ni salida…<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal">Durante muchos años, para Rafael Martínez la salvación se llamó Isabel Santiso. La salvación tenía un tipazo y una cara preciosa, era alegre y extrovertida, y sobre todo, amó a Rafa desde el principio. El principio fue una noche de Sábado en la Ciudad Vieja. Rafa llevaba ya muchas copas encima, tantas, que estaba pensando en volver a casa, cuando Beltrán apareció con ella y dos chicas más. Rafa no le hubiera dedicado más de dos minutos de su tiempo, como hacía con todas las que le presentaban, pero ella era tenaz y locuaz y parecía no advertir, o simplemente pasarse por el forro, todos sus gestos de impaciencia y sus bostezos. </div><div class="MsoNormal">Isabel era una chica sencilla, amable. Además era muy guapa. No muy alta, pero con unas facciones intachables, nariz pequeña y recta, labios carnosos, ojos verdes y un pelo rubio tan rubio que parecía blanco, rizado y vuelto a rizar sobre si mismo hasta el infinito, una maraña bella y luminosa. Además, contrastando mucho Rafa, era divertida y despreocupada, hasta superficial en ocasiones. Acababa de terminar <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Graduado Social</i> y no le daba más vueltas a la vida que el deseo de colocarse en una gestoría y seguir saliendo y divirtiéndose con sus amigos. Empezó a quedar con ella sin expectativas, sólo por echar un polvo y ver que pasaba. Además, estaba encantado con eso de ser la envidia de sus colegas y tener por fin una medalla que enseñar a sus padres. Era fácil. Isa se metía en el bolsillo a todo el mundo. Tenía una conversación amena y siempre se convertía en el centro de todas las reuniones. Desde el principio fue en un bálsamo para el alma de Rafa, que ya no podía con tanta desazón y desencanto. Pasaron los meses y comprendió que difícilmente podría prescindir de su frescura, de su visión práctica de las cosas, del punto de cordura y realidad que le equilibraba. Y sobre todo, no podría prescindir de su adoración. Porque Isabel, más que quererle, le adoraba. Escuchaba atenta y embelesada todo lo que él decía, como si fuera su oráculo, le admiraba hasta la devoción y ni se le pasaba por la cabeza cuestionar o tan siquiera matizar nada de lo que él decía. Le habría seguido hasta el mismísimo infierno si él se lo pidiera. Esa mujer era su alimento. Enseguida comprendió que deseaba contagiarse de su energía y sintió la necesidad de tenerla cerca cada momento, como un talismán. No tardaron ni dos años en irse a vivir juntos. El tiempo que a él le llevó ponerse a estudiar como un loco y sacarse la oposición de Justicia, que no era lo que deseaba, pero era algo, un arma, una forma de tener a esa chica en su cama cada noche y poder sentir el calor de su admiración y su deseo cada segundo. Sus padres no daban crédito a los beneficios que esa joven providencial había traído a sus vidas, así que se esmeraban en mimarla y tratarla como a una hija. Durante muchos años, la vida fue sencilla. Trabajaban durante la semana, salían con sus amigos y se divertían los fines de semana. Incluso se casaron. Nada formal, una ceremonia de quince minutos en el juzgado. Pero Rafa no pudo dejar de pensar en la suerte que tenía y en lo preciosa que estaba su mujer, con sencillo vestido blanco y margaritas en el pelo. </div><div class="MsoNormal">Pero el nihilismo y la lucidez, tantos años ignorados, mantenidos a raya en el fondo de su alma, volvieron a aparecer. Cuándo ella le manifestó su deseo de tener un hijo, él le contestó que realmente él no quería tener hijos. Para qué, para qué más prole que alimente la maquinaria. Ella no le creyó…<i style="mso-bidi-font-style: normal;">algo un poco definitivo como para no comunicárselo a tu pareja antes de casarte, no te parece?...</i> No mentía cuando le dijo que no había intención, que simplemente no había salido el tema…<i style="mso-bidi-font-style: normal;">bueno Rafa, es que eso de no salir el tema…no sé me siento un poco estafada la verdad…</i> Pero pensó que se le pasaría, que acabaría aceptando su idea, como siempre. Con Isa todo era cuestión de argumentar, de razonar, siempre acababa comprendiendo su punto de vista. Pero los meses pasaban y ella seguía en sus trece <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Rafa es que yo siento la necesidad de tener un hijo de los dos…</i>y él …<i style="mso-bidi-font-style: normal;">que no mujer, piénsalo bien, los niños atan mucho, dan mucho curro, tenemos un piso muy pequeño…</i>Ella no insistió más, pero se fue alejando. La angustia empezó a envilecerla. Utilizaba el sexo como mercancía. Si él se portaba bien, era cariñoso, y llevaban ya muchos días de abstinencia, transigía. Si quería castigarlo por su indeferencia, se daba la vuelta. Rencores, vacíos, palabras no dichas que se van acumulando. Cada vez compartían menos cosas y la adoración perpetua de ella fue dejando paso a una distancia cómplice pero no comprometida, desligada, desganada, como por cumplir hasta el final y punto… ¿<i style="mso-bidi-font-style: normal;">sabes cómo me llamaban mis amigas? “Rafa Dice”, fíjate qué patético…me lo ha confesado Paula, me ha dicho hija menos mal que espabilas porque ya estábamos cansadas de tanto “Rafa dice, Rafa dice”</i> </div><div class="MsoNormal">Así que al final, el miedo a perderla le hizo ceder, conceder. Descubrió tarde que para Isa, él se había caído del pedestal de forma definitiva e irremediable, que la admiración sin fisuras y la adoración eterna, fuentes de las que él extraía la energía y los motivos para vivir cómodamente, se habían roto sin remedio. Y lo peor, que él era el culpable. Porque Rafael Martínez había sido egoísta. Muy egoísta. Se había pasado años instalado en la tibieza y los pliegues cálidos de la generosidad de su mujer, sin preguntarse jamás qué era lo que ella quería, lo que ella necesitaba. La había abandonado a su suerte y la había dejado sola muchas veces, aún estando sentado a su lado en el sofá. Los meses del embarazo fueron un espejismo, un oasis en medio de la desidia del antes y el después. Isa estaba abducida por el bebé y no pensaba en nada más. Él sí. Él pensaba que no sabía de qué manera iba a asumir su no deseada paternidad. Qué como se conjugaba otro cansancio unido al sempiterno cansancio vital, cansancio de todo, que volvía a abrumarle y aplastarle como antaño, mostrándole un futuro tan vacío y negro como el fondo de su alma.</div><div class="MsoNormal">Clara nació a principios de Septiembre y la quiso sin esfuerzo casi desde el primer momento. </div><div class="MsoNormal">Rafael Martínez se convirtió en un padre solícito y compañero. Compañero de Clara. Con Isa las distancias y las brechas de antes, lejos de desaparecer, se hacían más y más profundas. La convivencia se convirtió en un juego perverso. Su incapacidad para estar con ella a las malas, después de haberse beneficiado de su fuerza tanto tiempo, de dejar que fuera ella la que defendiera el baluarte cotidiano de la alegría, del ánimo, de las relaciones con los amigos y la familia, de dejarla bregar sola con el día a día, sin preguntarse jamás si en algún momento no necesitaría ella que alguien tomase las riendas siquiera por unos días, unas horas, le hacía sentirse mezquino y egoísta. Y lo era. Porque aún desde la conciencia de su mezquindad no movía un dedo para invertir la situación. Simplemente no le salía. La evidencia dura y amarga del fracaso. Con el embarazo había ganado mucho peso, su cuerpo se había ensanchado, había perdido la frescura y la alegría. Se tomó la maternidad tan en serio que un rictus perpetuo de preocupación se grabó en su frente. Rafa, incapaz de buscar un remedio, simplemente se dejaba llevar. Ya no deseaba a su mujer, esa era la verdad. Le conmovían los denodados esfuerzos de ella por adelgazar, por gustarse y gustarle de nuevo. Isa empezó a correr. Corría detrás del peso perfecto, del piso perfecto, de más ropa, más muebles, más cosas, más tarjetas de crédito, más y más medicinas que la curaran de su insatisfacción eterna, extenuante, más y más, corría y corría, y nunca llegaba, porque en realidad lo único que la consolaba era seguir corriendo. Era una carrera demencial y suicida, en la que a cada trecho se destrozaba más a sí misma y a él. Lo que Isa había perdido era a su ídolo, la admiración ciega por su marido, el oráculo que siempre le daría la respuesta correcta. Por muy lejos que corriese, la soledad y la comprensión de que en el fondo, estaba sola, era más veloz, y la estaba esperando, cruel y resabiada, en cada efímera meta que alcanzaba. Ella esperaba encontrarle a él, recuperar la fe en Rafa. Pero él no sabía seguirla y lo peor, realmente ya no quería hacerlo.</div><div class="MsoNormal">Rafael Martínez nunca fue tan compañero de su mujer como en los últimos tiempos, los de asimilación y ruptura. Simplemente un día empezaron a hablar, cosa que hacía mucho que no hacían, a ser sinceros <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Rafa yo sé con una certeza que me desgarra, que no puedo hacerte feliz ya, sabes que te di mi corazón en las manos, que te adoraba…</i>Él se sentía roto por dentro, pero entendía y estaba de acuerdo <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Isa, sea lo que sea lo que buscas, está claro que yo no te lo puedo dar, pero creo que aún no sabes lo que quieres y que te estás convirtiendo en tu peor enemiga... </i>En una cosa estaban de acuerdo… <i style="mso-bidi-font-style: normal;">tenemos una hija que es una pasada por favor Rafa no la echemos a perder…no claro que no cielo, en esto sí que vamos a ir de la mano, eh?... </i>Así que por ella, por Clara, protagonizaron la ruptura más dilatada en el tiempo y más civilizada que haya existido jamás.</div><div class="MsoNormal">Pero no fue un consuelo, porque sin ella, sin su compañera, Rafael Martínez, que era un hombre de pocas palabras, se sintió aliviado, pero también confundido y triste. Y solo. Sobre todo solo. </div><div class="MsoNormal">No obstante decidió seguir adelante. Levantarse cada día para ir a trabajar, cuidar de su hija, volver de vez en cuando a su música. Ser el mejor amigo de su ex mujer y alegrarse por ella cuando por fin, vio que conseguía aflojar el ritmo de su frenética carrera hacia ninguna parte, que se permitía a si misma dormir en paz alguna noche. Aprendió a disfrutar de las cosas sencillas y se lo agradeció, porque eso, a fin de cuentas, lo había aprendido de ella.</div><div class="MsoNormal"> No pensaba en el futuro y no esperaba grandes emociones de la vida, cuándo un día, camino del trabajo, al doblar una esquina, vio por primera vez el cuerpo color avellana de Esther Fernández Navarro, doblado por el esfuerzo de alzar una verja. Y sintió como el suelo temblaba bajo sus pies.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div>eugeniahttp://www.blogger.com/profile/11477102009888367928noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4649719412467719823.post-86070794878248547202011-06-16T11:35:00.001-07:002011-06-16T11:35:52.234-07:00más que mirarse (XVII)<div class="MsoNormal">Una trampa. La vida se les convirtió en una trampa.</div><div class="MsoNormal"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Tal como apuntaba Charo, los actos decididos<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>y consecuentes de los hombres valientes raras veces se ven recompensados, al revés. Suscitan las envidias y despiertan los odios de los mezquinos, que se afanan en demostrar que si ellos no se atreven no es por que sean cobardes, sino porque son cautos y sensatos. Y ese afán, esa necesidad íntima y baja de no despreciarse a sí mismos les lleva a mentir, entorpecer, no cejar en el empeño de echar por tierra los logros que, de forma no menos íntima y desgarradora, ellos se saben incapaces de alcanzar. Se resisten a reconocer como moralmente superiores a aquellos que, por el mero hecho de existir, de actuar como actúan, de pensar como piensan, los dejan a ellos a la intemperie de sus propias miserias y cobardías. Por eso no lo pueden permitir. No lo van a permitir. De ninguna manera. Es fácil. Una palabra certera lanzada ante un auditorio propicio, así, como quien no quiere la cosa. Un comentario malicioso repetido aquí y allí, aunque no venga a cuento en la conversación. Una mirada de desprecio, sustentada en una pretendida superioridad moral, sin miedo, con la tranquilidad de saber que todo un coro de seres no menos cobardes y mezquinos que ellos mismos los van a secundar, a proteger, a mantener a salvo del juicio despiadado al que todos ellos van a someter al valiente, sin dudar, sin titubear. Porque dudar y titubear, siquiera por un segundo, equivaldría a reconocer lo que íntimamente saben muy bien. Que los despreciables, los injustos, los del comportamiento censurable son ellos mismos. Esto sigue siendo así hoy en día, siempre ha sido así. Pero en la década de los setenta, en un país como éste, todos los mediocres y los cobardes gozaban del escenario ideal para guarecerse.</div><div class="MsoNormal"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Juan y Charo no pudieron disfrutar ya de un solo momento de paz.</div><div class="MsoNormal"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>La decisión de él de vivir con ella, lejos de beneficiarla, la acabó de hundir. Trastocó todas las rutinas. Las páginas de sus diarios que narran uno a uno todos los despropósitos sufridos a lo largo de aquella agonía son desgarradoras. Por lo menos lo son para mi, que paso a paso siento ganas de viajar en el tiempo, correr a abrazarla, decirle <i style="mso-bidi-font-style: normal;">por dios Charo no te dejes lapidar así, todo esto no tiene sentido alguno, esto es una locura…<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal">Al mes siguiente tuvieron que mudarse de casa y barrio. </div><div class="MsoNormal">Aunque hubieran obviado las miradas estúpidas de sus vecinos, soportado los cuchicheos y las mediocridades, el casero no iba a hacerlo y les comunicó que debían abandonar el piso enseguida.</div><div class="MsoNormal"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Por su hermano le llegó recado fehaciente de su padre de que ella ya no pertenecía a familia alguna y la entrada en su casa para visitar a su madre quedaba absoluta y definitivamente vetada.</div><div class="MsoNormal"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>A él lo trasladaron de centro. A ella estuvieron a punto de suspenderla por comportamiento <i style="mso-bidi-font-style: normal;">inmoral y escandaloso. </i>De todos sus compañeros, sólo uno, el viejo Ríos, al que apenas prestaban atención cuando estaban todos reunidos en la sala y al que llamaban <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ríos el Taciturno</i>, no le retiró el saludo y la palabra. Todos los demás, en una perversa y retorcida campaña orquestada por Begoña, la hostigaron y humillaron hasta que el aire se le volvió irrespirable.</div><div class="MsoNormal"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Unido a todo ello, las llamadas de Loli se producían constantemente, a cualquier hora del día o de la noche, día tras día. Rogaba, suplicaba, se humillaba, amenazaba constantemente con suicidarse, obligaba a los niños, llorosos y prácticamente en estado de histeria, a ponerse al teléfono, a suplicar a su padre que volviese a casa. </div><div class="MsoNormal">Todo ello los fue sumiendo en un estado de tristeza y neurosis crónico, difícilmente salvable. Nadie soporta tantos frentes abiertos. Y ellos lo sabían. Todos lo sabían. Que era cuestión de tiempo. Que tarde o temprano su castigo ejemplar acabaría por destrozarlos y entonces ellos podrían volver a habitar su simple y predecible universo de hipocresías y morales preconcebidas.</div><div class="MsoNormal">Esta neurosis se fue filtrando poco a poco en sus miradas, en sus complicidades diarias, en su colchón, de tal forma que sus caricias y sus encuentros mágicos de antes se transformaban en actos desesperados y delirantes. Se amaban como si esa vez pudiese ser la última. Tal vez no. Pero tal vez sí.</div><div class="MsoNormal"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Empezaron a intuir con una certeza desgarradora que el andamiaje de su amor no se sostendría por sus propios medios compartidos, que las hordas maliciosas que desde abajo lo sacudían despiadadamente podrían hacerlo derrumbarse mañana. O en un mes. O en un año.</div><div class="MsoNormal"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Pero podrían lograrlo.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Octubre de 1975<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Se abraza a mi en mitad de la noche y gime, gemidos largos y lastimeros, como surgidos de un amargo torrente interior que no tiene fin. Me destroza su culpa por su familia, me destroza su miedo a perderme. Me destroza mi propio miedo. <o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Levantarme cada mañana e ir al colegio me hace presa de un pánico insuperable.<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Esta mañana, nada más llegar me encontré en el pasillo a Adela, la bedel, que pasaba la fregona y canturreaba. Esta imagen, tan cotidiana, tan normal, me infundió una efímera sensación de optimismo y me atreví a decir, con una sonrisa “buenos días Adela, qué contenta está usted hoy”…levantó la vista, me miró apenas un segundo, fría y desdeñosa y escupió en el suelo. No pude evitar recordar sus vehementes y exageradas muestras de gratitud el año pasado, cuando me negué a cobrarle las clases de apoyo a su nieta…”qué buena es usted, doña Charo, se merece usted el cielo”, me decía. ¿Qué ha cambiado en mí tanto que a ella o a los demás pueda dañarles? Lo cierto es que me costó bastante reprimir las lágrimas y serenarme antes de entrar en la sala de profesores, dónde, como es habitual desde hace tiempo, todos se callaron repentinamente al verme y bajaron la vista a sus diarios o apuntes, algunos como avergonzados, Begoña con una sutil y apenas disimulada sonrisilla cómplice en los labios. Sólo El Taciturno, como cada día, me sonrió ampliamente, mucho más de lo que lo hacía antes “Buenos días, señorita Alonso, siéntese usted y tómese un café”.<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Incluso los niños están distintos. Nerviosos, alertas, como si alguien les hubiese dado consignas. Son los más sanos, desde luego, y, pasado un rato conmigo, se relajan y parecen desechar esas consignas por intranscendentes o no creíbles. Lo peor de todo esto es no poder compartirlo con Juan, dejarme consolar o aconsejar por mi compañero. Si le contase algo de todo este hostigamiento le haría aún más daño. No puedo.<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cómo echo de menos a Carol. Si ella estuviese aquí, todo sería más fácil.<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Octubre de 1975<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Por si todo fuera insuficiente, esta noche han detenido a Raúl y a Laura. Juan ha estado todo el día angustiado. No tiene miedo por los demás. Tiene miedo por ellos. Dice que Raúl se dejaría matar antes de denunciar o dar nombres. Pero ella está embarazada. Por dios, está embarazada, no deja de repetirlo, al tiempo que fuma compulsivamente y se muerde las uñas. Por lo visto la policía llevaba un mes trasladando a cuartelillo a compañeros de la empresa para interrogarlos. Uno de ellos identificó a Raúl en una fotografía. Les dijo que él era quien manipulaba la multicopista y custodiaba las piezas. Ya está. Es difícil que salgan de esto. No lo digo. Juan no lo dice. Pero los dos lo sabemos.<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Octubre de 1975<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">El teléfono ha sonado a las tres y poco de la mañana. Era ella, Loli. Oía entrecortadamente desde la cama retazos del diálogo de Juan…</i>no, Loli, por favor, no te pongas así…claro que les quiero, Loli…esto no tiene nada que ver con ellos…no les digas eso por favor…tú sabes que no es justo…no digas eso mujer…como puedes pensarlo siquiera…tus hijos te necesitan…como puedes decir esas barbaridades…</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Fingí que dormía, pero de todas formas sólo entró en la habitación para besarme en la cabeza y coger el paquete de tabaco de la mesilla. El resto de la noche la pasó en el sofá. Las mañanas que se suceden a las noches en las que ella llama, amenazando con el suicidio y describiéndole un paisaje desolador en casa de sus hijos, Juan apenas me mira. Como si sólo con mirarme la culpa le estallara en la cara. No aguanto. No aguanto…y me pregunto día a día ¿dónde está la dignidad de esta mujer?y ¿hasta que punto soy responsable de su locura?<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Diciembre de 1975<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Sonó otra vez el teléfono de madrugada y me dispuse a otra noche de soledad. Pero no era ella. Era Esperanza. Para avisar a Juan que Laura ha perdido el bebé, por las palizas. Y que los trasladan a los dos a otra prisión, nadie sabe adónde.<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Él colgó el teléfono y vi su espalda deslizarse por la pared, hasta que quedó sentado en el suelo mirando las baldosas, vacío, inerte. Así se pasó horas, sin permitirme abrazarlo, consolarlo. Sé que todo esto está reabriendo en su interior heridas muy viejas. Que no es la primera vez que la brutalidad y la injusticia le arrebatan a alguien. Y no puedo hacer nada, nada. Parece estar más allá de todo, de todos, incluida yo misma.<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><br />
</div>eugeniahttp://www.blogger.com/profile/11477102009888367928noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4649719412467719823.post-56866283952006274902011-06-11T04:36:00.000-07:002011-06-11T04:43:00.748-07:00más que mirarse (XVI)<div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"></div><div class="MsoNormal">Entró por la puerta sonriendo y posó sobre el mostrador dos cafés grandes de vecchio y una bandeja de pastelería con alfajores de dulce de leche. Esther no le esperaba tan temprano, por ser sábado y la sorpresa le infundió un cálido, repentino bienestar.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span>buenos días librera…te echaba de menos y me he venido a desayunar contigo…</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span>uffff….alfajores de dulce de leche…….mi perdición…- alargó el cuerpo a través del mostrador y le besó en los labios.</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;">Rafa se quedó pensativo y la miró con un gesto dolorido y teatral</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span>los he conseguido bajo tortura, así que ya te los puedes comer todos ya….</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span>y eso?</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span>tuve que esperar unos cinco minutos en la cola de la pastelería…escuchando por el hilo musical una versión de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Let it be</i> deeeeeeeeee … Bertín Osborne!! A quien se le puede haber ocurrido algo tan cruel?</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;">Esther le miró unos segundos, incrédula y conmovida</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;">-joder….sí que es cruel sí…lo siento…lo siento de veras…</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;">Poco a poco, iban ganando para sí mismos parcelas de realidad, compartir un desayuno era una más. El sábado anterior habían ido al <i style="mso-bidi-font-style: normal;">CGAI </i>a ver una película, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Manhattan </i>de<i style="mso-bidi-font-style: normal;"> Woody Allen. </i>Y también estaba lo de los sms. Como todas las relaciones incipientes desde el apogeo de los móviles, usaban y abusaban de los mensajes de texto. Para darse los buenos días, las buenas noches, desearse felices sueños, glorificar sus encuentros sexuales… se decían cosas que probablemente, de decirlas cara a cara, les harían sonrojarse hasta las orejas. Pero a Esther los que más le gustaban eran los inesperados, los que llegaban en mitad de la noche o de la mañana, en horas de oficina o de sueño <i style="mso-bidi-font-style: normal;">dios como te echo de menos </i> o <i style="mso-bidi-font-style: normal;"> te echo tanto de menos que no puedo dormir/ trabajar…</i>Aún así, aunque él lo había sugerido un par de veces, Esther todavía no le había invitado a su casa. Sabía que, cuando lo hiciera, inevitablemente tendría que hablarle sobre sí misma. El secreter, un mueble extraño, chocante en el ámbito de su salón…las fotos de Charo y de sus padres, que poblaban las paredes y estanterías…todo ello suscitaría preguntas, monólogos, recuerdos…Un paso más, vamos. Además, no se había sentido bien con lo de Miguel. Un par de días antes, se lo había encontrado en el portal, justo cuando introducía la llave en la cerradura. Se había parado en mitad de la acera y le miraba embobado <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Estheeer…hola Esther….no sabía que vivías aquí…</i>Recuperada levemente del shock inicial, le había dado dos besos y , cuando llevaban un rato hablando en la calle….<i style="mso-bidi-font-style: normal;">cómo estás…bien, bien, trabajando mucho….sí, supe por Lucía que por fin habías conseguido tu librería…sí, ya ves, ten cuidado con lo que deseas ja ja…yo también trabajando mucho, me paso la semana en Madrid, estamos abriendo una planta nueva…que bien, me alegro…dios pero que guapa estás…</i>más por educación que por ganas le había dicho aquello <i style="mso-bidi-font-style: normal;">sube a tomar un café si quieres…</i>y claro, él había subido. Enseguida se dio cuenta de que había sido un error. Mientras preparaba café en la cocina, le oyó dar pasos lentos por su salón, sin duda curiosear fotos, libros. No le gustó. Una creciente sensación de intimidad invadida la atormentó. No, él no debía estar aquí. No debía contaminar su presente, su nueva vida <i style="mso-bidi-font-style: normal;">propia</i> con reductos del pasado. El pasado es el pasado y lo es por algo. Debe quedarse allí. Cuándo posó sobre la mesilla la bandeja con café y galletas, ya estaba arrepentida a más no poder. Además, se dio cuenta de que ni siquiera le apetecía hablar con él, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">ponerse al día. Ponerse al día, </i>como hacía con sus amigas cuando llevaban tiempo sin verse, era algo que debía hacerse con entusiasmo, con ganas. Y sólo tenía sentido si existía la comprensión mutua de que también había en común un futuro. No deseaba ningún futuro en común con Miguel.</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;">-éste mueble estaba en casa de Charo, ¿no?</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;">-sí, estaba allí</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;">-siempre me gustó. Me acuerdo mucho de ella, sabes, de lo bien que me trató siempre…</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;">-sí, ella trataba bien a todo el mundo- respondió casi como una defensa, una afirmación que contenía varias <i style="mso-bidi-font-style: normal;"> no eras especial para ella…yo era especial…ella era parte de mi vida, no de la tuya…tú ya no eres parte de mi vida…-<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;">- Esther…no creas que para mi no fue duro…la culpa de haberte dejado sola me atormenta todavía…pero estaba muy confundido…no sabía lo que quería…ahora no habría pasado…</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;">-déjalo, Miguel…yo no era tu hija, no era responsabilidad tuya</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;">Deseaba que se acabara el café y saliese de su casa, la incomodidad creciente que la aplastaba era más elocuente que todas sus palabras. Cuando él alargó una mano e intentó tocarla, retiró la suya instintivamente, poniéndose a salvo, y se puso de pie, en una clara invitación a que se marchara. Miguel entendió y se puso de pie a su vez, cogiendo su chaqueta. Ya en la puerta se volvió.</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;">-nunca acabamos de ver <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Secretos de un matrimonio</i>…</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;">- no, nunca la acabamos</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Y nunca la acabaremos </i>quiso decir, pero se mordió la lengua. La alusión a la peli de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Bergman </i>era cómplice, o lo pretendía. Durante años, cada sábado que salían de copas con sus amigos, o solos, a cenar, y llegaban a casa de madrugada, se tumbaban juntos en el sofá e intentaban retomar a <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Bergman </i>donde lo habían dejado la vez anterior. La película, en realidad una miniserie, era complicada y aburrida, y siempre acababan durmiéndose al poco rato, abrazados. En realidad, lo que acababa de hacer Miguel era tender un último cabo, aludiendo a <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Secretos de un matrimonio</i> estaba rescatando algo muy íntimo, algo que sólo les pertenecía a ellos dos, algo que evocaba docenas de momentos de intimidad y ternura</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span>siento que todo acabase así, Esther…de veras que lo siento…</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"> Ella no respondió. Sólo le sonrió amablemente y asintió.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Cuando terminaron los cafés y hasta la última miga de los alfajores, Rafa se despidió con un abrazo y le dijo que la llamaría por la tarde. Estaba casi saliendo cuando Esther le llamó:</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 36.0pt; text-indent: -18.0pt;">-<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span>Eiii….vienes a comer mañana a casa?...pasta con salsa de tomate y vino tinto…</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;">La miró con aquella profundidad suya tan elocuente y sonrió</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt;">- Hecho. Yo llevo el postre.</div>eugeniahttp://www.blogger.com/profile/11477102009888367928noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4649719412467719823.post-63024368857161942352011-06-04T09:52:00.001-07:002011-06-04T09:52:05.192-07:00hércules y crunia<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“…para perpetuar la magnífica victoria, mandó construir, en el lugar del combate, una alta torre<o:p></o:p></i></div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">y ordenó que Gerión fuese enterrado en sus mismos cimientos.<o:p></o:p></i></div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Después Hercules decidió poblar aquel lugar descampado.<o:p></o:p></i></div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Lo impulsaba la idea de crear una gran ciudad, pacífica y tolerante,<o:p></o:p></i></div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">que hiciera olvidar a sus moradores los abusos de Gerión. Y así se hizo.<o:p></o:p></i></div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Se corrió la voz y gentes de todos aquellos contornos se encaminaron con sus enseres hacia el nuevo lugar.<o:p></o:p></i></div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Hercules recibía, uno por uno, a todos los que acudían para cumplir su deseo.<o:p></o:p></i></div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Entre los primeros en llegar destacaba una mujer bellísima.<o:p></o:p></i></div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">En cuanto Hercules la vio quedó prendado de su porte y belleza.<o:p></o:p></i></div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“Mi nombre es Crunia”, dijo ella, y a él aquel nombre le pareció ideal<o:p></o:p></i></div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">para bautizar la ciudad de sus sueños.<o:p></o:p></i></div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Tiempo después, cuando la Torre<o:p></o:p></i></div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">acabó de ser construida,<o:p></o:p></i></div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Hercules ordenó fabricar un gran espejo<o:p></o:p></i></div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">para colocarlo sobre ella.<o:p></o:p></i></div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Deseaba que en él se reflejaran el mar<o:p></o:p></i></div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">y las naves durante el día y las estrellas<o:p></o:p></i></div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">por la noche y poder contemplarlas en<o:p></o:p></i></div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">compañía de su amada Crunia.<o:p></o:p></i></div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ya asentada la ciudad, Hercules ordenó encender sobre la Torre<o:p></o:p></i></div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">una espectacular llama.<o:p></o:p></i></div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cada noche era alimentada con grasa de animales, para que fuese vista<o:p></o:p></i></div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">desde todos los hogares de la naciente ciudad como el símbolo de su libertad<o:p></o:p></i></div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">y el espíritu vivo de su tolerancia.<o:p></o:p></i></div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Y así fue. A la sombra de aquella Torre, llamada de Hércules, y a la luz de su llama,<o:p></o:p></i></div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">vive desde entonces una ciudad libre y tolerante.<o:p></o:p></i></div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Una ciudad fiel a los sueños e ideales de su fundador. Una ciudad cuyo nombre,<o:p></o:p></i></div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">nacido del amor, conserva el recuerdo de su primera mujer:<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">CRUNIA<o:p></o:p></i></b></div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><br />
</div><div class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><u>Hércules y Crunia<o:p></o:p></u></i></b></div><div class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">José Antonio Abad y David Pintor<o:p></o:p></i></b></div><div class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Fondo Infantil de la Biblioteca Miguel González Garcés<o:p></o:p></i></b></div>eugeniahttp://www.blogger.com/profile/11477102009888367928noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4649719412467719823.post-28811032305007619262011-05-27T06:28:00.000-07:002011-05-27T06:28:15.432-07:00más que mirarse (XV)<div class="MsoNormal">Tal vez ahora estaba más presente en mi vida que cuando estaba viva, de alguna manera. Tenía anemia de inmediatez, eso sí, de ver cada día su sonrisa, oír su voz llamándome por la casa, oler la esencia de sus guisos o de su perfume. Todo eso sí había desaparecido con ella, y era doloroso. Pero seguía presente en un plano de abstracción, un plano que lo abarcaba todo, lo que había sido, lo que ya no era. Había abandonado la caverna platónica y saltado al mundo de las ideas, de tal manera que yo ya no sabía distinguir cuál de los dos planos tenía más peso, cual era más real, qué pervive finalmente, la realidad palpable, estrecha, presente, o la percepción universal, casi mítica del ser humano. En algún momento pensé en abandonar, cerrar de forma indefinida el candado de aquel hermoso mueble y olvidar las llaves en el fondo del armario, junto con el cofre cuyo contenido aún no había tenido el valor de desalojar <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Rosario Alonso de La Calleja 1941-2008. </i>Pero en el fondo sabía, con esa certeza doliente y resignada, que no es posible amputarse la propia memoria, como si fuese un dedo,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>un órgano, que cuánta más fuerza y empeño invirtiese en el ejercicio del olvido, con más fuerza y empeño ese pasado pendiente volvería a mi, se colaría en mis pesadillas, en una canción, en una visión cotidiana cualquiera, aparentemente anecdótica o intranscendente… <i style="mso-bidi-font-style: normal;">tal vez nos vamos de nosotros mismos, pero queda una luz, un grifo abierto, la sombra de una puerta mal cerrada…</i> lo sabía muy bien, sin margen alguno para el autoengaño, no en vano, aunque el azar había destrozado sin solución alguna de continuidad lo que había sido mi familia propia, lo había hecho de forma absurda y abrupta, incomprensible para la lógica del alma y del pensamiento, por eso mis padres seguían vivos en mis sueños. No era necesario que un día me hubiese dedicado especialmente al recuerdo, a mirar fotos o hablar sobre ellos. No. Simplemente, de vez en cuando, aparecían. En algunos sueños tal como eran, jóvenes y apuestos. En otros, tal como podrían haber sido, las sienes plateadas, el andar menos ágil. En estos últimos me costaba reconocerlos, dudaba, titubeaba en mi acercamiento, incluso pedía ayuda a Charo, le decía <i style="mso-bidi-font-style: normal;">oye Charo mira bien a ese señor…yo creo que es mi padre…ayúdame a acercarme a él…no estoy segura…no recuerdo su cara con exactitud…</i>Lo que sí era una constante era la sensación de seguridad y alivio que me invadía <i style="mso-bidi-font-style: normal;">ya está, ya está aquí mi padre…ya tengo alguien que me proteja….se acabó el desamparo. </i>Otras veces estaba en una ventana, en el quicio de una puerta, simplemente mirando, y mi padre aparecía de repente abajo, miraba hacia mi ventana, agitaba una mano saludándome y sonriendo. Una vez incluso conseguí, antes de despertar, correr escaleras abajo y abrazarlo, por unos segundos recuperé su aroma, a tabaco y a jabón, el tacto de su<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>pelo negro, siempre peinado hacia atrás, incluso sentí en mi mejilla los pinchacitos de su bigote, como cuando llegaba a casa de trabajar y yo corría a la puerta y me abrazaba a sus piernas, y el se reía, me alborotaba el pelo con las manos <i style="mso-bidi-font-style: normal;">hola piojo, mi rata pequeña…</i> La sensación que me invadía al despertar era grandiosa. Yo sabía porque me pasaba todo esto. Era porque no se pueden dejar en el pasado puertas mal cerradas, grifos abiertos, hay que quedarse hasta el final, averiguar el desenlace de la historia. Las historias inconclusas dejan heridas que no se cierran nunca. Charo me lo decía siempre, aunque no en un sentido espiritual, sino práctico, cuando yo flaqueaba en alguna tarea, por su dureza, cuando el desánimo me vencía, cuando le decía <i style="mso-bidi-font-style: normal;">voy a plantar la carrera, voy a plantar la oposición</i>, ella me decía “<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Esther, hija, no se puede ir por la vida dejando las cosas sin terminar” </i></div><div class="MsoNormal">Pero bueno, para las cuestiones del alma era distinto, porque ya no dependía de la voluntad propia. A mis padres y a mi simplemente nos habían cortado de cuajo más de la mitad de las páginas del libro y las habían quemado. No había más ejemplares. Eran incunables. Así que todo lo no vivido, todo lo no dicho, aprovechaba cualquier resquicio del subconsciente para aflorar, para gritar… <i style="mso-bidi-font-style: normal;">heyy!! estoy aquí, no creas que puedes ignorarme, no sueñes con que puedas vivir como si nunca hubiese existido…<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal">Por eso, aunque me hiciera daño, sabía que los diarios de Charo eran mi oportunidad para poner algún punto y final, algo que me permitiese pasar página de forma real y no ilusoria. Empezar de cero. Para poder empezar de cero es imprescindible la conciencia y la asunción de lo que dejamos atrás, sino no sería empezar de nuevo, sino simplemente continuar. </div><div class="MsoNormal">Así que, al llegar a casa cada noche, después de cenar, llamar a mis amigas, arreglar la casa, procuraba arreglar mi alma y me acurrucaba en el sofá con una manta y sus diarios. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Verano de 1975<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Me pregunto cada día como pude haber llegado hasta este punto de mi vida sin mi compañero, mi confidente, mi amante…y como me las arreglaría para vivir sin él si le perdiera. Cada cosa que me pasa, cada pensamiento, cada idea, parecen no cobrar vida hasta que puedo compartirla con él. Muchas veces no necesitamos hablar, nos basta con una mirada, un guiño de comprensión, para hacernos saber mutuamente que nadie nos entiende mejor que uno al otro. Juan se siente mal, mal por el tiempo que roba a sus hijos, mal por el tiempo que no podemos pasar juntos .Yo me siento mal, por el tiempo que robo a su familia, pero me siento peor, enferma, si paso días sin poder verle u oír su voz. Así que este el destino de este amor, sentirse mal, pese a todo. Aunque hacemos vida de delincuentes, siempre a escondidas, siempre entre cuatro paredes, es imposible evitar ser vistos. Ayer, sin ir más lejos, Begoña le sorprendió saliendo de mi portal muy entrada la noche. Juan la saludó </i>buenas noches Begoña<i style="mso-bidi-font-style: normal;">. Me dijo que se limitó a lanzarle una mirada hipócrita y escandalizada. Me imagino pues que la vuelta al colegio en Septiembre será difícil. Sin duda, si tuviera que definir a esta mujer…indiscreta y maliciosa, eso es lo que ha demostrado ser, así que…tengo miedo.<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">El régimen, aunque decrépito y podrido, corrupto y ahogado en sus propias falacias moralistas, sigue esgrimiendo la maldad y el miedo como principio, y aunque se rumorea (la decadencia física es notoria y evidente) que el dictador está en las últimas, sigue firmando sentencias de muerte como quien firma cheques, con la misma ciega necedad e irresponsabilidad de decidir sobre el valor de la vida humana como si intrínsecamente este valor no fuese incalculable. Juan está muy preocupado por Raúl, que sigue utilizando la multicopista de la empresa para imprimir panfletos del partido. Es obvio que la secreta está encima. Hace ya un mes que les obligan a quitarle una pieza maestra a la máquina y meterla en la caja fuerte antes de cerrar. Pero es él quien lo hace, con la confianza ciega del encargado. Vuelve de madrugada, coloca la pieza, utiliza la multicopista y la vuelve a dejar en la caja fuerte después. El temor de Juan por su amigo, por tanto, es más que fundado, máxime ahora que Laura, su mujer, está embarazada. Es un hombre valiente y comprometido. Lo malo es que esos valores raras veces se ven recompensados. Al revés, los débiles de espíritu se suben a la chepa de los fuertes, los exprimen, succionan su valor, su energía, se adueñan de sus méritos y valores. Hasta que consiguen acabar con ellos.<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Verano de 1975<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">He recibido carta de Carol de Buenos Aires. Me dice que está embarazada. Que Carlos está como loco con la noticia. Y que ella se siente feliz e ilusionada. Y yo también, por dios, que noticia tan maravillosa. A la vez me siento mal porque no he podido evitar sentir una punzada de envidia…sería tan…que nosotros pudiéramos…Juan ha venido por la tarde y se lo he contado llena de alegría, como una niña, me ha abrazado mucho rato en la cocina y no sé…si por los nervios y la euforia…he acabado llorando como una tonta. Algo vio en mis ojos y se vino abajo… </i>mierda Charo…qué te estoy haciendo…ya está bien…tú también deberías poder tener tus hijos y tu familia…y no vivir sufriendo de esta manera…<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Le he explicado que no, que a mi no me interesa ningún hijo ni ninguna familia que no sea de los dos, que él es mi familia. Hemos hecho el amor allí, en el suelo de la cocina, un acto mitad devoción, mitad desesperación. Como siempre, su piel, su mirada, su abrazo, son mi redención, curan todas mis heridas. Pero él seguía nervioso…</i>mira mi amor, esto no puede seguir así, estamos sobre un polvorín…esta misma noche voy a hablar con Loli y le voy a decir que me marcho…que seguiré viendo a los niños cada día y manteniendo la casa…pero yo necesito estar contigo…aquí…<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Le he pedido que no haga nada esta noche, que los nervios y la angustia son los peores consejeros. Me siento mal por haberme dejado llevar por mi llanto, siento que le estoy manipulando emocionalmente, lo mismo que mi padre ha<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>hecho toda la vida con mi madre…con todos nosotros…las decisiones han de ser libres y propias, no forzadas, así no conducen a nada, sólo son papel de fumar.<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Verano de 1975<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Esta tarde Juan ha vuelto más tranquilo, dice que ha dormido y se ha despertado con la misma idea, que la verdad libera del dolor y la mentira enferma y aliena en una identidad falsa. Que eso es lo que nos pasa a nosotros. Que la mentira nos está haciendo enfermar. Por otra parte, el cerco se estrecha, así que no tenemos mucho margen para decidir. Mi madre me ha llamado y me ha dicho que la madre de Lucas se presentó ayer en casa. Que llevaba meses preguntándole a Lucas que por qué no nos veíamos ya, si nos habíamos enfadado. Que Lucas no había querido decirle nada, pero en el casino se rumoreaba que la hija de Manuel, el del Pastor, andaba con uno casado, que vaya pécora. Por lo visto mi padre se ha puesto furioso y ha estado toda la noche encima de ella, no la deja dormir ni vivir, le dice que todo es culpa suya, que ha sido una madre permisiva y estúpida, que siempre nos ha dejado hacer lo que queríamos. Me ha pedido que vaya el domingo a comer.<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Verano de 1975<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Hoy he ido a casa de mis padres al mediodía. Llegué muy nerviosa, pero descubrir que mi hermano Pedro estaba allí me ayudó mucho. Mi padre ha estado en la biblioteca hasta la hora misma de comer y luego nos hemos sentado todos a la mesa. Aparente normalidad, salvo por el silencio de mi padre. Llevábamos ya un rato, cuando me dirigí a él, obviando su actitud: <o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">-</i>Qué tal padre, ¿como va la numismática? - le he dicho</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Me ha mirado fijamente a los ojos durante unos segundos, con una sonrisa helada<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">-</i>¿Eres una puta Rosario?</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Instantáneamente, un grito ahogado y doliente de mi madre horadó el aire. La miré. La pobrecilla se apretaba la cara con ambas manos, repentinamente lucía una palidez casi imposible. Mi hermano se levantó para sostenerla, pues parecía a<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>punto de desfallecer, desesperada, se atrevió a decirle a mi padre:<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">-</i>No…por favor Manuel….por favor….</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Él la ha mirado con desprecio- </i>tú te callas, me oyes, tú te callas- <i style="mso-bidi-font-style: normal;">y acto seguido me ha vuelto a encarar:<o:p></o:p></i></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">-</i>Te lo vuelvo a preguntar, Rosario, ¿ eres una puta? <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Porque te comportas como si lo fueras…</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Me sentí aplastada, incapaz de moverme, incapaz de ningún gesto o palabra. Mi hermano ha reaccionado y me ha dicho –</i> vete de aquí, Charo, no tienes que aguantar esto, yo me quedo con mamá- <i style="mso-bidi-font-style: normal;">pero me sentía como una estatua de sal, frágil y a la vez atada al suelo, era una escena de pesadilla, mi padre comiendo con una tranquilidad fría y desligada de aquel drama, mi madre deshecha en los brazos de Pedro- </i>que no me oyes Charo? vete de una puta vez!!- </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">No sé ni de que manera logré llegar a mi casa. Sólo sé que Juan me estaba esperando, y durante mucho rato sólo pude llorar y llorar en su abrazo, incapaz de contarle el por qué. Cuando por fin pude calmarme y relatarle la ofensa, se enfureció, rompió la puerta del aparador de la sala de un certero puñetazo, cargado de rabia y frustración, como si en realidad fuera mi padre lo que golpeaba. Permaneció de espaldas, apoyado contra la pared mucho rato, la cabeza entre las manos. Cuando volvió a mirarme, vi lágrimas contenidas en sus ojos, me agarró con fuerza por los hombros y me obligó a mirarle de frente…</i>esto se acabó cielo, no voy a permitir que te insulten más…voy a casa por mis cosas, no te muevas de aquí ni les cojas el teléfono…</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><br />
</div>eugeniahttp://www.blogger.com/profile/11477102009888367928noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4649719412467719823.post-49052904323691554232011-05-21T06:32:00.001-07:002011-05-21T06:32:30.136-07:00esther en el pasillo<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg6aTXjz4PXNCVQ3lWe7mt7zd4m3_ecifBMR6a-EopJLPOYPodF20RzEHNJ771_qmVK5E9qtdayk0cV3hA0VELBgW6V2ONsPDvtabFXhPhvw23Cm8Fvb6MTTdrLA2iJoSYP0H185k03xU8/s1600/pasillo_subir.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg6aTXjz4PXNCVQ3lWe7mt7zd4m3_ecifBMR6a-EopJLPOYPodF20RzEHNJ771_qmVK5E9qtdayk0cV3hA0VELBgW6V2ONsPDvtabFXhPhvw23Cm8Fvb6MTTdrLA2iJoSYP0H185k03xU8/s320/pasillo_subir.jpg" width="221" /></a></div>eugeniahttp://www.blogger.com/profile/11477102009888367928noreply@blogger.com1