sábado, 4 de junio de 2011

hércules y crunia

“…para perpetuar la magnífica victoria, mandó construir, en el lugar del combate, una alta torre
y ordenó que Gerión fuese enterrado en sus mismos cimientos.
Después Hercules decidió poblar aquel lugar descampado.
Lo impulsaba la idea de crear una gran ciudad, pacífica y tolerante,
que hiciera olvidar a sus moradores los abusos de Gerión. Y así se hizo.
Se corrió la voz y gentes de todos aquellos contornos se encaminaron con sus enseres hacia el nuevo lugar.
Hercules recibía, uno por uno, a todos los que acudían para cumplir su deseo.
Entre los primeros en llegar destacaba una mujer bellísima.
En cuanto Hercules la vio quedó prendado de su porte y belleza.
“Mi nombre es Crunia”, dijo ella, y a él aquel nombre le pareció ideal
para bautizar la ciudad de sus sueños.
Tiempo después, cuando la Torre
acabó de ser construida,
Hercules ordenó fabricar un gran espejo
para colocarlo sobre ella.
Deseaba que en él se reflejaran el mar
y las naves durante el día y las estrellas
por la noche y poder contemplarlas en
compañía de su amada Crunia.
Ya asentada la ciudad, Hercules ordenó encender sobre la Torre
una espectacular llama.
Cada noche era alimentada con grasa de animales, para que fuese vista
desde todos los hogares de la naciente ciudad como el símbolo de su libertad
y el espíritu vivo de su tolerancia.
Y así fue. A la sombra de aquella Torre, llamada de Hércules, y a la luz de su llama,
vive desde entonces una ciudad libre y tolerante.
Una ciudad fiel a los sueños e ideales de su fundador. Una ciudad cuyo nombre,
nacido del amor, conserva el recuerdo de su primera mujer:

CRUNIA

Hércules y Crunia
José Antonio Abad y David Pintor
Fondo Infantil de la Biblioteca Miguel González Garcés

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