jueves, 3 de noviembre de 2011

más que mirarse (XXVII)

La lluvia siempre la desanimaba. Y más en esta época del año, el cambio horario robaba una hora de día, todo estaba gris y plomizo, le costaba levantarse por las mañanas. No se sentía especialmente optimista y el futuro se abría otra vez descorazonador e intrigante. El futuro, ¿qué es eso? No existe. Además, tenía que tomar decisiones en lo relativo a sus finanzas, sanear, eliminar, recortar. Le daba una pereza infinita. Pero no podía demorarlo. Lo primero, la mudanza. Eliminar el alquiler de la lista mensual ya supondría un respiro importante. Había quedado con Ana para comer. Como tampoco le apetecía cocinar últimamente, había adelgazado por lo menos cinco kilos, así que ella le había dicho mañana atacamos las tapas del Andy…anda…atrévete a decirme que le vas a hacer ascos a esa gloriosa tortilla…al jamón asado…Vendió el último periódico de la mañana, apagó la cafetera y las luces y se puso el plumas. Aunque el Andy estaba a dos calles, la lluvia cruel y transversal la fustigó, llegó empapada. Ana había llegado antes y ocupado una mesa junto a la ventana, menos mal, porque el bar a esas horas se ponía imposible.

-         Me encanta tu look ochentero, la lluvia te ha puesto un tupé súper molón…
-         Que graciosa- contestó sin sonreír y atusándose el pelo con las manos
-         ¿Pedimos o qué?
-         Anda que te voy a contar algo gracioso para animarte…
-         Difícil…
-         A Alberto lo está acosando una tía del instituto por el facebook- se miraron fijamente y rompieron a reír
-         ¿y eso? ¿Quién es?
-         Psss…una tal Bea…del montón…fea fea no es…pero le gusta Lady Gaga,” reggaeton” y cosas como esa...es bastante ridícula...se saca fotos de marchita con jovenzuelos y tiene frases memorables como “la joya más hermosa que puede tener una mujer alrededor del cuello son los brazos de su hijo”

Esther tuvo que hacer un esfuerzo y taparse la boca con las manos para no escupir el trago de coca cola que acababa de beber, porque las dos estallaron en una carcajada prolongada y cómplice

-         jóder…encima no será una fundamentalista de la maternidad… ¿es de ésas de la mamifia?
-         No sé…el rollo es que él le contesta y hasta se ríe con ella…
-         Normal…no se va a reír…uy…qué cara pones…a ver Ana…si le va ese rollo ha tenido que estar años fingiendo para darte conversación a ti…y entrenando para que no se le note…
-         Eso pensé yo…qué código intermedio usarán para comunicarse…a lo mejor le da morbo seducir virtualmente a incautas mozas…
-         A ver nena…no te ralles por chorradas… ¿ Alberto fingiendo ser un chico culto e inteligente todos estos años hasta que se ha cansado de ti y ha decidido dar rienda suelta a sus verdaderos y simples instintos?...es bien difícil de creer…sería agotador y sobre todo enfermizo…la definición perfecta de un embaucador…mira…profetizo que se va a aburrir de la conversación de Lady Gaga en 0.2…sólo se entretiene el pobre…es que tú trabajas mucho Anita…

-         Sí, yo también lo profetizo, ¿nos tomamos otra?

Cuando salieron del Andy la lluvia descansaba y decidieron tomar café en la estación de tren, porque allí podían fumar y les encantaba ver llegar y marcharse a la gente.

-         Qué como va el tema Rafa…
-         Bien…el otro día conocí a Clara…
-         No  jodas…y cómo fue?
-         Es preciosa…clavadita a su madre…rubia de pelo rizadísimo…ojos claros…tiene una mirada de inteligencia que flipas…me miraba todo el rato como intentando adivinar en mi perversas intenciones…
-         Normal…Esther…estás celosa?
-         No…sí…yo que sé…me siento como una  intrusa…
-         A ver guapa…la gente se divorcia todos los días…no fue por ti…hay ya tantos matrimonios en segundas nupcias como en primeras, mogollón de parejas que aportan hijos de matrimonios anteriores, ¿en que siglo vives?
-         ¿y si me pasa lo que a Charo? ¿y si decide que es mejor intentarlo por la niña y me deja tirada?
-         A ver…para empezar la ex de Rafa no es una arpía, es una mujer moderna, joven y guapa que está a tiempo de todo y que se divorció porque ella quiso…Rafa no la dejó por ti…
-         Pero de alguna manera la dejó, dejó de quererla…
-         Bueno…y qué…a estas alturas de la película todos sabemos que el amor es eterno sólo mientras dura, que se acaba, que la rutina mata la pasión y todo ese rollo…las parejas que tienen un compañerismo a prueba de bomba, que son cómplices en lo bueno y en lo malo y se saben reflotar, resisten…las otras se van a la mierda…es así, Esther…deja de darle vueltas a lo obvio y sé feliz mientras dure, no hay más…
-         Sí, tienes razón…oye…me mudo a Orillamar el próximo mes, dejo el piso, ¿me podéis echar un cable con la mudanza? Sólo me llevo el sofá rojo, la tele, el ordenador y los libros de los últimos años…lo poco que es mío, vamos…
-         Claro tía, sin problema

Al despedirse, la tarde apenas empezaba,pero el día estaba oscuro y desapacible. Recibió un sms de Rafa diciéndole que tenía una comisión a las ocho y que no podría verla. Mejor pensó no puedo llevar a Charo de vuelta a Orillamar. Así que cerró temprano y se fue a casa. Se puso un chubasquero y cogió el cofre del fondo del armario Rosario Alonso de la Calleja 1941-2008. Condujo con calma hasta la Torre y aparcó. Al bajar del coche cerca del Cementerio de las palabras, el viento la empujó, hostil y desabrido. Caminó hasta las rocas y se abrazó unos minutos al bulto que llevaba bajo el abrigo. Luego, sin ceremonias, lo abrió y desalojó el contenido lanzándolo al aire. El viento hizo que algunas partículas volasen justo en dirección a su cara y no pudo menos que recordar una escena hilarante de una peli de los Coen. Se limpió y se echó a reír, pensó que a ella también le haría gracia un incidente tan escatológico.
 Caminó de vuelta al coche. Se deshizo de toda la ropa de abrigo y abrió la ventanilla. El olor del mar llegaba fresco y azul, como en un día de verano. Encendió un cigarro y se lo fumó con deliciosa calma, la cabeza apoyada en el respaldo, como cuando ella y Miguel, de novios, iban a la Torre a echar un polvo en el coche y luego pasaban horas hablando y fumando abrazados, hasta que el deseo reaparecía.
 Al terminar, tiró la colilla por la ventana y seleccionó Ironic de Alanis. Subió el volumen el máximo y arrancó con fuerza. Iba a cantar como una loca.

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